Raquel Córcoles, creadora de Moderna de Pueblo: "El fin del feminismo llegará cuando maquillarse no sea una cosa de chicas"

  • Entrevistamos en exclusiva a Raquel Córcoles, creadora de Moderna de Pueblo

  • La periodista e ilustradora nos habla de mujeres en la treintena, feminismo, personas trans y la presión que sufren las mujeres por la maternidad

Raquel Córcoles llegó a Madrid al terminar la carrera y creó un perfil en el mítico Fotolog bajo el nombre ‘Mi vida en la ciudad’. La protagonista de su ‘diario virtual’ era Moderna de Pueblo, un personaje de cómic que creó para dar vida a sus viñetas y que terminó siendo su ‘alter ego’. Lo que no sabía la ilustradora y periodista es que las redes sociales le iban a terminar dando más alegrías de las que creía en un primer momento. “Solo las hice para vender el proyecto, pero de golpe las redes tenían más protagonismo que el propio libro”, asegura en esta entrevista. A lo largo de su carrera profesional se ha sentido “ninguneada” y ha llegado a sufrir “el síndrome de la impostora”. Hasta que dijo ‘basta’.

En 2013, Raquel publicó su primer libro y ahora, siete años después, sale a la luz ‘Coño Dramas’, un cómic que “atufa a feminismo y solo habla de cosas de chicas”. ¿Por qué seguimos teniendo el ‘cerebro dividido’?, ¿Qué nos falta por hacer?, ¿Qué obstáculos ha encontrado en su carrera profesional?, ¿Por qué siguen existiendo enfrentamientos con las personas trans?. Hablamos en exclusiva con Raquel Córcoles, que nos responde a estas y otras muchas preguntas sobre feminismo, mujeres, maternidad y lucha en el ámbito laboral.

¿Cómo nació Moderna de pueblo?

Vine a Madrid a terminar la carrera y me abrí Fotolog, que llegue tarde a las modas. Se llamaba ‘Mi vida en la ciudad’ y tenía tres viñetas en blanco y negro con la protagonista, que era lo que es hoy moderna, diciendo algunas reflexiones bastante ‘malillas’ de lo que es mudarte a la ciudad. Cuando termine la carrera y estaba en una agencia de publicidad, un poco quemada, estaba buscando alguna salida que me diera un poco de emoción. Las expectativas en la agencia eran menos que mileuristas. Encontré una beca de cómic y me acordé que tenía uno en la era de Fotolog. Decidí, como tenía más conocimientos, presentar unas viñetas nuevas a este concurso. Uno de los premios era publicar un libro y otro publicar en el Jueves y al final me dieron el premio del libro. Sin saber dibujar ni nada tuve que hacer un libro entero. Parte de la campaña para convencerles fue crear una página de Facebook que titulé ‘Moderna de Pueblo’. Quería hacer ver que además de las viñetas tenía seguidores. El jurado me lo dio y entonces las redes empezaron a funcionar muy rápido. Solo las hice para vender el proyecto, pero de golpe las redes tenían más protagonismo que el propio libro.

¿Cuáles son los obstáculos que has encontrado en tu carrera como autora?

Se resumen en ninguneo. Aunque me fuera bien parecía que en el sector del cómic ni me incluyeran. Hay una forma de desacreditarnos que es cuando no haces las cosas como se han hecho siempre. Siempre me han dicho ‘no es cómic, es una ilustradora de redes’. Yo nunca he sido de tener mucho ego ni de defenderme, en realidad compraba esa versión y el obstáculo ha sido creérmelo. Sin querer acabas teniendo el síndrome de la impostora. Mi forma de no sentirme despreciada era darles la razón, hasta que he dicho: ‘yo soy autora de cómic, he hecho el más vendido de España, no puede ser que por no ser una creída tenga que tener esa visión de mí misma que no me beneficia en realidad’.

En alguna ocasión has contado que este personaje es tu ‘alter ego’ para contar todo lo que os parece relevante, ¿qué temas te gustaría tratar y aún no lo has hecho? ¿Te parece más fácil dar tu opinión desde tu propio personaje?

Moderna, en realidad, no haría ni diría nada que yo no hiciera. Sí, tengo esa sensación de ‘alter ego’ bastante arraigada, pero lo ficciono mucho para que sea interesante de leer. No es todo tal cual ha pasado, simplemente uso un personaje para contar cosas que pienso de verdad. Hay una coherencia. Siempre hay cosas que no te has atrevido a decir, pero en mi caso a veces no tengo una opinión que me parezca relevante o no he encontrado la forma creativa que la explique de una manera que te aporte algo.

Comenzaste con las ilustraciones en el “pre-despertar feminista”, ¿en qué etapa consideras que estamos actualmente?

Se habla de que hay olas feministas y que de la misma forma que hay un subidón, luego la gente pasa más y baja la lucha. La ola feminista llegó al climax en la anterior manifestación pero, a la vez, como las mujeres hemos llegado a ese punto, siento que la ola no va a bajar, se va a mantener. Tú misma vives momentos y épocas en las que te da pereza, no estás tan centrada en ello. Pero luego, cómo estás rodeada de situaciones machistas, vuelves sin querer a la carga. La ola no desaparecerá, pero hay mucho riesgo de que exista una ola contraria al feminismo, que es lo que está pasando con partidos fascistas.

‘Coñodramas’ trata temas de las mujeres en la treintena, el distanciamiento entre amigas, la maternidad y el trabajo. Son asuntos del día a día y que influyen en la vida de todas las mujeres, ¿por qué “no tienen importancia para la mitad de la población”? ¿Cuántas veces hay que explicar lo importante de esto para que se tome en serio?

Considero que no tienen importancia porque es lo que me ha pasado con mi trabajo muchos años. Parece que las mujeres creamos solamente para nosotras porque creamos cosas nuestras y, como no son universales, ellos no sienten ningún deber de interesarse por ellas. Para mí es dejarlo claro con la portada, como ya lo tengo asumido le vamos a llamar ‘Coñodramas’. Es lo que he notado. Siempre hay excepciones. En líneas generales tengo muchísimos compañeros de profesión que nunca han leído moderna de pueblo, a pesar de ser un cómic destacado. Consideran que no es para ellos porque ‘es de chicas’. A diferencia de lo que he hecho yo, que he leído a cualquier autor relevante aunque sean ‘cosas de chicos’. A mí lo que hacen ellos no me supone una barrera, en cambio nuestro género sí que ellos no quieren ni van a traspasar.

Uno de los enfoques que aborda el libro es el “cerebro dividido” entre las ‘cosas de chicas’ y ‘las cosas feministas’, ¿por qué se trata como asuntos separados? ¿Una ‘cosa de chicas’ no puede ser una ‘cosa feminista’? ¿Caemos nosotras mismas en esa contradicción?

A veces las ‘cosas de chicas’ se nos han impuesto y el feminismo trata de liberarnos de muchas cosas de chicas, entonces siempre habrá una contradicción de base. También he notado que las cosas feministas, los tíos las ven como ‘cosas de chicas’. Y entonces he pensado: ‘tanto dilema que tenemos nosotras y esto también nos lo están poniendo en el saco de problemas de chicas’. Yo creo que el debate del feminismo, internamente, siempre va a plantearse qué parte de nosotras está construida por la sociedad y por tanto tendríamos que desprendernos de ella, y con la otra parte de ‘ya, pero a mi me gusta x cosa que es femenina’. Es un debate eterno que se trata desde hace mil años y se solucionará cuando no se relacionen determinadas cosas con un solo género. El fin máximo del feminismo llegará cuando maquillarse no sea una cosa de chicas. En ese mundo ideal no estaremos condicionadas por nuestro género.

Uno de los enfoques es la maternidad, más centrado en la relación con las amigas. Pero hay un asunto que está muy de actualidad y que muchas famosas se han quejado: la presión por ser madres por parte incluso de otras mujeres.

La verdad es que es como algo que está muy instaurado, sobre todo en noticias del corazón. Para la mujer, los hitos importantes son: se queda embarazada, se casa, se divorcia, da a luz. Las revistas perpetúan que el amor romántico parece el fin de su vida cuando solo dan importancia a esos aspectos de tu vida. Es un tipo de información en la que siempre nosotras somos las perjudicadas. Me encantan los vídeos de Katy Perry o Rihanna contestando ‘zascas' a esas preguntas, es como que le dan la vuelta a la situación. Me encantaría que aquí también pasara más. Conviertes una situación sexista en una denuncia de ese sexismo.

A mí me dan mucha vergüenza la noticias del cuerpo de Amaia Montero, la presión que sufre por engordar o adelgazar. Me parece que generan una presión sobre el físico de las mujeres en las que las demás estamos mirando cómo se le trata. Sentimos que si nos pasa algo así seremos tratadas de esa manera. Yo, por ejemplo, a veces digo ‘qué bien que vivo en la sombra del personaje’. El trato con las mujeres es tan heavy que tengo muchas dudas porque no creo que me merezca la pena recibir tantas críticas sobre el físico y tanto odio. Eso quiere decir que nos está limitando. Nos pasa en todas las profesiones. Si eres un personaje público como los políticos, entiendo que te van a dar por todos los lados. Pero en actores, actrices o cantantes noto que a las mujeres se les trata de una forma que no te dan ganas de formar parte de ese circo.

En el enfoque del trabajo, ¿consideras que siguen existiendo esos ‘techos de cristal’? Te han hecho mil veces la pregunta de qué nos queda por hacer pero, siendo realistas, ¿cuál es el click que nos hace falta?

Para mí es que montemos nuestras propias empresas y empecemos a explorar cómo lo haríamos nosotras. A veces sentimos que no te visualizas a ti misma siendo la jefa, pero a mí lo que más me inspira son las mujeres que no estaban cómodas y han montado algo por su cuenta que funciona diferente. Ver a mujeres que no tienen miedo de liberar creo que es la forma más rápida de escapar del trabajo. Ya lo hemos hecho en las redes sociales. No deberíamos estar picando un techo en el que arriba hay un señor que te dice ‘sí, pero a mi manera’.

Un libro para mujeres “con y sin coño”. En tu lucha diaria por el feminismo, ¿qué opinión tienes sobre la exclusión de las mujeres transexuales?

Creo que se han polarizado demasiado las opiniones. Todas luchamos por lo mismo y debería haber más voluntad de empatizar, de entender a la persona que está más en riesgo, que en este caso son las personas trans. Me parece sano que exista un diálogo, que se pueda hablar con naturalidad, pero no que tenga tanta crispación, que a mí misma me cueste tratar el tema porque sé que es como tirarte a una hoguera. Yo creo que el enemigo es el mismo para ambos bandos y que, a veces, me sorprende que se centren tanto en eso cuando hay tanto problemas que erradicar. Tenemos más cosas en común que diferencias.

En el final del libro representas la victoria del feminismo. “Las mujeres se han convertido en protagonistas y los carnés de ´tías guays’ se los adjudican ellas mismas”, ¿crees que llegará un momento en el que haya que dejar de luchar?

Creo que los prejuicios, aunque se vayan superando, como vienen de muy lejos es difícil que se erradiquen, al menos en un futuro próximo. Quizá en un futuro muy lejano no queden esas reminiscencias de los prejuicios que hay hacia la mujer. Pero creo que no lo vamos a vivir nosotras, no quiero ser pesimista.