Para entenderla tenemos que remontarnos a abril de 2016. Amber Heard celebraba su 30 cumpleaños con un megafiestón en el que estaban amigos y familiares. Todos, menos su chico, Johnny Depp, que tardó dos horas en hacer acto de presencia en el evento. Según informa The Mirror, esto provocó un escándalo que terminó con las sábanas del actor manchadas (ya sabemos de qué) en un acto de "venganza". Todo esto, según el entorno de él.
La versión de ella es muy distinta. A pesar de que Johnny Depp se mantiene en que tiene "pruebas sólidas y fotografías que demuestran que los excrementos eran de Amber Heard", la actriz apunta a su perro Boo, un Yorkshire Terrier con "serios problemas intestinales". Para ella, no había motivos para ser "tan irrespetuosa" y que simplemente se trata de una "cosa de perros" sin más importancia.
En esta polémica también ha entrado la asistenta de la pareja y, por cierto, la que se topó con los excrementos. Después del enfrentamiento con Amber, Johnny abandonó el domicilio. Y ahí, en el dormitorio, quedó la 'sorpresa' que, según la empleada del hogar, "era demasiado grande para ser de un perro".
Desde que en 2016 anunciaron su divorcio por "diferencias irreconciliables", los dardos entre ambos cada vez son más afilados. El abogado de Amber asegura que ella no quiere saber nada de estas cuestiones y que quiere pasar página. Pero hasta llegar a este momento, ha sucedido de todo. Primero fueron los problemas de Depp con el alcohol y las drogas, después las acusaciones de Heard de maltrato físico y verbal y luego apareció la insinuación de que los celos por la bisexualidad de ella también influyeron en su ruptura.