Making of del posado de Ana Obregón
Cada año el posado de Ana resulta rompedor con esas posturas de lo quiero todo y lo quiero ahora, pero el verdadero espectáculo está tras las cámaras y en el antes y el después. Ana se reúne con los medios para el desfile de entrevistas ataviada con un vestido de playa largo, estilo hippy, azul con esmeraldas. Despacha a cada periodista con un ojo en las preguntas y otro en el sol. Lo que más preocupa para el posado es que la luz esté justo a su gusto, casi azafranada, en el momento culminante del ocaso. Si no las fotos no salen bonitas, no se cansa de repetir. Para muestra, se niega a conceder entrevistas en zonas de sombra. La organización quiere que la luz moldee su cuerpo y sus gestos. Pero estas exigencias no generan un clima de tensión. Muy al contrario, Ana es todo un despiporre constante. Se le cae el micro, un periodista se lo vuelve a colocar y ahí no falta su comentario socarrón: "Tú lo que querías era tocar teta". Igual de implacable es con los camareros. "A mí sólo Coca Light ¡no me la traigáis normal!" Y entre cada sorbo, unas caladas al cigarro, y nuevas advertencias entre risas: "No me saquéis fumando porque le he dicho a mi madre que lo he dejado y me van a pillar". Cuando ya tiene el triquini y el maquillaje perfectos, cuando el sol está a la altura que le gusta, descenso a la arena de la playa y comienza el posado. Son minutos de frenesí, todos los fotógrafos quieren el mejor ángulo y, entre medias, hay conexiones en directo con las teles. Una de ellas, gastándole una broma a Ana, le salpica con agua de mar en la cara y se acabó el posado. Para ver más, habrá que esperar al verano que viene.
Making of del posado de Ana Obregón
Cada año el posado de Ana resulta rompedor con esas posturas de lo quiero todo y lo quiero ahora, pero el verdadero espectáculo está tras las cámaras y en el antes y el después. Ana se reúne con los medios para el desfile de entrevistas ataviada con un vestido de playa largo, estilo hippy, azul con esmeraldas. Despacha a cada periodista con un ojo en las preguntas y otro en el sol. Lo que más preocupa para el posado es que la luz esté justo a su gusto, casi azafranada, en el momento culminante del ocaso. Si no las fotos no salen bonitas, no se cansa de repetir. Para muestra, se niega a conceder entrevistas en zonas de sombra. La organización quiere que la luz moldee su cuerpo y sus gestos. Pero estas exigencias no generan un clima de tensión. Muy al contrario, Ana es todo un despiporre constante. Se le cae el micro, un periodista se lo vuelve a colocar y ahí no falta su comentario socarrón: "Tú lo que querías era tocar teta". Igual de implacable es con los camareros. "A mí sólo Coca Light ¡no me la traigáis normal!" Y entre cada sorbo, unas caladas al cigarro, y nuevas advertencias entre risas: "No me saquéis fumando porque le he dicho a mi madre que lo he dejado y me van a pillar". Cuando ya tiene el triquini y el maquillaje perfectos, cuando el sol está a la altura que le gusta, descenso a la arena de la playa y comienza el posado. Son minutos de frenesí, todos los fotógrafos quieren el mejor ángulo y, entre medias, hay conexiones en directo con las teles. Una de ellas, gastándole una broma a Ana, le salpica con agua de mar en la cara y se acabó el posado. Para ver más, habrá que esperar al verano que viene.
Making of del posado de Ana Obregón
Cada año el posado de Ana resulta rompedor con esas posturas de lo quiero todo y lo quiero ahora, pero el verdadero espectáculo está tras las cámaras y en el antes y el después. Ana se reúne con los medios para el desfile de entrevistas ataviada con un vestido de playa largo, estilo hippy, azul con esmeraldas. Despacha a cada periodista con un ojo en las preguntas y otro en el sol. Lo que más preocupa para el posado es que la luz esté justo a su gusto, casi azafranada, en el momento culminante del ocaso. Si no las fotos no salen bonitas, no se cansa de repetir. Para muestra, se niega a conceder entrevistas en zonas de sombra. La organización quiere que la luz moldee su cuerpo y sus gestos. Pero estas exigencias no generan un clima de tensión. Muy al contrario, Ana es todo un despiporre constante. Se le cae el micro, un periodista se lo vuelve a colocar y ahí no falta su comentario socarrón: "Tú lo que querías era tocar teta". Igual de implacable es con los camareros. "A mí sólo Coca Light ¡no me la traigáis normal!" Y entre cada sorbo, unas caladas al cigarro, y nuevas advertencias entre risas: "No me saquéis fumando porque le he dicho a mi madre que lo he dejado y me van a pillar". Cuando ya tiene el triquini y el maquillaje perfectos, cuando el sol está a la altura que le gusta, descenso a la arena de la playa y comienza el posado. Son minutos de frenesí, todos los fotógrafos quieren el mejor ángulo y, entre medias, hay conexiones en directo con las teles. Una de ellas, gastándole una broma a Ana, le salpica con agua de mar en la cara y se acabó el posado. Para ver más, habrá que esperar al verano que viene.
Making of del posado de Ana Obregón
Cada año el posado de Ana resulta rompedor con esas posturas de lo quiero todo y lo quiero ahora, pero el verdadero espectáculo está tras las cámaras y en el antes y el después. Ana se reúne con los medios para el desfile de entrevistas ataviada con un vestido de playa largo, estilo hippy, azul con esmeraldas. Despacha a cada periodista con un ojo en las preguntas y otro en el sol. Lo que más preocupa para el posado es que la luz esté justo a su gusto, casi azafranada, en el momento culminante del ocaso. Si no las fotos no salen bonitas, no se cansa de repetir. Para muestra, se niega a conceder entrevistas en zonas de sombra. La organización quiere que la luz moldee su cuerpo y sus gestos. Pero estas exigencias no generan un clima de tensión. Muy al contrario, Ana es todo un despiporre constante. Se le cae el micro, un periodista se lo vuelve a colocar y ahí no falta su comentario socarrón: "Tú lo que querías era tocar teta". Igual de implacable es con los camareros. "A mí sólo Coca Light ¡no me la traigáis normal!" Y entre cada sorbo, unas caladas al cigarro, y nuevas advertencias entre risas: "No me saquéis fumando porque le he dicho a mi madre que lo he dejado y me van a pillar". Cuando ya tiene el triquini y el maquillaje perfectos, cuando el sol está a la altura que le gusta, descenso a la arena de la playa y comienza el posado. Son minutos de frenesí, todos los fotógrafos quieren el mejor ángulo y, entre medias, hay conexiones en directo con las teles. Una de ellas, gastándole una broma a Ana, le salpica con agua de mar en la cara y se acabó el posado. Para ver más, habrá que esperar al verano que viene.
Making of del posado de Ana Obregón
Cada año el posado de Ana resulta rompedor con esas posturas de lo quiero todo y lo quiero ahora, pero el verdadero espectáculo está tras las cámaras y en el antes y el después. Ana se reúne con los medios para el desfile de entrevistas ataviada con un vestido de playa largo, estilo hippy, azul con esmeraldas. Despacha a cada periodista con un ojo en las preguntas y otro en el sol. Lo que más preocupa para el posado es que la luz esté justo a su gusto, casi azafranada, en el momento culminante del ocaso. Si no las fotos no salen bonitas, no se cansa de repetir. Para muestra, se niega a conceder entrevistas en zonas de sombra. La organización quiere que la luz moldee su cuerpo y sus gestos. Pero estas exigencias no generan un clima de tensión. Muy al contrario, Ana es todo un despiporre constante. Se le cae el micro, un periodista se lo vuelve a colocar y ahí no falta su comentario socarrón: "Tú lo que querías era tocar teta". Igual de implacable es con los camareros. "A mí sólo Coca Light ¡no me la traigáis normal!" Y entre cada sorbo, unas caladas al cigarro, y nuevas advertencias entre risas: "No me saquéis fumando porque le he dicho a mi madre que lo he dejado y me van a pillar". Cuando ya tiene el triquini y el maquillaje perfectos, cuando el sol está a la altura que le gusta, descenso a la arena de la playa y comienza el posado. Son minutos de frenesí, todos los fotógrafos quieren el mejor ángulo y, entre medias, hay conexiones en directo con las teles. Una de ellas, gastándole una broma a Ana, le salpica con agua de mar en la cara y se acabó el posado. Para ver más, habrá que esperar al verano que viene.
Making of del posado de Ana Obregón
Cada año el posado de Ana resulta rompedor con esas posturas de lo quiero todo y lo quiero ahora, pero el verdadero espectáculo está tras las cámaras y en el antes y el después. Ana se reúne con los medios para el desfile de entrevistas ataviada con un vestido de playa largo, estilo hippy, azul con esmeraldas. Despacha a cada periodista con un ojo en las preguntas y otro en el sol. Lo que más preocupa para el posado es que la luz esté justo a su gusto, casi azafranada, en el momento culminante del ocaso. Si no las fotos no salen bonitas, no se cansa de repetir. Para muestra, se niega a conceder entrevistas en zonas de sombra. La organización quiere que la luz moldee su cuerpo y sus gestos. Pero estas exigencias no generan un clima de tensión. Muy al contrario, Ana es todo un despiporre constante. Se le cae el micro, un periodista se lo vuelve a colocar y ahí no falta su comentario socarrón: "Tú lo que querías era tocar teta". Igual de implacable es con los camareros. "A mí sólo Coca Light ¡no me la traigáis normal!" Y entre cada sorbo, unas caladas al cigarro, y nuevas advertencias entre risas: "No me saquéis fumando porque le he dicho a mi madre que lo he dejado y me van a pillar". Cuando ya tiene el triquini y el maquillaje perfectos, cuando el sol está a la altura que le gusta, descenso a la arena de la playa y comienza el posado. Son minutos de frenesí, todos los fotógrafos quieren el mejor ángulo y, entre medias, hay conexiones en directo con las teles. Una de ellas, gastándole una broma a Ana, le salpica con agua de mar en la cara y se acabó el posado. Para ver más, habrá que esperar al verano que viene.
Making of del posado de Ana Obregón
Cada año el posado de Ana resulta rompedor con esas posturas de lo quiero todo y lo quiero ahora, pero el verdadero espectáculo está tras las cámaras y en el antes y el después. Ana se reúne con los medios para el desfile de entrevistas ataviada con un vestido de playa largo, estilo hippy, azul con esmeraldas. Despacha a cada periodista con un ojo en las preguntas y otro en el sol. Lo que más preocupa para el posado es que la luz esté justo a su gusto, casi azafranada, en el momento culminante del ocaso. Si no las fotos no salen bonitas, no se cansa de repetir. Para muestra, se niega a conceder entrevistas en zonas de sombra. La organización quiere que la luz moldee su cuerpo y sus gestos. Pero estas exigencias no generan un clima de tensión. Muy al contrario, Ana es todo un despiporre constante. Se le cae el micro, un periodista se lo vuelve a colocar y ahí no falta su comentario socarrón: "Tú lo que querías era tocar teta". Igual de implacable es con los camareros. "A mí sólo Coca Light ¡no me la traigáis normal!" Y entre cada sorbo, unas caladas al cigarro, y nuevas advertencias entre risas: "No me saquéis fumando porque le he dicho a mi madre que lo he dejado y me van a pillar". Cuando ya tiene el triquini y el maquillaje perfectos, cuando el sol está a la altura que le gusta, descenso a la arena de la playa y comienza el posado. Son minutos de frenesí, todos los fotógrafos quieren el mejor ángulo y, entre medias, hay conexiones en directo con las teles. Una de ellas, gastándole una broma a Ana, le salpica con agua de mar en la cara y se acabó el posado. Para ver más, habrá que esperar al verano que viene.
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Cada año el posado de Ana resulta rompedor con esas posturas de lo quiero todo y lo quiero ahora, pero el verdadero espectáculo está tras las cámaras y en el antes y el después. Ana se reúne con los medios para el desfile de entrevistas ataviada con un vestido de playa largo, estilo hippy, azul con esmeraldas. Despacha a cada periodista con un ojo en las preguntas y otro en el sol. Lo que más preocupa para el posado es que la luz esté justo a su gusto, casi azafranada, en el momento culminante del ocaso. Si no las fotos no salen bonitas, no se cansa de repetir. Para muestra, se niega a conceder entrevistas en zonas de sombra. La organización quiere que la luz moldee su cuerpo y sus gestos. Pero estas exigencias no generan un clima de tensión. Muy al contrario, Ana es todo un despiporre constante. Se le cae el micro, un periodista se lo vuelve a colocar y ahí no falta su comentario socarrón: "Tú lo que querías era tocar teta". Igual de implacable es con los camareros. "A mí sólo Coca Light ¡no me la traigáis normal!" Y entre cada sorbo, unas caladas al cigarro, y nuevas advertencias entre risas: "No me saquéis fumando porque le he dicho a mi madre que lo he dejado y me van a pillar". Cuando ya tiene el triquini y el maquillaje perfectos, cuando el sol está a la altura que le gusta, descenso a la arena de la playa y comienza el posado. Son minutos de frenesí, todos los fotógrafos quieren el mejor ángulo y, entre medias, hay conexiones en directo con las teles. Una de ellas, gastándole una broma a Ana, le salpica con agua de mar en la cara y se acabó el posado. Para ver más, habrá que esperar al verano que viene.
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Cada año el posado de Ana resulta rompedor con esas posturas de lo quiero todo y lo quiero ahora, pero el verdadero espectáculo está tras las cámaras y en el antes y el después. Ana se reúne con los medios para el desfile de entrevistas ataviada con un vestido de playa largo, estilo hippy, azul con esmeraldas. Despacha a cada periodista con un ojo en las preguntas y otro en el sol. Lo que más preocupa para el posado es que la luz esté justo a su gusto, casi azafranada, en el momento culminante del ocaso. Si no las fotos no salen bonitas, no se cansa de repetir. Para muestra, se niega a conceder entrevistas en zonas de sombra. La organización quiere que la luz moldee su cuerpo y sus gestos. Pero estas exigencias no generan un clima de tensión. Muy al contrario, Ana es todo un despiporre constante. Se le cae el micro, un periodista se lo vuelve a colocar y ahí no falta su comentario socarrón: "Tú lo que querías era tocar teta". Igual de implacable es con los camareros. "A mí sólo Coca Light ¡no me la traigáis normal!" Y entre cada sorbo, unas caladas al cigarro, y nuevas advertencias entre risas: "No me saquéis fumando porque le he dicho a mi madre que lo he dejado y me van a pillar". Cuando ya tiene el triquini y el maquillaje perfectos, cuando el sol está a la altura que le gusta, descenso a la arena de la playa y comienza el posado. Son minutos de frenesí, todos los fotógrafos quieren el mejor ángulo y, entre medias, hay conexiones en directo con las teles. Una de ellas, gastándole una broma a Ana, le salpica con agua de mar en la cara y se acabó el posado. Para ver más, habrá que esperar al verano que viene.
Making of del posado de Ana Obregón
Cada año el posado de Ana resulta rompedor con esas posturas de lo quiero todo y lo quiero ahora, pero el verdadero espectáculo está tras las cámaras y en el antes y el después. Ana se reúne con los medios para el desfile de entrevistas ataviada con un vestido de playa largo, estilo hippy, azul con esmeraldas. Despacha a cada periodista con un ojo en las preguntas y otro en el sol. Lo que más preocupa para el posado es que la luz esté justo a su gusto, casi azafranada, en el momento culminante del ocaso. Si no las fotos no salen bonitas, no se cansa de repetir. Para muestra, se niega a conceder entrevistas en zonas de sombra. La organización quiere que la luz moldee su cuerpo y sus gestos. Pero estas exigencias no generan un clima de tensión. Muy al contrario, Ana es todo un despiporre constante. Se le cae el micro, un periodista se lo vuelve a colocar y ahí no falta su comentario socarrón: "Tú lo que querías era tocar teta". Igual de implacable es con los camareros. "A mí sólo Coca Light ¡no me la traigáis normal!" Y entre cada sorbo, unas caladas al cigarro, y nuevas advertencias entre risas: "No me saquéis fumando porque le he dicho a mi madre que lo he dejado y me van a pillar". Cuando ya tiene el triquini y el maquillaje perfectos, cuando el sol está a la altura que le gusta, descenso a la arena de la playa y comienza el posado. Son minutos de frenesí, todos los fotógrafos quieren el mejor ángulo y, entre medias, hay conexiones en directo con las teles. Una de ellas, gastándole una broma a Ana, le salpica con agua de mar en la cara y se acabó el posado. Para ver más, habrá que esperar al verano que viene.