Una cosa es tener un prototipo de pareja y otra es enamorarse de la fotocopia de tu ex. Algunos famosos se han enamorado de personas que son clones exactos de su anterior relación. Oteradas, siempre al quite de la realidad social de las celebridades, analiza con mimo científico este fenómeno.
Lara Álvarez parece haber olvidado pronto el mal trago de su ruptura con Fernando Alonso. Según las revistas mejor informadas del kiosko, la presentadora de ‘Supervivientes’ vuelve a sonreir gracias al empresario Román Mosteiro. Si analizamos la fisionomía del gallego descubrimos que es una versión hipster y malasañera del campeón de automovilismo. ¡Es Alonso tras diez días sin afeitarse!
El actor Dani Martínez también podría haber encontrado el amor con una nueva chica. Las revistas nos acercaban unas imágenes del cómico cenando con la joven promesa de la interpretación Giulia Charm. Los rasgos de la joven recuerdan a los de Cristina Pedroche, con la que mantuvo un fugaz romance hace un par de años.
Un recorrido similar ha realizado la actriz Ana Fernández. Su tristemente desaparecido novio, Santi Trancho, guarda rasgos en común con el actual habitante de su corazón: Adrián Roma.
Uno de los casos más significativos de clonación sentimental lo protagoniza Carlos Moyá. El mallorquín mantuvo un romance con la ex presentadora de televisión Patricia Conde durante tres años, en concreto del 2000 al 2003. Años después el deportista formaría una sólida familia con Carolina Cerezuela, la versión corregida y aumentada de la que fuera miss Palencia.
También tienen cierto parecido Eva González y Sara Carbonero. Las dos novias de Íker Casillas no solo comparten el amor del guardameta merengue, sino que además conforman un mismo tipo de mujer: morenas, raciales, guapas a rabiar, de ojos claros y de carnosos labios. Entre una y otra no sabríamos con cual quedarnos.
Tirando de hemeroteca encontramos que la actual esposa de Carlos Baute, Astrid Klisans, es una fotocopia de la anterior novia del galán venezonalo, Beatriz Miranda. Jueguen ustedes, queridos lectores, a encontrar las siete diferencias.