Cuando el Photoshop aterroriza

Guillermo Alonso.- Algunos os acordaréis de las cuatro simpáticas protagonistas de la serie Sexo en Nueva York. Esa serie de culto cuya mejor definición salió de la boca de Patty en Los Simpsons: "Ésa en la que cuatro amigas se comportan como hombres gays". Digo que algunos os acordaréis porque desde luego estas de aquí de la derecha no son ellas. Tan sólo Kristin Davis (Charlotte, a la izquierda) se parece a la actriz que conocimos durante seis temporadas. El caso de Sarah Jessica Parker no es nuevo. Estamos más que acostumbrados a llevarnos verdaderos sustos viendo que han hecho con su cara los retocadores de las portadas de las revistas de moda de medio mundo. Lo de Kim Cattrall (Samantha) duele un poco más. Han dejado, donde solía estar su rostro, una mezcla entre playmate del mes y gorrina que no sólo no se parece nada a la actriz sino que no se parece a nada remotamente humano que hayamos conocido. Bueno, sí: a un cerdo.

Demi Moore luce fantástica y huesuda en esta instantánea de Melt Alas y Marcus Piggot para la portada de 'W'. La foto en sí es estupenda y ella no está más retocada de lo que nos hubiéramos esperado. ¿Qué es lo que falla? Está exactamente encima de la R de "Moore" y se llama cadera. Basta seguir la línea que debería seguir la cadera hacia el muslo para comprobar que, una vez vuelve a aparecer debajo de esa especie de pareo, el muslo continúa de forma milagrosa e imposible unos cuantos centímetros hacia la derecha. ¿Gastarse una pasta para que dos de los fotógrafos más exclusivos del mundo fotografíen las caderas de una estrella para luego hacerlas desaparecer? Así se las gastan.

Lo de Mariah Carey ya es puro recochineo. La muchacha nos ha regalado algunas de las portadas más descacharrantes de la historia, en la que o bien sus caderas se reducen a la de una Barbie o sus pechos cobran vida propia y reflejan formas que no son. Lo de esta portada de la edición americana de 'Elle' es especialmente sangrante porque la muy impostora vende "su nuevo cuerpo". ¿Qué nuevo cuerpo? El mismo que llevaba viéndose en todas las fantasías digitales que ella y sus fotógrafos llevan perpetrando durante años. Ésas en las que su cintura es tan ancha como su cabeza y sus piernas tan estrechas como sus brazos (¡Mirad, mirad su pata izquierda!)

En el caso de Beyoncé coronando la portada de 'Vanity Fair' en noviembre de 2005 no fueron arreglos de corte quirúrgico/anatómico los que levantaron las cejas de los lectores. Las implicaciones esta vez iban mucho más allá: el tono de piel de Beyoncé aparecía extrañamente blanco en la portada de la célebre publicación. Era la primera vez desde 1993 en que una mujer afroamericana aparecía en la portada. En vez de ser causa de celebración, se convirtió en causa de controversia. No parecía la piel de Beyoncé, parecía la de Jennifer Lopez. A saber cuál era el problema para aplicar tan extraña solución.

Ya que ha salido a colación lo de Beyoncé, permitámonos un momento de sesudo análisis periodístico para recordar esta otra instantánea que causó estragos en 1994. Justo tras la detención de O.J. Simpson, que daría lugar a uno de los procesos judiciales más escandalosos y mediáticos de la historia de Estados Unidos (o sea, de la historia del universo). El caso fue justo el contrario: la imagen del jugador de baloncesto fue oscurecida para que pareciese más agresiva y, nunca mejor dicho, oscura. No sólo su tono de piel era más oscuro, sino que se le añadía lo que parecía una barba. ¿Por qué salió todo esto a la luz? Porque los editores de 'Time' tuvieron la mala suerte de ver cómo su portada coincidía con la de 'Newsweek' esa misma semana, pero en este caso sin retocar. Y atención a la diferencia. Está en el siguiente clic.

Si algo se puede decir de la de 'Time' es que resulta estéticamente más desafiante y atractiva. Pero una cosa es la estética y otra la ética, y en la revista 'Time' desobedecieron la periodística. Al contrario que el resto de revistas mostradas en este artículo, 'Time' y 'Newsweek' son revistas de información, no de moda.

Esto es el cartel de una película llamada 'Salt' en la que, por la información que se nos proporciona, interviene Angelina Jolie. Lo raro es que teniendo a una superestrella en el reparto hayan optado por colocar en su portada a una creación digital con una nariz que parece esculpida en mármol y unos ojos y una boca más propios de la pornografía en 3D.

Y para terminar, el acabóse. Este anuncio de Ralph Lauren es real. La cintura, de la modelo Filippa Hamilton, lógicamente no. La campaña apareció sólo en Japón y fue rápidamente retirada. Pero el posterior despido de la modelo debido a su aumento de peso hizo que la imagen diese la vuelta al mundo. ¿Tan gorda se había puesto que hubo que dejarle una cintura de dos centímetros de diámetro? En realidad la modelo parece bastante normal en esta otra imagen de la época. La chapuza es tan grande que su cabello se deposita sobre el aire, su mano es más grande que su vientre y si vemos esta imagen en la marquesina de una calle oscura por la noche nos echaríamos a correr hasta encontrar la pastelería más próxima.