La rebelión del exceso: mujeres de sociedad a tope de maquillaje y laca

Carlos Otero 31/01/2016 11:36

La detención del dirigente popular valenciano Alfonso Rus ha acercado a primera línea a su barroca esposa, Begoña. Esta buena mujer forma parte de un colectivo de mujeres de sociedad que hacen del exceso estilístico su tarjeta de presentación: maquillajes extremos, peinados a tope de laca y bronceados hiperbólicos. Hoy repaso a mis damas de la jet-set preferidas que hacen suya la máxima del 'más es más'. Como dice Alaska en su tema homónimo, "hay que comprender que lo estrafalario siempre brilla más que lo normal".

Antes que Begoña Ricart de Rus ya conocimos a otra imputada consorte aficionada a los excesos estilísticos: la viuda de Jesús Gil y Gil, Mari Ángeles Marín, ya nos deleitó durante años con un festival de rayos uva, maquillajes propios de una reina del Carnaval de Tenerife y atuendos alejados de la discreción. Pura fantasía.

La imagen de Cuqui Fierro me ha hipnotizado desde bien pequeño. Ya entonces devoraba con pasión las páginas de la revista ‘Hola’. Aquella señora ultramaquillada, entrada en carnes, con el pelo rubio platino y a tope de laca resultaba del todo fascinante. Ha pasado un cuarto de siglo y Cuqui sigue exactamente igual. La pasada Nochevieja invitó a cenar a la periodista Carmen Duerto, que lo dejó bien claro en La Razón y en la tertulia radiofónica a la que acude: “Nadie recibe como Cuqui”.

Sin movernos de la alta sociedad madrileña, debemos hablar de Pitita Ridruejo. Siempre con el cabello ahuecado, con perlas y estolas. La elegancia, la educación, la combinación perfecta entre los valores tradicionales y el respeto a los nuevos tiempos tiene su nombre. Aunque cada vez la vemos menos, todavía sigue asistiendo a los cócteles más ‘chic’ de las fiestas de sociedad. Esta viuda de diplomático, que cuenta ya con 84 primaveras, dedica su tiempo libre a investigar sobre las apariciones marianas: el año pasado publicó un libro sobre este tema.

Volvemos a Marbella para ensalzar los look de Gunilla Von Bismark y Lita Trujillo: una morena y una rubia. Las dos viven eternamente bronceadas y en una fiesta perenne. Gunilla, con tarifa plana de rubio oxigenado, defiende su modo de vida: "Que la gente crea lo que quiera. ¡A mí que más me da! ¿Vivo de un sueldo público? No. ¿Me pagan los que me censuran? No. ¿Debo algo a alguien? No. Pues eso, que me dejen tranquila".

Finalizamos este recorrido con los casos de la madre y la abuela de Elena Tablada. Las tres generaciones Tablada van por la vida encantadas con sus morros estilo Carmen de Mairena. ¿Se los habrán puesto en un quirófano o en la trastienda de alguna peluquería sin licencia?