Love Hewitt en 'The Client List': así se pasa de recatada mamá a la mujer más sexy

Adela Leonsegui 28/02/2013 18:48

Jennifer Love Hewitt interpreta a Riley Parks, una mujer que se queda sin marido y con hijos a su cargo y debe ponerse manos a la obra para salir adelante. Decide reconvertir un 'spa' en algo un poco más íntimo, que para según quien no está demasiado bien visto.

En la vida real, si alguien se mete en un ‘fregao’ como el spa en el que ella ha encontrado empleo, no se librará fácilmente de consumar los planes de los clientes y en esas circunstancias, una madre, una amiga, un cuñado y hasta unos hijos, hubieran notado algo desde el primer día. En lo que está cercana a la realidad esta serie es en que todas, en algún momento, hacemos con nuestro vestuario lo mismo que ella: cambiar de madre modosita a imponente mujer.

La actitud de la protagonista y su ropa no dejan lugar a dudas. Es una madre abnegada, va a los médicos o a las reuniones del colegio y en estas labores su imagen es como la de cualquier otra mamá joven: utiliza vestidos sencillos, moderadamente cortos, buen maquillaje, pelo ondulado, uñas pintadas y bolso al hombro, es decir, nuestro aspecto o el de la madre de cualquier compañero de nuestros hijos.

Su vestuario no está alejado del de otras mujeres de su edad, aunque a veces nos sorprenda con algún vestido de marcas como Dolce & Gabbana, Marc by Marc Jacobs (fotografía inferior) o MCQ by Alexander Mcqueen, eso sí suficientemente camuflados para que no se note, nunca veremos una etiqueta, pues recordemos que la chica no nada en la abundancia.

No obstante, en la mayoría de las escenas viste con sencillos vestidos lisos o estampados, pantalones y jerseys o camisetas que conjunta con unos buenos taconazos que, aunque no son lo más práctico para andar por la vida, hacen mucho por la figura femenina pues estilizan el cuerpo y alargan las piernas.

Tampoco su cabeza está alejada de la cualquier otra mujer Sabemos que toda mamá es, a su vez, una mujer sexy y pasar de un rol a otro requiere, en primer lugar, una transformación física importante: hay que cambiar los vestiditos por vestidazos como los de Hervé Leger (el rojo de la fotografía inferior) que saquen a relucir ciertos encantos. El color rojo y un buen escote son armas históricas y definitivas.

La actitud que se adopta, dependiendo del lugar en el que queramos jugar, también debe ser distinta. Si bien unas gafas te pueden hacer parecer empollona, seria, dura e inaccesible, puede ser tu boca la que diga lo contrario: un simple y leve mordisco lo cambia todo.

Y si con todo lo anterior no tenemos suficiente para un cambio radical, un buen baile en ropa interior negra, con agua incluida, puede con todo y con todos.

Eso nos dice Riley Parks con su ropa y sus poses. Todas podemos ser estos dos tipos de mujer, la de la calle y la que se queda en la intimidad, sólo es cuestión de poner en práctica unos sencillos consejos… y no es necesario, ni mucho menos, trabajar en un spa.