Confieso que soy una novia enajenada: cinco síntomas de mi histeria preboda

divinity.es 16/06/2016 20:00

Queridos familiares y amigos, confieso que os estoy mintiendo. Os tomo el pelo todos y cada uno de los días que me preguntáis qué tal llevamos la cuenta atrás y os digo ‘bueno, nos quedan cositas por hacer, pero estamos disfrutando con los preparativos’. MEN-TI-RA. Estoy muy nerviosa, a punto de colapsar, lo que pasa es que me da mucha vergüenza admitir que la boda me roba el 99% de la atención, porque admitídmelo, no queda nada cool reconocer que ya no puedo pensar en otra cosa.

Lo voy a explicar un poco mejor, y así evaluamos cuánto de alarmante es el asunto. Estos son los síntomas:

1. No os escucho cuando me habláis. Cuando me contáis vuestro fin de semana estoy pensando en canciones para el baile, en las comidas en el trabajo planeo la luna de miel y sí, lo mismo contesto vagamente a todo porque estoy dándole vueltas a los colores del ramo (lo siento)

2. En la frutería, en vuestras casas, en la oficina y hasta en el último capítulo de ‘Juego de Tronos’ veo jarrones, velas, cajas, pizarras, cojines, latas y sillones que quiero para decorar mi boda. En el impulso cleptómano que me provocan todas esas cosas ‘cuquis’ no quiero entrar, de hecho no debería ni dejarlo por escrito.

3. Estuve a puntito de llorar al enterarme del inminente divorcio de Alba Carrillo y Feliciano López. Aclaro que me sobrecogió la noticia sin tener yo ningún tipo de relación ni apego por la chica de ‘Supermodelo’ y el tenista, sólo es que se les veía tan felices en las fotos de la boda y ha pasado tan poco tiempo que me parece un auténtico drama. Mis compañeras de redacción se lo toman a risa, pero yo os digo muy en serio que como se separen Eva González y Cayetano antes de que yo dé el 'sí quiero' a mí me da algo.

4. De repente, la ropa blanca me hipnotiza. Es como si tuviera un radar y cuando voy de tiendas ya sólo me fijo en vestidos blancos, bikinis blancos, pantalones blancos, braguitas blancas... Y os doy otro detalle, aún a riesgo de que acabéis tomándome por loca: me he comprado ya un par de looks blancos monísimos pero que no me atrevo a estrenar por si me dan mala suerte y he decidido que son directamente para el viaje de novios. Madre mía, así escrito queda grave, la verdad.

5. Me peso todos los santos días, y estoy a punto de empezar a medirme. No claméis al cielo, que soy una persona que lleva una dieta saludable (más o menos) y hago ejercicio regularmente. ¿El problema? Pues que, como aproximadamente una vez al mes tengo que probarme el vestido de novia, he descubierto que estoy muy lejos de tener un peso estable. El vestido es una especie de 'polígrafo' que me ha desvelado que en ocasiones retengo líquidos y que con los nervios, a veces adelgazo y otras engordo. Total, que mi mayor reto de aquí al día B es mantenerme en la medida de lo posible en las costuras que tengo, que creo que voy a batir el récord en el atelier de rectificación de talla.

Quedan poco más de dos meses para el gran día y espero serenarme un poco para volver a dormir a pierna suelta. Sin embargo, sí que hay algo en lo que no he mentido a todos los que me preguntan, y es que estamos disfrutando muchísimo de todo este proceso. Sí, es un caos y la lista de tareas por hacer es infinita, pero me da pena que queden tan pocas noches de sofá, tablet en mano, eligiendo sorpresas y afinando detalles. Y es que al final... bendita locura.