Por qué nos gusta Risto Mejide

Esther L. Calderón 14/07/2011 17:50

Vuelve Risto. Telecinco lo ha fichado de nuevo para completar el jurado de 'Tú sí que vales', en el que también están Kiko Rivera, José Luis Moreno y Merche, la cantante. Media España contiene la respiración. ¿Seguirá en la misma onda border-line? ¿Se llevará bien con sus compañeros de atril? ¿Le quedarán balas frescas en la recámara? Desde Divinity nos unimos a su aura políticamente incorrecta y te damos algunas razones, apoyadas en iconos posmodernos (ahí es nada), por las que nos ponen sus gafitas ahumadas.

Hay que echarle imaginación para comparar en 'prime time' a personas que cantan con objetos/seres como un consolador, una tabla de planchar o Gollum, pero Risto (Barcelona, 1974) domina el idioma y sus requiebros. Es ponerle delante un 'como' para que asocie conceptos y salírsele por los poros las perlas dialécticas. Al más puro estilo House, el médico borde por excelencia, el publicista catalán ha creado una nueva rama en el arte de Cicerón: la oratoria pop.

Muestras hay muchas en cada una de las ediciones de 'OT'. Por ejemplo la Lorena-consolador en una noche de casi un 30 % de share ("perfecta en la ejecución pero tremendamente fría en el sentimiento"). También dijo que se le había "caído una oreja" por los desafines de Moritz, el mismo concursante que hacía "gestos extraños al cantar como los de Gollum". O subrayó los problemas con la tridimensionalidad de Leo ("tú eres una tabla de planchar, da igual a la altura que te pongamos que siempre estarás plano") y con la estilista de Iván ("felicito al tapicero que te ha hecho el traje, eres el primer concursante que se viste de sofá").

"Ella soy yo" se marcó el mismo ser humano de unas líneas más arriba refiriéndose a Ruth Jiménez, su pareja y madre de su reciente hijo. Tres palabras que dejan intuir (rozando lo cursi pero sin adentrarse) su pasión por la presentadora del programa cultural 'No maten al pianista' y rostro habitual de la tele autonómica catalana. Quizás haya sido su talento al piano (tiene la carrera de principio a fin) lo que ha acabado por conquistarle. O su gusto por la jardinería, la decoración rústica y las series en versión original. Una tranquila alter ego para el rebelde 'mainstream'.

Chaqueta de cuero, pose motera, frente incipiente aunque convenientemente disimulada… el romanticismo cinéfilo de Dylan y Risto bebe de las mismas fuentes. Pero no sólo en eso tienen un aire: el azote de los pijos de Beverly Hills también tuvo un hijo hace apenas un año, aunque en la ficción, nada más y nada menos que con Kelly, la rubia examiga de Brenda con la que engañó a la hermana de Brandon. La serie '90210', spin-off de 'Sensación de vivir', ha tirado de recámara para subir índices de audiencia, endiñándole a su pesar a Dylan un bebé. Luke Perry se negó a volver, aunque el cheque acumulaba varios ceros.

El hijo de Risto, que sí es de carne y hueso y tiene poco más de un año, se llama Julio. Según su padre, elegir un nombre fue "la campaña más difícil de su vida". A él dedicó su última novela, titulada 'Que la muerte te acompañe', con estas palabras: "Para Julio Mejide Jiménez, esto y todo lo demás, hasta que la muerte me acompañe".

Una de las claves de los malos que a veces son tiernos es precisamente ese instante fugaz en el que parece que la coraza se resquebrajada... pero luego no. Es un zigzag infalible para que los empáticos queden enganchados: En el aire queda flotando un mundo entero de posibilidades, un más allá donde habita ese niño bueno y noble al que el mundo, sencillamente, no ha sabido entender y "ha hecho así", que cantaba Jeanette.

Le pasa a Chuck, de 'Gossip Girl', que no deja de liarlas. Todo parece que podría haberse solucionado con un poco más de calidez paterna (el señor Bass era rico y poderoso), pero no sucedió en su momento, allá en la niñez, y ya nunca lo hará. Risto tuvo su 'momento Chuck' poco antes de dejar 'OT', cuando no paró de montar broncas en directo con los productores del programa y Jesús Vázquez.

Dejemos que tres perlas de su cosecha propia ilustren este apartado:

-"Mi intención es convertirme en pop culture", dijo en 2006 tras saberse que el programa del día anterior llegó casi al 30% de share, con cotas del 50%. O lo que es lo mismo, la mitad de la gente que esa noche veía la tele estaba pendiente de cuándo hablaba Mejide.

-"Si nadie se molesta por lo que dices es que no has dicho absolutamente nada".

-O esta otra, rememorando sus años de universidad: "Cuando finalicé la carrera, busqué sólo trabajos que cumpliesen tres requisitos básicos: no tener que madrugar, no tener que llevar corbata y no tener que afeitarme cada día. Me sientan realmente mal las tres cosas".

Si tiene que decir algún taco que refuerce una postura, lo lanza. Si tiene que escupir (literariamente hablando) contra la mediocridad, lo hace. Risto lleva tres libros en cinco años que no se han vendido precisamente mal: la novela 'Que la muerte de acompañe' y los volúmenes de reflexiones 'El sentimiento negativo' y 'El pensamiento negativo. Acierta mal y pensarás'. Todos en Espasa-Calpe.

Este último, por poner un ejemplo, trae retranca en casi cada página. Para los que no lo han leído, él mismo lo resume: "Explico unos cuantos fracasos sentimentales, divago sin fundamento por cuestiones muy serias que no debería haber tomado a la ligera y me cago en todo aquello que me molesta con un estilo pretenciosamente provocador. Hala, ya podéis decir que os lo habéis leído". También tiene unos curiosos 'Desagradecimientos': "A N, el chico que me pegaba en el parvulario. A HP, el que me pegaba en primaria... y a JMC, por echarme sin indemnización, haciéndome además creer que era yo el que se iba".

Risto nunca será lo suficientemente recompensado por este último punto, casi con toda seguridad el más importante. Gracias a él las dos Españas han dejado a un lado el enfrentamiento cainita para remezclarse en dos nuevos bandos: A favor y en contra de su persona. Y de su impolíticamente correcto modo de decir las casas que quiere decir. Izquierda y derecha nunca estuvieron tan cerca. Gracias, Mister Mejide.