Sol de bote

divinity.es 16/04/2015 12:25

1- Texturas según tu piel

En gel, en espuma, en leche... Existen muchas variantes de los autobronceadores, pero todos comparten un fin: emular sobre nuestra piel el tono que el sol nos “regala” después de exponernos a él unos cuantos días. La elección de la textura dependerá de tus gustos, aunque si tienes la piel grasa, son más convenientes los geles, espumas y toallitas. Los aceites y las leches, para pieles más secas.

2- ¿Cómo actúan?

Sin un solo pigmento de maquillaje, son capaces de broncear. Hay dos activos que lo hacen posible. Por un lado, la DHA (dihidroxiacetona, un derivado de la caña de azúcar), que interactúa con aminoácidos de las proteínas de la epidermis produciendo una reacción que da compuestos coloreados de tono dorado o marrón. Por otro, la eritrulosa, un azúcar natural que colorea la epidermis.

3- ¡Cuidado! No protegen

Es muy importante que sepas que los autobronceadores no protegen frente al sol, no son por tanto sustitutivos de los protectores solares. Los autobronceadores no estimulan la melanina, es decir, no generan color de forma natural (que es lo que protege), sino que se trata de una forma de maquillaje.

4- ¿Cuánto duran?

Una vez aplicado, el color defi nitivo que proporcionan tarda en “subir” tres o cuatro horas, aunque hay algunos que reaccionan inmediatamente. Asimismo, el tono suele ir desapareciendo progresivamente en 4 o 5 días. Si te apetece volver a intensificar el color, es mejor no aplicarlo de nuevo encima sin hacer previamente una exfoliación de la piel.

5- ¿Se pueden mezclar?

Hay quien prefiere mezclarlo con su crema hidratante habitual por miedo a un resultado demasiado evidente o poco uniforme. Es una buena opción, también se consigue una mayor hidratación de la piel. En la actualidad, hay autobronceadores formulados precisamente para ser mezclados con otras cremas y lograr un bronceado progresivo y duradero.

6- Rostro, ¿cómo lo hago?

Cejas, línea del cabello, cuello y orejas son las zonas críticas. El uso de autobronceadores en el rostro exige una gran precisión. No hay que olvidarse de extender una pequeña dosis de producto en las orejas y en el cuello. ¿El límite? Lo marcas tú, pero queda más natural extenderlo de forma gradual hasta el escote. Para ello, extiende hacia abajo el sobrante del producto.