Mimi Rogers, la mujer que introdujo a Tom Cruise en Cienciología

divinity.es 17/10/2012 10:48

Pocas veces se habrá reído tanto el respetable a costa de Tom Cruise como tras su matrimonio con Mimi Rogers. En 1995, la actriz se desnudó casi íntegramente en Full Body Massage. Dejó ver al mundo sus curvas de infarto, sus voluptuosos senos. Podría haber sido el icono sexual más importante de los noventa, pero Sharon Stone había dejado el listón muy alto con su Instinto Básico unos años antes. El caso es que Mimi dijo, antes de mostrar sus encantos, en una entrevista en Playboy en 1993, que su matrimonio con Tom Cruise fracasó porque el actor no daba la talla en la cama.

"Quería ser un monje, nuestro matrimonio no encajaba en sus necesidades espirituales pensó que debía ser célibe para preservar la pureza de su instrumento...”

¿Qué instrumento?, le preguntó el redactor. “Mi instrumento necesitaba ser afinado”, replicó ella. Esta entrevista, sumada a que encima no tuvieron hijos, no sólo dejó al actor a la altura del betún ante el respetable masculino, encandilado con los desnudos de Mimi. También sirvió para disparar los rumores de que en realidad era gay. Se llegaron a escribir libros sobre este detalle, se hicieron investigaciones. Mimi dijo que sus palabras no eran más que una broma, pero la bola ya estaba rodando.

Y el caso es que Cruise no eligió a Mimi Rogers por motivos que dijeran mucho de su apetito sexual. Había declarado en una entrevista que le gustaban las mujeres que le recordaban a su madre. Y había salido con Heather Locklear, unos años mayor que él. Con Cher, 16 años de nada más vieja. Y ahora Mimi, unos 7. Él tenía 24, ella 31.

La conoció en una cena con unos amigos. Mimi era una mujer interesante, tenía que serlo por fuerza para cualquier hombre. Fue una niña superdotada. Se saltó varios cursos del colegio, donde, como le ocurre a muchos superdotados, era considerada un bicho raro. Tanto le quemó a la actriz el trato con los demás alumnos, que cuando acabó de forma brillante, pasó de ir a la universidad.

Mimi se metió a trabajar como voluntaria de ONG. Estuvo en un hospital para discapacitados de Palo Atlo, California. También cuidó drogadictos. Recién iniciada la treintena, contando su experiencia en aquellos lugares mientras apuraba un cigarrillo, tenía que resultarle irresistible a un joven al que le gustaban las mujeres maduras. Pero había una cosa más. Mimi había sido la mujer de un destacado miembro de Cienciología, Jim Rogers, de quien tomó su apellido tras un matrimonio del 76 al 80.

Parece que Cruise se animó a pedirle matrimonio porque vio que sus tres hermanas eran felices en su vida marital. Una decisión que parece de todo menos consecuencia de un apasionante romance. Pero Mimi sí era apasionante. El arte estuvo presente siempre en su casa, su madre era bailarina y actriz, y su padre ingeniero y miembro de Cienciología también, de hecho fue quien le introdujo. En la dichosa iglesia y en algo mucho mejor: el mundo del póquer. Desde niña la llevó a jugar, a ver campeonatos de profesionales.

Luego lo que había empezado como un hobby, actuar en teatro comunitario, terminó siendo su profesión, pero nunca lo buscó realmente. Como tampoco parece que su marido la hubiese buscado a ella entre todas las mujeres del mundo. Por eso no cuesta entender que se separaran tan rápido.

A Mimi le reventaba la juventud del actor, entendido en el peor sentido. Cruise había estampado contra una pared su Nissan 200SX. Estuvo a punto de hacerse daño, y no aprendía. Conoció la afición de Paul Newman por la velocidad y se sentía igual de atraído. Cuando rodó Días de Trueno, una joven pelirroja llamó su atención. Se llamaba Nicole Kidman y también estaba como una regadera. Hacía Kickboxing, era otra adicta a las descargas de adrenalina, y Tom se enamoró.

Mimi Rogers intentó salvar su matrimonio recurriendo a Cienciología y, como todo el mundo sabe, la cosa no funcionó. Pero Cruise ya se quedó dentro de la organización para siempre. Encontró al paz que anhelaba en esa filosofía de vida que algunos tachan de pura y llana secta. La protagonista de esta historia le dejó marchar con viento fresco. Si bien es cierto que Cruise tuvo estilo y prefirió dejarlo con su mujer antes de empezar a intimar con la Kidman. El matrimonio se rompió como había sido su boda, en secreto absoluto, sin grandes alharacas.

Ahí llegó una época dorada en lo profesional para Mimi Rogers. Como ex, le llovieron papeles en thrillers, remakes de Cine Negro y la aludida cinta erótica. Ella se volcó en el trabajo. En una entrevista confesó una vez que le hundía dejar de rodar. Se preguntaba al llegar a casa “¿Quién me peinará mañana, quién me dirá cada media hora lo que tengo que hacer?”. Un tipo de depresión post-rodaje que aderezaba con una visión fatalista del negocio. Intentaba estar preparada para todo lo malo que pudiera llegar. Temía, pero asumía, que cada película podía ser la última.

Aficionada a la natación, montar en bici, ir a la bolera y bailar, finiquitado Cruise conoció a Chris Ciaffa, el que iba a ser su tercer marido, diez años mayor que ella, y que le dio dos hijos: Lucy, en el 95, y Charlie, en 2001.

Sigue rodando comedias románticas, algún que otro thriller. Alterna televisión y cine, pero no le cae más de una película por año. Parece que tiene planes y quehaceres más interesantes. Lo que le inculcó su padre. No, no es Cienciología, es el póquer. Sigue siendo jugadora profesional, obtiene pingues beneficios, y forma parte de una asociación de jugadores. Sigue siendo, como antes de Cruise, una mujer singular donde las haya. Y bastante harta de este culebrón, no en vano, dijo en People que sueña con el día en que tenga que dejar de hablar de él.