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Estamos en plena temporada de alfombras rojas, una época en la que el glamur de actores, actrices y cantantes se pasea de un lado a otro del planeta. De cada gala se recuerdan sólo unos pocos vestidos, son los que pasan a la historia por ser los más elegantes, los más excéntricos o los más espectaculares.
En cualquier caso, el objetivo es lucir un look deslumbrante que, en muchas ocasiones, se consigue con magníficos vestidos de estilo princesa. Los vestidos largos con faldas de gran volumen, los de color rosa, los que llevan aplicaciones y bordados de cristales son algunos habituales de las grandes galas porque son los que mejor lucen en la alfombra roja.
Uno de esos vestidos inolvidables fue el Tom Ford que lución Gwyneth Paltrow en la gala de los Oscar de 2012: blanco impoluto, de escote asimétrico, corte tubo y capa incorporada. Este modelo, muy en línea con Daenerys Targaryen ha sido muy imitado en posteriores alfombras rojas.
Kim Kardashian eligió un Valentino muy inspirado en el de Gwyneth Paltrow, para los premios In Style de 2015. Karlie Kloss apostó por un modelo muy similar, en su caso firmado por Stella McCartney, para la gala de los Oscar de 2017. También en 2017 elegía un modelo similar, diseñado por Juanjo Oliva, la actriz Antonia San Juan y la lista continúa con Solange Knowles, Lady Gaga, Katy Perry o Louise Bourgoin.
En 2014 Lupita Nyong’o estaba nominada como mejor actriz de reparto y no sólo se llevó el Oscar a casa, también el premio de ser una de las mujeres mejor vestida de la noche. Su vestido, un modelo de Prada celeste de escote profundo y falda de gasa plisada con detalles de cristales.
Este tipo de escote, el tejido con bordados de cristal o las capas de gasa del vestido de Lupita se han repetido en numerosas alfombras rojas, bien todos los elementos juntos, bien por separado. Algunos que recuerdan al de la oscarizada actriz son el modelo de Pedro del Hierro que llevó Belén Cuesta al Festival de San Sebastián en 2019 y el Valentino que lució ese mismo año en el Festival de Venecia la actriz Isabel May.
Un vestido rosa, como el elegido por la actriz Saoirse Ronan para los Oscar de 2018, es otro clásico vestido de princesa que brilla en cualquier alfombra roja. El suyo, un diseño de Calvin Klein By Appointment y diseñado por Raf Simons, ha pasado a la historia por su corte minimalista y la gran cola que partía de un enorme lazo a su espalda.
En 2019 el rosa se convirtió en el color favorito de las alfombras rojas. Kiki Layne de Versace, Emmy Rossum de Monique Lhuillie, Gemma Chan de Valentino, Helen Mirren de Schiaparelli o Kacey Musgraves de Giambattista Valli son algunos de los ejemplos de aquella noche de los Oscar.
En la alfombra roja de los Grammy 2020 una de las grandes protagonistas fue Ariana Grande, que además de estar nominada a 5 premios, destacó por el volumen de su vestido de tul gris firmado por Giambattista Valli. Los vestidos de tul se han convertido en un recurso habitual de las alfombras rojas.
Algunos de los más recordados, todos de 2018, son el famoso vestido rosa de Giambattista Valli que llevó Kendall Jenner a Cannes, el de Dua Lipa en los Brit Awards, firmado por el mismo diseñador, y el rosa pálido de Rosalía en los Grammy Latino, un diseño de Yolancris.
Cuando en 2019 Lady Gaga pisó la alfombra roja, ya llevaba un vestido de ganadora y cuando recogió el Oscar a la mejor canción, lo hizo con un imponente Brandon Maxwell de falda con gran volumen de vencedora absoluta. Este tipo de vestidos de cuerpo ajustado y falda con criolina es un modelo reservado para la triunfadora de la noche.
No siempre lo lleva quien gana, pero quien se decide por uno de estos modelos tan teatrales tiene muy claro que busca llamar la atención. Ese mismo año lo consiguió Billy Porter con un esmoquin vestido de Christian Siriano, Paz Vega con un Jorge Acuña en los Goya de 2017 y Aishwarya Rai, en el Festival de Cannes de 2017, con un vestido de Michael Cinco.