Alaya o cómo ser una jueza implacable y estilosa en un mundo de hombres

divinity.es 10/09/2013 14:06

Es discreta, atractiva y férrea. Mercedes Alaya, que algunos llaman ya la nueva ‘jueza estrella’, ha puesto en jaque en Andalucía a los socialistas con el 'caso de los ERE' (acaba de imputar a Griñán y Chaves), a los populares con el de los suelos de Mercasevilla y a los béticos por irregularidades en la gestión del club. Esta madre de cuatro hijos de 50 años, casada con el auditor sevillano Jorge Castro, tiene además sorprendidos a los medios con sus elegantes estilismos y el aura de misterio que desprende con cada intervención. ¡Tiene hasta un club de fans en Facebook!

Mercedes Carmen Alaya Rodríguez no siempre ha tenido el peso judicial y mediático con el que cuenta ahora, gracias a los casos peliagudos que le ha tocado encarar. Las cosas no han sido fáciles para esta sevillana (20 de junio de 1963), la más pequeña de una familia de Écija de tres hermanas, que desde la facultad tuvo que hacerse respetar en un mundo de hombres y se quedó embarazada muy joven, con apenas veinte años.

Alaya siempre ha ido conseguido lo que se ha propuesto, al menos en lo profesional, la única de sus aristas que deja visible a la luz pública. Sus compañeros de la universidad de derecho la han definido como "un cerebrito" en varios medios, y parece que tienen algo de razón, ya que aprobó las oposiciones a judicatura, de las más complicadas que existen, con apenas 25 años.

Comenzó su carrera judicial en 1988, en la localidad sevillana de Carmona (Juzgado de Primera Instancia número 2) y dos años más tarde pasó a Fuengirola (número 4), donde tuvo su debut mediático al condenar al alcalde de la localidad, Sancho Adam, por malversación de fondos públicos. Su siguiente y definitivo destino estuvo en Sevilla (primero en el número 20 y luego en el 6), donde se ha ganado el respeto de los funcionarios por su milimétrico control y su capacidad de trabajo. Tampoco hay que olvidar la frescura colorida que aporta su vestuario.

Según los que la conocen, Alaya tiene dos caras. Una pública y profesional que roza lo 'cortante' (son famosos sus implacables interrogatorios y ningún micro ha conseguido arrancarle una declaración a la salida o entrada de los juzgados) y otra personal, más amable, que mantiene en un segundo plano y la reserva para sus íntimos.

En ese espacio privado habitan sus cuatro hijos y su esposo, el auditor Jorge Castro: "Con mi marido no hablo de temas jurídicos, bastante tenemos con nuestras jornadas de trabajo", explicó cuando intentaron acusarle de parcialidad, ya que Castro había auditado una de las empresas implicadas en el caso de los ERE. Un tema que le está trayendo más de un dolor de cabeza: estuvo de baja por intensas migrañas hace unos meses.

Es difícil verla en los saraos sociales de Sevilla, pero su manejo de la moda es otra de sus facetas que más brilla. Ha conseguido incluso que el maletín-carrito, en el que lleva día sí y día también parte de los 16.000 folios de sumario de los ERE, más de otros 200.000 aportados por la Junta, sea un complemento más.

Alaya ha puesto un punto de color a los anodinos estilismos de los pasillos. Conocidos son sus estampados floreados, sus vestidos y escotes de corte sobrio pero elegante y el juego de chaquetas de diferentes texturas que combina. No olvida los detalles: broches, pañuelos y bolsos son habituales en su cotidianidad.

En el maquillaje sigue la máxima de menos es más: apenas rimel y línea negra para subrayar la fuerza de la mirada y tenues coloretes en los pómulos. También en las joyas opta por la discrección. Suele llevar pendientes de brillantes y algún que otro pequeño colgante. Cero ostentación.

Tanto interés ha despertado que incluso se ha creado un club de fans en Facebook, que cuenta ya con más de 21.000 miembros, donde pueden seguirse las novedades de sus procedimientos y las incorporaciones de su armario.