Delicatessen, gin&tonics y famosos: guía para ser y parecer un vip en el Madrid Open

Esther L.Calderón 10/05/2014 01:19

Si quieres moverte como en tu salón por la zona vip del Madrid Open, que no es lo mismo que la pista central, los espacios de tiendas, los stand de marcas o las áreas comunes, tienes que saber varias cosas. Son 'ticks' prácticos, notas mentales, que puede que te ahorren algún disgusto, te hagan ganar tiempo o incluso te ayuden a ligar. Hay mucha fiesta del tenis que disfrutar. Por ejemplo, es de elegantes no montar revuelo si te encuentras cara a cara con un famoso: piensa que verás bastantes. Cero codazos. A Elena Anaya, imponente, y a Iván Sánchez, que ha venido con su hija, nadie les ha pedido una foto. Si aún así no puedes resistirte, insinúalo con los modales de un Lord inglés.

También es importante tener en cuenta la arquitectura y la geografía del espacio. Te darás cuenta pronto de que perderse es muy poco sexy… y hay dos plantas con cinco restaurantes cada una que se lo pondrán difícil a tu 'sexappeal'. Llevan el nombre de diferentes ciudades del planeta. Madrid, Melbourne... No te dejes cegar por los colores de las delicatessen y retén su geolocalización: queda muy 'in' orientarte nombrándolos.

Así (frase real): "¿Cómo que se te ha olvidado la soja para el sashimi? No hace falta subir a Tokio, Nueva York tiene aquí abajo". Otro consejo para matrícula de honor sibarita es probar el atún apenas marcado en la plancha del chef libanés. Y el salmón noruego de la zona nórdica del fondo. Pero no te entretengas demasiado: hay mucho que testar y tienes de 13:00 a 18:00 (si vas por el día, pulsera amarilla) y de 19:00 a 02:00 (si vas en horas brujas, con pulsera roja). Puedes entrar y salir. Tomar algo y ver tenis y volver a por algo de comer antes del siguiente partido.

Pero nos estamos yendo del tema. Para sobrevivir con arte de verdad, hay que hacerse con un rincón a la sombra en la terraza. Podrás sacarte la comida. Y pedir allí gintonics y mojitos. También vino blanco. O un zumo natural. O un puro habano con gominolas. Los 600 camareros que trabajan aquí y las decenas de invitados que pasean por la tarima de madera lo llaman 'garden'. Quizá por el lago y los árboles. O por los muebles blancos de diseño. Esa varita mágica que tienes en la muñeca te da derecho a olvidarte de la cartera en todo el recinto. Sí. Todo.

Si te colapsas y no sabes qué elegir (es un síndrome habitual en el primer mundo), di 'cooler' (pronunciado 'culer'). El sonriente camarero de traje de detrás de la barra te entregará una copa fresquita con la bebida oficial del Madrid Open. Tiene Chivas 12 años, lima, mucho hielo y ginger ale. Sabe mejor incluso.

Preguntamos a los vecinos de mesa. La muestra sociológica es importante. Hay mucho empresario anónimo, ingeniero, plublicista. Han sido invitados por un banco nacional. "Nosotros hemos venido a ver a Nadal. ¡Y a tomar gintonics, la verdad!", dice el de camisa blanca, pantalones beige y deportivas de moda. Saluda a un conocido, que nos cuenta que trabaja en márketing y gestiona los invitados de uno de los palcos de la pista central.

Es uno de los caminos más rectos hasta este oasis. Que una marca alquile un palco y te haga un guiño. Le pedimos información a la organización: el palco más barato cuesta 30.000 euros y cada marca lo gestiona como quiere la semana de competición. Es decir, las cinco o siete plazas del habitáculo las regala a quien mejor le cae. O al cliente con quien acaba de hacer el último (o el próximo) negocio. Porque no hay que olvidarse de que entre set y set se cierran muchos tratos.

Nadal está ya en la última recta del partido. Gana al checo Tomas Berdych 6-4 y 5-2. Si no has hecho caso de nuestros consejos y llegas tarde, ten en cuenta que no podrás entrar en la pista hasta que cambien de juego. Las distracciones no están admitidas en un duelo entre caballeros. Puedes hacer fotos al pasar hacia tu asiento, de hecho todo el mundo las hace, pero mejor silencia el móvil: se oye todo en toda la pista. El mítico gemido de esfuerzo de los tenistas y los gritos de los intrépidos.

Abajo, a pie de polvo naranja, están los mejores asientos. Los vip de verdad, normalmente invitados por la propia organización del Madrid Open, que tiene un departamento para ello. Observando de cerca la zurda de Nadal están Iker Casillas y Sara Carbonero, que han dejado en casa al pequeño Martín. Muy cerca su amigo Alejandro Sanz. Y Falcao con su esposa. Y Gareth Bale con Adrián Lastra y Lara Álvarez.

Si te dejas llevar por la pasión y la épica, lo mismo se te acaba escapando al cabo de un rato un "¡vamos Rafa!". No pasa nada, es normal. Eso sí, ni se te ocurra gritar: "¡vamos Rafa, gana esto por la décima!", como ha hecho una espectadora (frase real de nuevo). Aunque a Casillas y Bale seguro que les gustó, el juez te reprenderá igual que ha hecho con ella. También pidió respeto cuando un caballero gritó "¡Berdych eres un paquete!". No te mimetices en este punto concreto. Está feo.

Rafa ha sacado su puño por fin. Ha ganado la bola de partido. Comienza su ritual último: tira una muñequera a la grada soleada, que está repleta de sombreritos patrocinados y abanicos que brillan. Y la otra a la de sombra, llena de gente más fresquita y bastante más feliz. Nota: puede que te parezca que no está tan mal elegir grada al sol para llevarte a casa un 'bronceado master'. Si es así, te arrepentirás rápido.

Todo el público se levanta. El personal echa agua en la arena y pasa el rastrillo para el próximo partido. Los recogepelotas se ponen de pie. Nadal, a su banquillo. Los niños de las gradas echan a correr escaleras abajo para conseguir un autógrafo de los futbolistas. Los adultos de los palcos aprovechan para reclamar una foto. Aquí, en la pista, está mejor visto pedir un 'selfie', pero los damnificados lo saben y procuran salir pitando. Unos hacia el aparcamiento lleno de Porches y Jaguars. Otros hacia la zona vip, de la que venimos, junto al lago. Quizá les vendría bien haberse leído esto.

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Tenemos la cámara y una pulsera ‘mágica’. La idea es ver elpartido de Nadal, último ganador del Madrid Open, y mostrarte cómo se vive unajornada en la zona vip de este Master 1000, un recinto exclusivo junto a lapista central al que solo se accede por invitación. La terraza da al lago ypuedes comer y beber casi cualquier cosa que se te antoje, da igual de cuál delos cinco continentes provenga. Casillas, Sara Carbonero, Bale, Falcao, AlejandroSanz y Elena Anaya también estaban por allí, animando a Rafa.

Si quieres moverte como en tu casa en la zona vip, tienesque saber varias cosas. Por ejemplo, que es mucho más elegante no montarrevuelo si te encuentras cara a cara con un famoso: verás muchos. A Elena Anaya,imponente, y a Iván Sánchez, que ha venido con su hija, nadie les ha pedido unafoto. También es importante que tengas en cuenta la arquitectura y lageografía: perderse es muy poco sexy… y hay dos plantas con cinco restaurantescada una, que llevan el nombre de diferentes ciudades del planeta. No te dejescegar por las delicatesen y retenlos: queda muy ‘in’ orientarte nombrándolos.

Así (frase real): “¿Cómo que se te ha olvidado la soja parael sashimi? No hace falta subir a Tokio, Nueva York tiene aquí abajo”. Otroconsejo para nota es que pruebes el atún marcado del chef libanés. Y el salmón noruegode la zona nórdica del fondo. Pero no te entretengas demasiado: hay mucho que testary tienes de 13:00 a 18:00 (si vas por el día, pulsera amarilla) y de 19:00 a02:00 (si vas en horas nocturnas, con pulsera roja).

Pero nos estamos yendo del tema. Para sobrevivir con arte deverdad, tienes que hacerte con un rincón a la sombra en la terraza. Podrássacarte la comida. Y pedir allí gintonics y mojitos. También vino blanco. O unzumo natural. O un puro habano. Los 600 camareros que trabajan en el recinto y lasdecenas de invitados que pasean por la tarima de madera lo llaman ‘garden’.Quizá por el lago y los árboles. O por los muebles blancos de diseño. Esavarita mágica que tienes en la muñeca te da derecho a olvidarte de la carteraen todo el recinto. Sí. Todo.

Preguntamos a los vecinos de mesa. La muestra sociológica esimportante. Han sido invitados por un banco nacional. “Nosotros hemos venido aver a Nadal. ¡Y a tomar gintonics, la verdad!”, dice Iago Calderón. Es agradabley muy educado. Saluda a un conocido, que nos cuenta que trabaja en márketing ygestiona los invitados de uno de los palcos de la pista central.

Ese es uno de los caminos más rectos hasta este oasis. Queuna marca alquile un palco y te haga un guiño. Le pedimos información a laorganización: el palco más barato cuesta 30.000 euros el más barato y cadamarca lo gestiona como quiere la semana de competición. Es decir, las cinco osiete plazas del habitáculo las regala a quien mejor le cae. O con quien acabade hacer el último (o el próximo) negocio.

Tenemos la cámara y una pulsera ‘mágica’. La idea es ver el partido de Nadal, último ganador del Madrid Open, y mostrarte cómo se vive una jornada en la zona vip de este Master 1000, un recinto exclusivo junto a la pista central al que solo se accede por invitación. La terraza da al lago y puedes comer y beber casi cualquier cosa que se te antoje, da igual de cuál de los cinco continentes provenga. Casillas, Sara Carbonero, Bale, Falcao, Alejandro Sanz y Elena Anaya también estaban por allí, animando a Rafa.

Si quieres moverte como en tu casa en la zona vip, tienes que saber varias cosas. Por ejemplo, que es mucho más elegante no montar revuelo si te encuentras cara a cara con un famoso: verás muchos. A Elena Anaya, imponente, y a Iván Sánchez, que ha venido con su hija, nadie les ha pedido una foto. También es importante que tengas en cuenta la arquitectura y la geografía: perderse es muy poco sexy… y hay dos plantas con cinco restaurantes cada una, que llevan el nombre de diferentes ciudades del planeta. No te dejes cegar por las delicatesen y retenlos: queda muy ‘in’ orientarte nombrándolos.

Así (frase real): “¿Cómo que se te ha olvidado la soja para el sashimi? No hace falta subir a Tokio, Nueva York tiene aquí abajo”. Otro consejo para nota es que pruebes el atún marcado del chef libanés. Y el salmón noruego de la zona nórdica del fondo. Pero no te entretengas demasiado: hay mucho que testar y tienes de 13:00 a 18:00 (si vas por el día, pulsera amarilla) y de 19:00 a 02:00 (si vas en horas nocturnas, con pulsera roja).

Pero nos estamos yendo del tema. Para sobrevivir con arte de verdad, tienes que hacerte con un rincón a la sombra en la terraza. Podrás sacarte la comida. Y pedir allí gintonics y mojitos. También vino blanco. O un zumo natural. O un puro habano. Los 600 camareros que trabajan en el recinto y las decenas de invitados que pasean por la tarima de madera lo llaman ‘garden’. Quizá por el lago y los árboles. O por los muebles blancos de diseño. Esa varita mágica que tienes en la muñeca te da derecho a olvidarte de la cartera en todo el recinto. Sí. Todo.

Preguntamos a los vecinos de mesa. La muestra sociológica es importante. Han sido invitados por un banco nacional. “Nosotros hemos venido a ver a Nadal. ¡Y a tomar gintonics, la verdad!”, dice Iago Calderón. Es agradable y muy educado. Saluda a un conocido, que nos cuenta que trabaja en márketing y gestiona los invitados de uno de los palcos de la pista central.

Ese es uno de los caminos más rectos hasta este oasis. Que una marca alquile un palco y te haga un guiño. Le pedimos información a la organización: el palco más barato cuesta 30.000 euros el más barato y cada marca lo gestiona como quiere la semana de competición. Es decir, las cinco o siete plazas del habitáculo las regala a quien mejor le cae. O con quien acaba de hacer el último (o el próximo) negocio.

Nadal está ya en la última recta del partido. Gana a al checo Tomas Berdych 6-4 y 5-2. Si no has hecho caso de nuestros consejos y llegas tarde, ten en cuenta que no podrás entrar en la pista hasta que cambien de juego. Las interrupciones que puedan distraer no están admitidas en un duelo de caballeros. Puedes hacer fotos al pasar hacia tu asiento, de hecho todo el mundo las hace, pero mejor silencia el móvil: es muy curioso lo mucho que se oye. Ni se te ocurra, repetimos, ni se te ocurra gritar “¡Vamos Rafa, gana esto por la décima!” como ha hecho una espectadora. El juez te reprenderá igual que a ella. Tampoco como el que gritó “¡Berdych eres un paquete!”.

Abajo, a pie de polvo naranja, están los mejores asientos. Los vip de verdad, normalmente invitados por la propia organización del Madrid Open, que tiene un departamento para ello. Observando de cerca la zurda de Nadal están Iker Casillas y Sara Carbonero, que habían dejado en casa al pequeño Martín. Muy cerca su amigo Alejandro Sanz. Y Falcao con su esposa. Y Gareth Bale con Adrián Lastra y Lara Álvarez.

Rafa saca su puño por fin. Ha ganado la bola de partido. Comienza el ritual último: tira las muñequeras a la grada soleada, que se asa de calor a esas horas. Y la otra a la de sombra, en la que no se mueven abanicos. La gente de los palcos aprovecha para pedirles a los famosos una foto. Ahí está mejor visto, pero los damnificados lo saben y procuran salir rápido de la pista. Unos hacia el aparcamiento lleno de Porches y Jaguars. Otros hacia la zona vip, de la que venimos, junto al lago. Les vendría bien haberse leído esto.

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