Niños

El drama de las familias cuando llegan las vacaciones: "Han dejado de gustarme, quiero que sea lunes laborable"

Una familia estresada
Una familia estresadaGetty Imagens
Compartir

A medida que los días se van haciendo más cálidos se va acercando también un momento que genera emoción y estrés a partes iguales en los hogares españoles: el día de fin de curso que suele tener lugar a finales de junio. La emoción es la de los niños y niñas, que ven como se acerca la fecha final para el curso escolar y el inicio de las largas y deseadas vacaciones de verano. El estrés es el de sus padres y madres, que no empezarán las vacaciones ese día y se enfrentarán a una temida pregunta. ¿Qué hacemos con los niños este verano?

Los Mundo: así cambiaron su vida para poder viajar por el planeta
Los Mundo: así cambiaron su vida para poder viajar por el planeta
PUEDE INTERESARTE

Cómo gestionar el verano

La gestión del verano, como todas las vacaciones cuando tienes niños, es muy estresante”, reconoce Rocío. “Hay que coordinar vacaciones en los trabajos, que ya es complicado, sumarle disponibilidad de familias para ayudar, y gestión de expectativas a la hora de viajar con niños”, enumera. "El nivel de estrés lo defino así: han dejado de gustarme las vacaciones, quiero que siempre sea lunes laborable", apunta esta madre.

El proceso para gestionar las vacaciones empieza mucho antes de que se entreguen los boletines de las notas y se guarde la mochila para septiembre. Esther, miembro de la Asociación de Familias Numerosas, es madre de 5 hijos y explica que, si ya “de normal suele ser un encaje de bolillos”, el verano empuja a investigar cursos y talleres y cuadrar por edades.

PUEDE INTERESARTE

Ella recomienda saber muy bien qué van a ofrecer en las áreas de interés (en su familia apuestan por los polideportivos de su ciudad), así cómo y cuándo se abrirán las inscripciones. “Tienes que apuntarte casi a fuego la fecha de apertura”, reconoce. “Te plantas a las 6:30 horas con el termo del café”, indica. Los años en los que cambian los modos se complica todo un poco.

En su caso, le ha resultado más sencillo organizar el verano de su hija más pequeña, porque es un bebé y los horarios de las escuelas infantiles cubren más meses de verano. Aun así, no cree que la solución sea que niñas y niños pasen más meses en el colegio. Sería una solución que no tendría en cuenta las necesidades de la infancia y que olvidaría que el verano en el colegio puede ser duro. Esther apunta que las escuelas no están necesariamente preparadas para las altas temperaturas.

Con todo, ampliar o cambiar los horarios escolares es una de esas ideas que circulan todos los veranos. Rubén Sánchez, secretario general de FACUA, desmonta uno de los argumentos qu e lo suelen respaldar, el de que el profesorado tiene muchas vacaciones. “No es tan real”, puntualiza, recordando que durante el curso tienen otras responsabilidades que van más allá de las horas concretas de clase.

Eso sí, estos meses el profesorado cuenta con una ventaja, que es la de que sus horarios sí coinciden a grandes rasgos con los de las vacaciones de sus criaturas. “Es la solución mágica a los problemas del verano”, bromea Cristina, cuya pareja es docente. Ella teletrabaja, lo que ayuda a cubrir los huecos en la agenda veraniega de sus pequeños, a lo que suma un campamento municipal a finales de junio, momento en el que los profesores todavía tienen trabajo presencial (aunque desde fuera no se vea).

Unos niños se distraen en un parque durante el verano

Algo parecido le pasa a Ángela, que es ella docente y tiene vacaciones en fechas similares a las de sus hijos. Su hija sí irá a un campamento, que organiza de hecho la propia universidad para la que trabaja. Pero observa ese “encaje de bolillos” en la clase de su hija: algo más de la mitad de sus compañeros irán de campamento de 20 de junio a 8 de agosto.

¿Cuánto cuestan los campamentos de verano?

Saber cuántos niños y niñas se irán a algún tipo de campamento este verano y cuánto le costará sus progenitores no es fácil. Las organizaciones de consumidores con las que hemos hablado reconocen que no tienen datos exactos. Tampoco existen estadísticas del histórico de información sobre costes y popularidad.

Las vacaciones de verano, a precio de oro: se duplica el precio de la estancia en muchos puntos de la península
Las vacaciones de verano, a precio de oro: se duplica el precio de la estancia en muchos puntos de la península

Las tarifas fluctúan dependiendo de la ubicación del campamento (tanto si es fuera de la zona de residencia como en la diferencia entre la España rural y la urbana), el tipo o la titularidad. Las actividades de organismos públicos, como ayuntamientos, suelen ser las más baratas. Noelia, otra de las madres que han compartido su experiencia, confirma que desde que vive en el rural es más fácil y, además, las actividades son gratis.

Las privadas varían. Rubén Sánchez apunta que los precios dependen de la oferta y la demanda y que, si hay suficiente clientela potencial, los costes pueden subir porque saben que cubrirán las plazas por muy costoso que sea.

Las familias reconocen que puede salir bastante caro, especialmente si tienes que cubrir muchas semanas y más de un niño o niña. Nuestro muestreo incluye, por ejemplo, 150 euros por quincena y niño, que hay que completar con "madrugadores y comedor", o los 500 euros en un "summer camp" de 4 semanas. “Entre unas cosas y otras, en verano y como no tengas a alguien que te ayude o te toque un campamento municipal gratuito te sale a una media de 400 euros niño/mes, sin contar comida y otras actividades”, apunta Anita, otra de las madres que nos cuenta su experiencia.

El verano ¿es de los abuelos?

“Hay quienes no tienen capacidad económica y tienen que tirar de familias”, apunta Sánchez. Echar mano de abuelas y abuelos es de todo menos raro. La mayor parte de las madres con las que hemos hablado desde Divinity.es reconocen que son una parte fundamental de su estrategia veraniega. Esther es una de las excepciones: en un primer momento no tenían cerca a los abuelos, pero luego se dieron cuenta de que era posible organizarse sin ellos y ahora valoran el no dejarles esa responsabilidad extra.

Lo habitual, sin embargo, es que entren en la ecuación, incluso cuando se cuenta con campamentos, porque o los horarios no coinciden de forma exacta o, como le pasa a una de nuestras encuestadas, su hija es demasiado pequeña como para enviarla de campamentos y se irá de veraneo con sus abuelos.

Unos niños juegan en un parque hinchable

A eso se suma que un campamento no soluciona todo el verano. El experto de FACUA recuerda, de hecho, que hay familias que se ven obligadas a coger vacaciones en fechas diferentes para poder cuidar a los niños. También Tania Camon, consultora y speaker especializada en diversidad y conciliación, recuerda a estas familias que no disfrutan juntas de las vacaciones porque "uno está trabajando mientras el otro está en casa con los hijos".

Aunque, añade, existen algunas realidades familiares a las que se les hace todavía más cuesta arriba tanto el gasto como encontrar figuras de apoyo en el entorno inmediato, como pueden ser las unidades monoparentales o las familias desplazadas a las que abuelos y tías les quedan lejos.

La cuestión de la conciliación

¿Y qué pasa en verano entonces con la conciliación? ¿Nos olvidamos de este tema candente cuando llega el sol? Quizás, conciliación sea una palabra bonita para la teoría, pero no tanto para la práctica.

Camon — autora del libro ‘No es Magia, es conciliación’— confirma que “por mucho que se hable de la conciliación, se la olvida todo el año”. “El reto es entender que otra manera de gestionar las empresas y de producir es posible, porque la conciliación tendría que ponerse encima de la mesa todo el tiempo", señala. No se trata de hacer un favor a madres, padres y personas cuidadoras, incide la experta, sino de crear valor. Camon apunta que hay “un tema muy relevante” en todo esto, porque “se entiende esta flexibilidad como un derecho o un favor para las personas adultas y se nos olvida que es, en realidad, un derecho de la infancia”. También se olvida que cuando se habla de conciliación es algo que aplica a la sociedad a más niveles y en más capas, no solo a las familias con niños.

Tania Camon: "Por mucho que se hable de la conciliación, se la olvida todo el año"

Getty Images

El papel de las empresas es importante (y las madres con las que hemos hablado que pueden teletrabajar confirman que ayuda), pero Camon insiste en que no se trata solo de que las empresas hagan cosas, sino que debe haber "una corresponsabilidad" a todos los niveles, incluyendo también a administraciones y la propia sociedad. “Tiene que ser un trabajo conjunto para poder diseñar otra realidad y otro modelo productivo”, concluye. Seguimos trabajando como en la Revolución Industrial y desde entonces, recuerda, “han pasado siglos y la realidad es otra”.

Y, en cierto modo, cuando hablamos de qué ocurre en el verano tendemos a olvidar septiembre. Finales de agosto y principios de septiembre son períodos con poca o ninguna oferta de campamentos y actividades, pero en los que no todos los padres y madres tienen vacaciones. A eso se suma que los colegios y guarderías tienen períodos de adaptación en la vuelta al cole que, como confirma una de las madres, “vienen a enredar aún más el sudoku”.