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Dos años han pasado ya de la muerte de Carlos Falcó. Cuando apenas llevábamos una semana de confinamiento, la realidad sanitaria asaltaba el papel couché con la pérdida del marqués de Griñón, el primer rostro conocido que fallecía a causa del coronavirus. Su despedida, más allá de las restricciones que impuso el Gobierno en ese delicado momento de la pandemia, fue fría, dolorosa y sin gestos de afecto entre sus hijos Tamara, Manolo y Xandra, los únicos que pudieron acudir al exterior del madrileño Tanatorio de La Paz para darle el último adiós a su padre.
La ausencia de Esther Doña, su viuda, que no mantenía una relación del todo estrecha con la familia de su marido, parecía confirmar que se avecinaban curvas. El importantísimo legado que dejaba el patriarca de los Falcó a su muerte podría derivar en una dinámica de desavenencias entre ambas partes que muchos daban por sentada. Pero a los más malpensados el tiempo les ha llevado la contraria.
Con la herencia ya distribuida, la frase que más se ha repetido por parte de Tamara Falcó (que ha recibido el mayor valor familiar: el título de marquesa de Griñón) y del resto de sus hermanos ha sido que Esther "se ha portado fenomenal" en este reparto. Doña ya contó a ¡Hola! antes de que este momento se produjese que su intención era trabajar mano a mano "para llegar a un acuerdo en el que todos estemos satisfechos".
Un íntimo amigo de Carlos Falcó que estuvo vinculado a la familia en el pasado ejerció de albacea en este proceso. Lo primero que se hizo fue calcular el valor total de todos los bienes con los que contaba el aristócrata. Y partir de ahí, tal y como ha podido saber la revista de cabecera de la familia, los herederos pactaron pagarle a Esther Doña "un porcentaje del tercio de mejora que le correspondía de usufructo vitalicio".
De esta forma, partiendo siempre de la información aportada de ¡Hola!, la viuda (que hace unos meses inició una nueva relación con el juez Pedraz) "ha recibido la cuota viudal usufructuaria en contraprestación por renunciar a disfrutar de todas las propiedades", un derecho previsto en el Código Civil. Una resolución que concuerda con el acuerdo prematrimonial que firmaron antes de su boda en el que se dejaba por escrito que su enlace era "por amor" y no "por temas materiales".
En cuanto a sus hijos, Tamara y Manolo Falcó, que trabaja como banquero en la City de Londres y en estos momentos gestiona los vinos que llevan el nombre del marquesado familiar, han comprado la parte que les correspondería a sus hermanos Xandra, Duarte y Aldara (así como el usufructo de Esther Doña) del palacio de El Rincón. Esta fortaleza del siglo XIX ubicada en Aldea del Fresno que está valorada en cinco millones de euros y que cuenta con 30 habitaciones y 120 hectáreas de terreno será explotada para un futuro proyecto hostelero del que ambos serían socios.
Carlos Falcó compartía con su hermano Fernando, que también falleció durante la pandemia tras contagiarse de covid-19, el palacio de Mirabel, ubicado en Plasencia. Su parte, concretamente el 33%, ahora es propiedad de Xandra. Será en este histórico edificio donde tendrá lugar este 2 de abril la esperadísima boda entre Isabelle Junot y Álvaro Falcó, primo de los herederos de Griñón.
Por último, la finca Quinto de Casas, que se encuentra en Malpica de Tajo, en Toledo, ha ido a parar a Manolo, el primogénito de Carlos Falcó. Allí, además de reposar las cenizas del marqués de Griñón, es donde se elaboran los vinos y aceites de los que se nutre el clan y que gestiona el heredero de este terreno, tal y como dispuso Felipe Falcó, abuelo del aristócrata, en su herencia.