¿Por qué mola tanto la serie Mad Men?

divinity.es 21/10/2011 19:47

Entra por los ojos. Su caracterización de época es impecable. Y encima es esa maldita época, el tránsito de los años cincuenta a los años sesenta, el espacio entre la muerte del Rock and Roll (1958) y la llegada de los Beatles (1965). Unos años en los que la sociedad estadounidense cambió de cabo a rabo y, al mismo tiempo, o bajo su influencia, lo hizo el resto del mundo.

Pero Mad Men no sólo es una serie imprescindible por tener un vestuario estudiado al detalle, con una directora de arte que invierte más en el atrezzo de los extras y secundarios que en los protagonistas. No sólo es maravillosa por haber reunido hasta el último electrodoméstico más olvidado para sacarlo en escena y recrear una atmósfera que hiera de pura nostalgia a quienes vivieron la época. Mad Men es mucho más.

Es una obra cuyos creadores presumen de despreciar los arquetipos televisivos. No van a llamar la atención del espectador con efectismos, trucos dramáticos o escenas de acción. Quieren que todo se cocine a fuego lento y el televidente que no tenga paciencia para sumergirse despacio en todo el mar de tramas y subtramas, puede bajarse de la nave cuando quiera.

En la serie de Matthew Weiner se habla de la superficialidad. O, dicho de otro modo, de la coraza de prejuicios, conductas adquiridas, reflejos moralistas automáticos y parapetos sexistas que han impedido durante el siglo XX al ser humano ser lo que realmente es. Esa búsqueda de uno mismo, lacerante y casi muchas veces infructuosa, es el punto de partida de los personajes, cada cual con sus circunstancias y naturaleza, desde el primer capítulo de la serie.

No hay pudor en mostrar a los personajes bebiendo desde las once de la mañana. Es raro que no haya un cigarrillo en pantalla. Una mujer con talento es calificada como un perro tocando el piano. Mad Men no esconde nada de lo que fue, y en muchos lugares sigue siendo, una sociedad rica y acomodada que sin embargo en su interior se sentía como en una cárcel.

La publicidad es el eje conductor de toda la historia. La creación de anuncios, el combustible del consumismo, son el entorno idóneo -una agencia de publicidad- para desenmarañar desde la raíz todo aquello que creemos que somos, que suponemos que tenemos que hacer, pero que en el fondo nos hace infelices.

Los personajes de Mad Men viven en un tiempo y en lugar en el que la sociedad estaba a punto de explotar. Los movimientos hippies, la liberación de la mujer y de los derechos civiles de los negros. El viejo mundo hizo aguas en esta década y los coetáneos saltaron de la mentalidad de un siglo a otro en cuestión de un par de años.

Esta serie no sólo refleja las contradicciones de un tiempo pasado, también tiene respuestas para muchos de los problemas a los que te enfrentas hoy.