Felipe y Letizia en el Cervantes: ¿Listos para reinar?

divinity.es 23/04/2012 21:31

Ni rey ni premiado en el Premio Cervantes de este año. Nicanor Parra no ha viajado a España a recoger el premio y ha mandado a su nieto Cristóbal Ugarte, que ha hablado y recogido el galardón en su nombre. Juan Carlos, el rey, tampoco ha podido asistir así que en pleno debate sucesorio, Felipe y Letizia han presidido un anti-premio sin anfitrión ni galardonado (nótese el guiño a la antipoesía del premiado). Al grano pues: ¿han estado Felipe y Letizia a la altura? ¿Están listos para reinar? Divinity.es analiza cada detalle de su regia comparecencia en el Cervantes.

El príncipe heredero: un futuro rey moderno y con canas

La intervención de Felipe pasa del notable alto. Se nota que se ha preparado, que ha esperado y se le ve dispuesto. Lee mejor que su padre (la edad también se nota en esto). Vocaliza mejor y se nota que le han enseñado a marcar los tiempos (aunque es importante que no abandone estas clases de momento, porque aún puede mejorar). Cita bien y pronuncia correctamente cada nombre: Lorca, a Cervantes, Parra, Arcipreste, Nicanor, Harold Bloom, Walt Whitman.

El chaqué le sienta como un guante –se nota que lo ha llevado desde niño y no parece impostado sino británico y moderno—y las canas hacen notar que la sucesión debería producirse pronto si queremos que llegue maduro y no anciano al cargo.

Sólo algunos detalles para mejorar en futuras intervenciones: mira demasiado al texto durante la lectura. Estaría mejor que pudiéramos ver esos ojos azules entre parrafada y parrafada para darle cercanía al texto. Pero bueno, se lo puede permitir por aquello de que esta familia siempre ha ido sobrada de cercanía. Y se recomienda además corregir el tono eclesiástico para el futuro por aquello de no confundir la palabra del rey con la palabra de Dios. Que no están los tiempos para bromas de este tipo.

La princesa Letizia: perfil bajo, de blanco y negro

Es evidente que Letizia ha querido pasar desapercibida con un modelo blanco y negro abotonadito hasta el cuello: discreto y colegial. Es posible incluso que se haya puesto de acuerdo con Esperanza Aguirre para que apostara por un regio rojo sangre, pues la presidenta de la Comunidad se ha vestido como una reina para el Cervantes, aunque ésta es otra historia. De todas formas, nuestra Letizia es protagonista aunque se empeñe en lo contrario. No sabemos si su atuendo es un homenaje personal a Nicanor Parra dado que la mujer que ha acompañado al nieto del autor (y cuya identidad aún desconocemos) iba vestida prácticamente igual a nuestra princesa. ¿Tendrá un sentido literario el look de Letizia? ¿Se puede estar tan en todo?

Literario o no, lo que está claro es que nuestra princesa resta al príncipe la edad que le suman sus canas. Hacen buena pareja. Él habla con tono escolástico y ella atiende con cara de niña de colegio (privado) de monjas. Tiene algunos gestos que nos recuerdan a los de la reina (aunque Sofía siempre fue más espontánea y a veces hasta nos dejaba ver su cara de aburrimiento entre tanto discurso leído de carril...) Pero bien al perfil bajo de la consorte. Lo que pasa es que lo haga como lo haga siempre termina siendo la prota.

Sus Altezas Reales se tocan y se dan la mano

Las tasas universitarias se han multiplicado por dos hace solo unos días en España, el presupuesto para educación se ha recortado un 20% y el número de alumnos por aula en los colegios se aumentará en la misma media el próximo año. José Ignacio Wert está siendo muy criticado en el entorno universitario en los últimos días pero en el claustro de la Universidad de Alcalá de Henares la idílica instantánea hacía olvidar cualquier contexto. Los príncipes han convertido en otro el objeto de análisis: ¿Te has fijado en cuanto se quieren? Pues sí. De la mano han paseado por el jardín. Y después del brazo, entrelazados cual regio imperdible.

A diferencia de Sus Majestades, Sus Altezas Reales se tocan, se miran, se dan la mano. ¡Se gustan! Y el hecho de que ellos se gusten tanto, hace que a los demás nos gusten más. Él nunca le dirá a ella aquello de “Pero déjame acabar un momento”, con tanto aplomo como el rey le espetó a Sofía. Esta pareja es otra cosa. Aquí, la que pide hablar, desde el principio, es ella. Aunque hay que reconocer que calladita, cada día está más guapa.