Devendra Banhart: "Me interesa mucho la ambigüedad, soy un simio en mármol rosa"

divinity.es 29/09/2016 20:00

Lleva un traje impecable, hecho a medida. Y chancletas con calcetines rosas. También uñas largas en ambas manos. Devendra Barhart es así. Pasa de lo folky a lo hipster y de lo espiritual a Natalie Portman, su ex más hollywoodiense, sin (des)peinarse. Este hijo de hippies venezolanos al que pusieron por nombre 'dios del trueno', este eterno adolescente que se fue a vivir con su madre a Los Ángeles siendo apenas un niño, no ficha en ninguna etiqueta... aunque intentan meterle en muchas. A él solo le gusta una, la de músico que trae su noveno disco, llamado no por casualidad 'Ape in the Pink Marble' ('Simio en mármol rosa'). Nos lo cuenta en una suite desde la que se ve todo Madrid.

Se toca el pelo cada vez que busca una palabra en español que se le resiste. También cuando mete alguna expresión en inglés en mitad de la conversación. Le proponemos hablar sobre creatividad. "Pagaría lo que fuese por saber cómo funciona, no tengo ni idea", dice a pesar de componer sus propios temas, exponer sus pinturas en museos de arte contemporáneo y haber diseñado lámparas con otra de sus ex, Ana Kras (otro icono de lo indie neoyorkino). En seguida se dejará llevar fácil por la conversación ("soy muy de fluir", dice), así que pronto sabremos lo que le ronda de verdad últimamente, y eso no suele darse en las entrevistas: "estoy investigando sobre la ambigüedad, y eso no tiene nada que ver con la sexualidad, sino con la parte femenina y masculina que todos llevamos dentro". Devendra potente.

¿Por qué un 'simio en mármol rosa'?

Es una imagen. Una que me gusta mucho. Me asusta y me atrae a la vez: un mono vivo y animado, hecho de mármol rosado, que se esconde en las sombras de un cuarto. Abres la puerta y desaparece, pero luego vuelve a salir en lo oscuro.

¿Eres un poco tú?

Sí, me interesa mucho la ambigüedad. Es un símbolo que he estado explorando desde que empecé a escribir, que no tiene que ver con la sexualidad ni con hombres ni mujeres, sino con la energía masculina y femenina que hay dentro de cada individuo. Es algo viejo: dioses y diosas hindúes y egipcios, la estrella de David, arriba y abajo en el triángulo… El simio en mármol rosa es mi aportación del símbolo.

¿Cómo es esa parte masculina?

No tiene mucho aquí arriba, es agresivo, básico, muy físico, lo hace todo a través de la fuerza…

¿Y la femenina?

El mármol es fuerte, pero de ese color tiene también algo frágil. Tiene una suavidad que me interesa. Sus líneas le dan mucha profundidad… Pienso que las mujeres son mejores que los hombres y que el gran desequilibrio que sufre la humanidad tiene que ver con el miedo que los hombres tienen a las mujeres. Todos los espíritus que nacen del cuerpo de la mujer tienen una experiencia de este mundo más sagrada. Todos tenemos algo de estas dos energías dentro: tiene que ver con la armonía.

Todas tus creaciones tienen algo de ambiguo, de dos cosas a la vez, ¿crees que tiene que ver que seas de Venezula y Los Ángeles al mismo tiempo? ¿Es como no ser de ningún sitio?

Diría que sí. Fíjate que llevo viviendo en la misma casa dos años y eso es increíble para mí. Estuve 10 años sin vivir en el mismo lugar por más de seis meses... Si seguía en la misma ciudad, me mudaba de casa. Siempre había una gira, una grabación… En realidad da un poco de miedo por fin quedarme en un solo lugar.

¿Te hace crear mejor tanto movimiento?

No es bueno para mi mudarme tanto. Me gustan los sitios tranquilos y en silencio.

¿Tuvo algo que ver en Ana Kras en ese 'asentamiento'?

Bueno, coincidió un poco en época, pero no sé si fue decisiva. Nos conocimos cuando vino a hacer unas fotos de mi última casa en Los Ángeles para una revista de arquitectura de interiores. Nos enamoramos y fue increíble. A los cinco minutos le pedí que se casase conmigo. Hace dos años que no estamos y ya no vivimos juntos en Nueva York, pero ella me abrió a un mundo que no sabía que existía. Fuimos colaboradores en muchas cosas, de hecho codiseñó conmigo mi último álbum y también cantó un tema. Sigue siendo una persona importante en mi vida, pero ahora mismo solo somos colegas artísticos y amigos.

¿Qué aprendiste de ella?

Me cambió la vida, me enseñó cosas sobre diseño y arquitectura que no conocía. Me encanta su arte y la amo, la verdad.

¿Y de Natalie Portman?

Me interesaba la persona, no Hollywood... Hay muchas cosas de ella que no se saben, como sus donaciones. Además, es muy inteligente y muy dulce.

¿Dónde vives ahora?

En un barrio mexicano en Los Ángeles. Llevo un par de años viviendo solo, de hecho mi madre me está enseñando a cocinar arroz. Intento también cuidar de mis plantas, pero no siempre lo consigo. Casi todos mis amigos tienen familia, así que ahora soy como la tía que va de visita y les enseña a pintar cerámicas y jugamos a pintar…

¿Eres el tío enrollado entonces?

(Risas) Algo así: el tío enrollado o la tía loca. Es muy exótico para mi todo eso, cuando llego a casa después es como volver a ser niño.

¿Te gustan los niños?

Claro que sí. Aunque no todos (risas). Como las personas, no todas me caen bien. Me gustaría tener hijos, pero no he conocido aún a ninguna persona tan ignorante como para que quiera tenerlos conmigo (risas).

¿Es verdad esa anécdota de que siempre dejas el cepillo de dientes colocado del mismo modo?

Hay veces que hasta he perdido la noción del tiempo y el espacio. Te sientes algo despegado del mundo, perdido. Como un náufrago, un huérfano. Necesitas un poquito de consistencia, algo que te indique que estás volviendo a tu casa. Por eso intento colocar mi cepillo de dientes y mi champú siempre del modo que me gusta. No quiero tampoco parecer que me quejo, la parte buena es que a la vez sientes que todo el mundo puede ser tu casa. La única casa de verdad está en tu corazón.

¿Qué tal te llevas con la soledad?

Tengo una relación intensa con ella desde pequeñito. Desde que empecé a ser una persona, es decir, desde que pasé de bebé a niño pequeño, ya decidieron por mí que era gay. Nací en una cultura latina machista y era tan femenino que ellos decidieron sin más por mí. No me gustaban los deportes, quería cantar y dibujar… no era un 'macho' al uso. No había esperanza para mí, no tenía mucho valor de repente, no había mucho que yo pudiera hacer con mi vida. Me crie con mis tres primos y los adultos decidieron que uno sería arquitecto, el otro médico y otro un tipo de negocios. Y yo, Ovi (me llamaban por mi segundo nombre porque Devendra era demasiado raro), solo iba a ser gay. Ahí comencé a experimentar la soledad de un modo que dolía.

¿Sigue doliendo?

Casi nada ya. Pero al mismo modo fue algo muy liberador, porque no tenía la presión que mis primos sufrieron de 'vas a ser esto o lo otro'.

Así que decidiste ser todo a la vez…

Efectivamente, vi que ese lado creativo era el mío. De hecho, cuando tenía como nueve años me acabaron de ayudar... Un día canté a toda la familia una canción que había compuesto y cuando acabé me dijeron: 'por favor, nunca más vuelvas a hacer eso'. Y esa frase me ayudó muchísimo (risas).

Por último, un juego: te digo una palabra y tú otra que te inspire...

España: Una pintura hecha de sangre

Niñez: Una puerta en el cielo.

Mamá: Papaya

Papá: Mamaya

Miedo: Una forma de miel sagrada

Amor: Una forma de miel sagrada

Simio: Cuando me miro al espejo

Tortilla de patata: Si vamos a hablar de cosas eróticas, necesito un trago primero.

Trueno (Devendra significa en hindú 'dios del trueno'): Vacas