Dos décadas. Este es el tiempo que ha pasado desde que Rosa López decidiera presentarse al casting de Operación Triunfo. Ella tenía 19 años, no había tenido tiempo de conocerse a sí misma ni lo que la vida le tenía que ofrecer. Al igual que el resto de compañeros, la artista no imaginaba lo que supondría aquel talent show musical cuando entró por primera vez en sus instalaciones. Lo que vino después es sobradamente conocido. El concurso se convirtió en la gallina de los huevos de oro de la industria musical española y un histórico fenómeno social.
Y aquella chica inocente que entró en la academia nunca saldría, porque, inevitablemente, no era la misma. La de Peñuelas se alzó con la victoria de la primera edición y se ganó el significativo apodo de Rosa de España. 20 años después, la artista tampoco es la misma que salió de OT. Es un cúmulo de aprendizajes, lecciones, reflexiones, éxitos y fracasos. Una persona madura en lo personal y con las cosas claras en lo profesional que, pese a que es inevitable mirar al pasado con constancia, asevera que no existe quien le impida avanzar.
“Ha sido un sufrimiento aprender a que todo el mundo opine de ti, pero ha sido un aprendizaje tan brutal que incluso te diría que es un éxito más grandioso que el musical”, reflexiona en La Vanguardia. Con 41 años recién cumplidos y un sueño intacto de dedicarse a la música, Rosa ha tenido que actualizarse y tomar determinaciones en estos últimos años. En 2019 se desligaba de Universal y apostaba por su carrera en solitario. Un año importante en lo laboral y en lo sentimental, ya que conoció a Iñaki García, su actual pareja y mano derecha de la cantante en esta etapa como artista independiente.
“Soy una mujer fuerte, con 40 años tengo mucho más que contar, piso el suelo con más fuerza, o eso pienso yo, y, aunque se me hace más duro porque estoy sola e independiente, dirijo mi carrera”, reivindicaba en ‘El País’ la intérprete de ‘Si no te vuelvo a ver’, que no ocultaba su hartazgo al oír un adjetivo que se repite desde el inicio de su trayectoria: ‘pobrecita’. “No lo he sido nunca”, matizaba en este diario. “Una de las cosas contra las que más he luchado estos últimos años ha sido contra mí misma, y es que no quiero ser más víctima porque no soporto dar pena”, asegura tajante ahora la andaluza.