“Si quieres votar a Putin, ahora puedes”. Con este contundente eslogan se presenta Adelina Putin a concejal en el Véneto, la región del norte de Italia que abarca Venecia y Verona. Lo hace por el partido de derechas Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia, como se llama el himno nacional italiano) y podría tener opciones de ocupar el escaño.
Locutora de radio y DJ ocasional, Adelina asegura que “me encantan las armas, soy una gran aficionada a ir al campo de tiro, practico ‘body building’ y escalo paredes”, actividades que le acercan un poco más a su lejano pariente Vladimir Putin, el carismático Presidente de Rusia. De hecho no duda en subir a sus redes sociales (@adeputin) poses parecidos a los que protagoniza su primo.
“Siempre me ha gustado mi apellido, pero me gusta mucho más desde que Vladimir apareció en la escena pública”, ha confesado la italiana en una de las muchas entrevistas que ha protagonizado estos días de campaña electoral. De hecho “putin” es una palabra del dialecto que se habla en el Véneto y significa “niño pequeño”.
No es la única explicación científica que da la explosiva política. Asegura que sus ancestros eran artesanos que fueron reclutados por las tropas de Pedro el Grande para construir San Petersburgo allá por el siglo XVIII y que por eso hay Putin en Rusia y en el norte de Italia. A partir de ahí, ya la imaginación que cada uno le quiera poner: “Todos en casa tenemos una peca en la cara y fíjate, él también la tiene”.
El periódico ruso “Moskovskij Komsomolets’ ya publicó en 2005 que el mandatario podía tener orígenes italianos, algo que él sí conocía pero que había tratado de ocultar toda su vida, incluso a su mujer. Para Adelina es, sin embargo, un orgullo: “Al menos necesitaríamos siete Putins en Italia para curar las heridas de los últimos 40 años de la historia de Italia. Y Vladimir puede parecer un dictador, pero por lo que yo sé es un buen hombre”.
“Admiro su decisión, su manera de resolver los problemas. Tiene el carácter de un verdadero líder”, explica Adelina.
‘La sexy cugina di Putin’, como se la conoce en los medios italianos, quizás no consiga sus objetivos políticos pero desde luego se ha convertido en el gran atractivo de esta campaña electoral y sin duda sus bolos en discotecas y fiestas populares se multiplicarán como la espuma. Desde luego cara no le falta: “Yo no he sido nunca una agente del KGB pero, quién sabe, a lo mejor sí que he sido una espía”.