Ashley Graham insiste en que "se debió a la falta de relaciones con diseñadores y al escaso tiempo para conseguir un vestido personalizado". Frente a este argumento, otros apuntan a que la talla de la modelo pudo ser un factor influyente, al no haber prendas disponibles de sus medidas en los 'showrooms'.
Algo parecido sucedió con la portada de enero de la versión británica de 'Vogue', protagonizada por la modelo. Alexandra Shulman, redactora jefa, expresó a través de la editorial su agradecimiento hacia la marca 'Coach' por proporcionarles la ropa para el reportaje, asegurando que "por desgracia había otras casas que rotundamente se negaron a hacerlo". "Me parece extraño que mientras el resto del mundo está desesperado por que la moda abrace definiciones más amplias de la belleza física, algunas de nuestras marcas de moda más famosas parecen estar viajando en la dirección opuesta y, en mi opinión, imprudente", concluyó.
Ashley, que sí asistió a la Gala Met de este año vestida de 'H&M', explica que su "misión principal va más allá de demostrar que las mujeres curvilíneas pueden ser bellas", quiere "mostrar al mundo su atractivo sexual".