"You… here… Granada... Mojama": Cuatro palabras han separado todo este tiempo a la 'Porrona' del estrellato mediático. Se las espetó a Michelle Obama después de bailar para ella y su hija en las cuevas de Sacromonte, cuna del flamenco de raza. Desde entonces, la artista anteriormente conocida como la 'Porrona' se hace llamar la 'Porrona Mojama'. Divinity.es ha hablado con esta mujer de duende sobre el suceso, su vida y las fiestas de famosos de medio mundo en las que ha taconeado.
Todo el país sigue conmocionado con su 'lapsus'. Ella se ríe del revuelo y atiende aquí y allá en su bar de Granada a los curiosos que se interesen por la anécdota del año. Un poco más arriba, en las cuevas, aprendió a bailar como quien juega. Con ocho años ya actuaba para famosos de todo el planeta, que subían sudorosos la cuesta de acceso con la esperanza de palmear algo auténtico.
Tiene arte. Y el sentido del humor por bandera. "Yo me estoy todo el día riendo. Tengo un bar en la plaza larga del Albaycín (antiguo barrio árabe de Granada) y la gente se parte cuando voy con mi bandeja bailando y cantando. Prefiero el cante, ¿no sabes? Pero desde que me operaron de pólipos, se acabó el escenario para eso", confiesa por teléfono desde el genuino local, repleto de instantáneas de sus actuaciones.
Ahora "amontona" 56 años, dos hijos y el doble de nietos. En estas cuatro décadas ha actuado para, entre otros muchos, el Rey Juan Carlos ("que es mu’ agradable"); Sofía y Letizia ("tengo fotos chulas con ellas"); Balduino ("me quiso tirar a una poza con agua"), varios "reyes árabes, que no me acuerdo de cómo se llaman"; actores internacionales ("Ava Gardner era muy guapa y cuando vino Omar Sharif me agarré al taxi y me caí en una curva") y hasta astronautas ("a Pedro Duque le pregunté si había hecho el amor allá arriba").
Sobre Michelle sólo se permite halagos. Dice que le sorprendió su "sonrisa y su sencillez de buena gente". También su salero a las palmas pero es que "ya se sabe", la gente de color "tiene el ritmo en las venas", comenta. "Eso sí, a mi me da que la mujer del Bush no hubiese sido tan maja", añade bajando la voz. Como detalle, le regalaron una mantilla a la madre y un abanico a la hija y sus amiguitas.
Precisamente gracias a su restaurante pudo comunicarse con la primera dama del mundo. "¿Que si me entendió? ¡Pues claro! Yo sólo he ido un día a la escuela, pero me he preocupado por saber leer, escribir, hacer mis cuentas y aprender idiomas. Por los clientes sé una ‘mijina’ de inglés, de francés y de italiano: Lo de 'vulevú' y así".
A bailar le enseñó su madre y los otros vecinos de las cuevas, que en los cincuenta ya sabían del imán que su austera vida cotidiana tenía para los visitantes. "Éramos más pobres que qué. Me ponía en la puerta de la cueva para que los turistas me sacasen fotos y pedirles una peseta. Luego iba a comprarme un bocadillo de mantequilla y chocolate, que era lo que comía en todo el día", rememora la artista.
Desde entonces se ha buscado la vida, ya sea poniendo pescaíto frito, o yendo de gira con Estrella Morente, o actuando en Sacromonte, o animando saraos en bautizos, bodas y comuniones. "Voy donde me llamen, todo lo que como me lo he ganado yo", suelta como un lema.
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Sabe que esta inesperada ascensión a las portadas es cosa de un día, pero ya nota las consecuencias de la onda expansiva. Las visitas a su negocio se han multiplicado, la gente la saluda por la calle, le han llamado amigos de muchos países y parece que van a surgir más actuaciones. La 'Porrona Mojama' se alegra "una jartá" de haberse presentado voluntaria para bailarle gratis a Michelle.
"Sí, sí, fue gratis. A mi ella no me ha pagado, lo que no sé es si a los dueños de la cueva les habrá caído algo. Yo en eso no me meto", comenta entre risas. Para seguir en la red este y otros artículos sobre su persona se acaba de comprar un ordenador y este invierno tiene planeado apuntarse "a uno de esos cursos de Interné". Mientras, le pide a los nietos que le echen una mano: "¿Cómo dices que se escriben las ‘uves dobles’ antes de divinity, hija?".