Fue el 7 de diciembre de 2017 la fecha elegida por Ana Boyer y Fernando Verdasco para poner el broche de su relación con una romántica boda. Así, el sueño de ambos se hacía realidad en la isla caribeña de Mustique. Hasta allí se desplazaron sus familiares y sus más íntimos para celebrar ese momento tan especial.
Todos los ojos estaban puestos en el vestido de la novia. Así, Ana Boyer no defraudó y sorprendió a todos con un diseño de lo más romántico firmado por Pronovias. El vestido tenía un escote palabra de honor, con corte corazón y silueta sirena. Además, estaba realizado con un bordado en pailletes nácar y pedrería de cristal con aplicaciones en guipur. Destacaban mucho unos manguitos de los que colgaban un velo de tul de más de tres metros de largo.
A este diseño se le incluía un ramo de flores en tonos blancos y con unas joyas florales de Suárez, elaboradas en oro blanco con 217 diamantes. En el pelo, que para la ocasión Ana se decantó por dejarlo suelo, lucía una diadema baja de plata vieja, que estaba compuesta por pedrería.
Por su parte, su madre, la elegantísima Isabel Preysler, se decantó por un vestido largo de tirantes en tono perla con cuello redondo y falda suelta. Además, justo encima lucía otro diseño transparente de manga corta con bordado vegetal a mano sobre la zona del abdomen.
El tenista confió en Pedro del Hierro para que le vistiera en el día de su boda. Para ello, se diseñó un traje de tres piezas en color beige, al que le incorporó un chaleco, una camisa blanca y una corbata en distintas tonalidades azules.
La novia caminó hacia el altar de la mano de su hermano, Julio José Iglesias, quien se convirtió en su padrino. Eso sí, la familia no pudo estar al completo, ya que Enrique Iglesias no pudo estar presente en el feliz día. Quienes sí acompañaron a los novios fueron Feliciano López, Marco Verdasco y Garry Toussaint.
Respecto al lugar elegido, Ana y Fernando se decantaron por la isla Mustique, un lugar privado en el Caribe donde alquilaron una impresionante villa. Esta tenía siete suites y una infinity pool, allí se alojaron los más 50 invitados que acudieron a este paradisiaco emplazamiento.
Para el menú, los novios se decantaron por ofrecer una vichyssoise, langosta, un guiso de marisco con arroz y para el postre eligieron la tarta clásica nupcial. Eso sí, lo que más destacó es que tenía tres pisos.