El poder sensual de la camisa blanca: Love Hewitt y otras celebs que nos cautivaron

Adela Leonsegui 10/01/2013 11:06

Había que presentarla como una mujer distinta, más carnal, impúdica y voluptuosa, así que la promo de la serie nos muestra a una sugestiva Riley Parks (su alter ego en la ficción), bailando sugerente al ritmo de 'Big Spender', una canción que formó parte del musical 'Sweet Charity' y que coreografió, de manera magistral, Bob Fosse. Vemos a una Jennifer Love Hewitt con medias, liguero y vestida sólo con camisa blanca... y muy bien acompañada.

Se ha dicho miles, ¡millones de veces!, que ser sexy es una cuestión de actitud, que el atractivo sexual depende sólo de la disposición que cada cual tenga para parecerlo. Lo sexy es un gesto, una postura, una pose, un juego que divierte a quien lo practica y que, cuanto más se ensaya, como todo, más se domina.

De entrada, no tiene que ver con la altura o el volumen, ¡estaría bueno!, es una forma de andar, de sonreír, de mirar, de hablar, de bailar, es, en general, una conducta. Que la ropa ayuda es evidente, que hay prendas que seducen y otras que restan atractivo es una realidad, que hay que buscar lo que favorece por encima de lo que está de moda es cierto, pero hay que saber que hay una prenda que no falla nunca y que funciona para todo el mundo, la camisa blanca.

Mujeres sexys de todos los tiempos han seducido vestidas (o semi-desnudas) con ella:

Elizabeth Taylor (1932-2011) aparece deslumbrante en la película de 1958 ‘La Gata sobre el Tejado de Zinc’. El vestuario, diseñado por Helen Rose, incluye una camisa blanca pulcramente remangada, simbolizando el arduo trabajo que le queda por delante: seducir y reconquistar a un perturbador Paul Newman.

Marylin Monroe (1926-1962) no necesitaba nada para cautivar. En esta fotografía, tomada en el aeropuerto mientras baja del avión con camisa de seda blanca y falda blanca de tubo, embauca, hechiza, pretende ser la chica que nunca ha roto un plato… y que un tiempo después nos rompería el corazón.

Brigitte Bardot, como Juliette Hardy en la película 'Y Dios Creó a la Mujer' (1956), impacta solo con una camisa blanca. Casi vestida, casi desnuda, casi niña, casi adulta. Mientras piensa en el joven y atractivo Antoine Tardieu, nos mira como si no fuera ella quien ha vuelto loco de amor al rico y maduro Eric Carradine.

Esta es una fotografía tomada durante el rodaje de la película 'La Hora Final' (1959) en la que aparecen, de izquierda a derecha, Fred Astaire, Gregory Peck y Ava Gardner. El primero fue el mejor bailarín del cine, el segundo uno de los actores más atractivos. Y ella… ella era el animal más bello del mundo que luce, como las anteriores, una seductora y sobria camisa blanca que, aunque abotonada hasta el cuello, no le resta sensualidad.

Un primer plano en el que asoma el cuello de una camisa blanca. Un giro de cabeza, un mechón de pelo que se escapa, los ojos ahumados, las cejas perfectas, la boca indescriptible. Queremos la cara de la Sophia Loren joven, queremos el cuerpo de la Sophia Loren madura. Queremos ser Sophia Loren ayer, hoy y mañana.

El año 1981 fue de Kathleen Turner cuando, con la película 'Fuego en el Cuerpo' se convirtió en una de esas mujeres por las que un hombre, en concreto William Hurt, es capaz de matar.

Con los ojos tapados encontramos a Kim Basinger como Elisabeth en la película de 1986 “Nueve Semanas y Media”. Seductora, sensual, sexual con una camisa blanca y una falda negra y debajo… una combinación. Una lección de estilismo, erotismo y striptease que quien quiso aprender aprendió, ensayó y, mejor o peor, bailó.

Sin remontarnos tanto en el tiempo, encontramos a Scarlett Johansson. Sensual, atractiva, seductora. Con un sujetador negro y una camisa blanca, demuestra que no le viene grande el calificativo de ser una de las mujeres más sexys del planeta.

Y quedan otras, tantas y tantos…

Volviendo a 'The Client List', hay que fijar la atención en un ex modelo de Calvin Klein, Colin Eggelesfield, Evan en la serie. Con camisa blanca y chaqueta negra, la versión más clásica de la misma prenda. Para pedírsela.

Adela Leonsegui es autora de este blog