No se atreven a dar el paso. Can y Sanem se niegan a intentarlo de nuevo. El miedo a que salga mal o a herir al otro se ha convertido en una barrera infranqueable. "He pasado página, como todo el mundo", dice Sanem frente a todos.
Sin embargo, cuando nadie la ve, cuando nadie la escucha, reconoce la que es más que evidente. "Yo soy débil y me entrego. Me dejo llevar por los recuerdos de sensaciones, aromas, anhelos y deseos. Dicen que lo carnal es enemigo del alma, que captura el alma. Pues ojalá nos capture, que hable de una vez nuestro cuerpo y se calle nuestra alma. Que se pare el mundo cuando nos miramos, cuando nos tocamos. Que nuestros cuerpos se fundan como las raíces de un árbol que llevan el agua a las ramas. De todas formas, ¿cuándo ha hecho caso el corazón a la voz de la sabiduría? ¿Cómo puede frenar la sabiduría el latir de un corazón? Mi corazón está loco por él. Dime, quién puede detenerlo excepto yo".
Después de un año, Hüma se ha dado cuenta de que se equivocó al separar a Can y Sanem y trata de convencer a Yigit para que les deje. "Deberías centrarte en tu trabajo, eres un hombre inteligente y con talento. Deberías olvidarte. Se siguen queriendo y debes aceptarlo. Cometimos un error. Nos equivocamos", le dice al editor, que sigue adelante con su venganza.
Mientras la relación entre Can y Sanem se va estrechando, Yigit sigue adelante con su plan para destruirlos. Y va por buen camino. Siguiendo sus instrucciones, un vecino les denuncia por una supuesta alergia que ha sufrido tras utilizar sus cremas. ¿Descubrirá Can la verdad?