Quiero ser monja VIP: Las famosas también han recibido “la llamada”

CARLOS OTERO 12/04/2016 19:00

La parrilla televisiva anda revolucionada con el exitoso estreno en Cuatro del 'Operación Triunfo' de religiosas, 'Quiero ser monja'. En este docurreality asistimos a la evolución de un grupo de jóvenes que han recibido "la llamada" y tantean la vida espiritual. La vocación religiosa no entiende de famosas o anónimas y descubrimos hoy a esas habituales del papel couché que han estado a punto de ingresar en un convento.

La monja por excelencia del panorama famosil español es, por supuesto, Tamara Falcó. La hijísima de Isabel Preysler ya ha confesado en varias ocasiones que ha recibido amagos de “llamada”. La joven se adentró precisamente ante las cámaras de Cuatro en el convento de clausura de las Carmelitas Samaritanas del Corazón de Jesús, y se emocionó al escuchar en primera persona las vivencias de las monjas que allí profesan su fe: “Ha sido una experiencia maravillosa”, confesaba durante su visita. “Si Cristo me pidiera vivir en la austeridad lo haría, espero que sí, porque somos todos suyos”, aseguraba sentada en la celda de la hermana Sara. “Me voy con ganas de volver… y puede que para quedarme”, se despedía

Alaska, también ha fantaseado con la vida monacal. Cuenta la Reina de la Movida que durante su juventud se obsesionó con la figura de Santa Teresa de Jesús. “Me sentía muy identificada con ella, consideraba que éramos iguales”, declara. Olvido ha llegado a realizar retiros en Ávila en los que, como le religiosa, se ha dedicado "a la bucólica contemplación de las cigüeñas". De aquella época surgió su tema “Quiero ser Santa” en la que aseguraba que quería vivir “acongojada, alucinada y extasiada” y además “tener estigmas en las manos en los pies y en el costado”.

María Abradelo, estrella de las variedades, ex azafata del 'Un, Dos, Tres' y musa de del showbusiness valenciano también ha fantaseado con llamarse Sor María. En su juventud formó parte del Movimiento Eucarístico Juvenil y asegura que “en el salón de mi casa organizaba misas. Hacía los rezos y daba la comunión a mi tía. La tenía frita a la pobre". Tanto se metía en los hábitos que estuvo a punto de costarle la casa a sus padres. "Encendía velas para ambientar y una vez un cirio se cayó sobre una silla de terciopelo". Su fe dura hasta el día de hoy: soy católica, no me escondo, es un buen mensaje y una buena forma de entender la vida. Tengo la Biblia en mi habitación y me tranquiliza leerla", admite orgullosa la presentadora.

La actriz Elena Ballesteros, esposa de Dani Mateo, también quiso ser monja. Durante años se estuvo debatiendo entre la posibilidad de entrar en un convento o ser actriz y, finalmente, optó por la segunda opción. Ahora parece tener descartada cualquier posibilidad de retomar su vocación juvenil.

La musa de la televisión pública, Anne Igartiburu, también vive la fe católica con profundidad y ha valorado en alguna ocasión seguir el Camino del Señor. La conductora de ‘Corazón’ acudió al programa de testimonio religioso ‘Últimas Preguntas’en el que confesaba que acudía a misa los domingos. “Siento a Dios muy cerca, es un descubrimiento que le recomiend3o a todo el mundo”, declaraba la enemiga de Mariló Montero.“Ese camino hacia Dios es una aventura diaria y un regalazo, la espiritualidad y la fe es una celebración”, aseguraba en el espacio.

Madonna, icono de la irreverencia católica, quiso ser monja cuando era una niña. Durante su infancia vivió fascinada con las religiosas que llevaban el colegio en el que estudiaba y pensaba que su destino era en convertirse en una de ellas. El camino se torció y años después declaró que si le gustaban los crucifijos “era porque le parecían sexys. Hay hombres desnudos en ellos”. ¡La que hubiera liado en el convento!

El broche de oro a nuestro repaso lo pone Eva Mendes, quien también soñaba con ser religiosa. La actriz quería una vida devota y dedicada en cuerpo y alma a la iglesia católica, pero su deseo infantil se vio frustrado cuando la artista descubrió que metiéndose a monja no podría cumplir la promesa que le había hecho a su madre de comprarle una casa. “Un día mi hermana Rebeca me dijo: Pero ¿sabes que a las monjas no se les paga? Ya nunca más hablé de tomar los votos”.