Mariola Orellana intenta aparentar felicidad, pero no resulta creíble

divinity.es 16/02/2011 14:30

El título es como de vodevil malo y el contenido, cuando una se acaba de divorciar, no es precisamente el más alentador. Me refiero a la página que la revista Semana dedica a Mariola Orellana (recién separada de Antonio Carmona) y Simoneta Gómez Acebo (que rompió hace ya año y medio con Sastrón). El título dice: 'Mariola y Simoneta, las alegres divorciadas'. Lo mires por donde lo mires, buena pipa no tiene. Si es como para decir que han tomado rápidamente la actitud de a rey muerto, rey puesto, suena un poco antiguo; y si se trata, como parece intuirse en el texto, de insinuar que ponen una sonrisa de cara a la galería pero realmente están destrozadas, pues aún peor.

Analicemos las fotos y pensemos en los antecedentes. Ninguna de las dos han sido nunca muy proclive a eso de que los fotógrafos las persigan. Si repasamos hemeroteca, cuando alguno las pillaba por la calle, salían serias, molestas de la persecución. Pero en estas imágenes no. En la que salen de la mano, la cara es como de bueno, ¿qué hacemos? Esto de que nos persigan es un horror, pero no vamos a salir con cara de palo. La foto definitiva es la pequeña, en la que están dentro del coche, que seguramente es posterior, y ya, en la intimidad del automóvil, hay que sonreír, que no vayan a pensar que estamos hechas polvo. La sonrisa de ambas es digamos forzada y ya puestos a analizar (y quizá exagerar, que no digo que no, pero esto es una opinión subjetiva) Mariola, que tiene lo suyo muy reciente, tiene una descompensación entre la mirada y la sonrisa. Poniéndonos poéticos podría decirse que sus ojos reflejan tristeza pero intenta disimularla con una sonrisa tirando a poco real. Simoneta ya está pasando el 'luto' así que hace como que sonríe por solidaridad, pero se ve que le cuesta menos.

El texto dice poco, pero lo que más sorprende es una frase más bien políticamente incorrecta que además tanto Mariola como Carmona han explicado mil veces. En Semana comentan que su amor superó momentos difíciles, como la circunstancia de que él fuera gitano y ella paya. Ellos ya han contado que eso no fue nunca un problema, entre otra cosa porque los Carmona son una familia que aunque mantiene sus raíces nunca ha caído en el tópico que se tiene de la raza calé.

Pero dejando a un lado el texto y centrándonos en la foto y en otras que aparecieron hace unas semanas de Antonio Carmona paseando cabizbajo por la playa. Podría llegarse a una conclusión que, advierto, no está basada en ningún dato objetivo pero podría dar pistas de por dónde ha ido la separación. Repito, atendiendo a ambas imágenes. Da la impresión de que esa sonrisa forzada de Mariola, ese intentar demostrar que está bien tiene que ver con el orgullo, con algo que podría definirse como “después de lo que me ha hecho ahora que no vaya a pensar que estoy hundida”. En cambio esa tristeza sin disimulo de Antonio parece tener que ver con ese poso de culpabilidad que uno tiene cuando provoca una separación, no tiene nada que disimular. En cualquier caso, para terminar con un poco de esperanza. Algo me dice que Orellana y Carmona volverán. Hoy estoy intuitiva, para bien y para mal.