Cupido enredando en mi cabeza

divinity.es 06/10/2015 10:36

Ha sido entrar, descubrirlo, y sin bobadas me lo ha encasquetado encima, asegurándome que no existe flecha más certera que una pluma. Revienta el corazón con una simple línea. Y con dos palabras envenenadas, no te digo.

"Escritora, te pega todo. Ponte ahí", ordena. Y yo: "Mira que encima de la cabeza solo me pongo el tinte y ahora me ha dado por los barros, en plan ecológico". "Calla y sonríe". Carlos Nieves me encaja el tocado mientras Teresa Peyrí tira de obturador, y yo, como puedo, aprieto los labios para que no me entre la risa. Me presto al juego porque me ganan los dos. Al fin y al cabo ella misma nos presentó una vez, que ya se me ha olvidado.

Carlos habita entre telas y pieles mientras un gato le ronronea los pies, lo que sucede en un Madrid que le abre las costuras, porque la tierra de sus entretelas está a dos horas de distancia cruzando el cielo. Acaba de llegar de Tenerife cargado de ideas, que se resumen en una maleta donde guarda los prototipos de su colección de bolsos. "¿Otro salto al vacío?". Otro más.

Le pregunto si nunca se va a aburguesar y él sonríe pícaro. No hay tu tía. Carlos Nieves es un diseñador para quien el Happy Aging Él no cumple años sino proyectos, y por eso me gusta tanto como para presentároslo.

En su tarjeta todavía figura haber creado el traje de carnaval más grande del mundo. Eso sucedió en 2001, creo, y aún se lo recuerdan. Natural.

Su casa es un estudio o ha transformado el atelier en su hogar, no sabría precisarlo, pero ese lugar donde desarrolla su ingenio tiene algo de mágico, de juego de naipes. Él mismo es un funambulista. Lo aprendió del carnaval, todo, su sentido del espectáculo. La versatilidad de un trozo de tela que con unos cuantos imperdibles se convierte en un prototipo de Galiano. Lo dúctil de un metal o de un trozo de plástico.

He visto tejidos imposibles adaptados al cuerpo de una mujer como un guante; ideó un vestuario para el musical Hello Dolly que hubiera querido Broadway y lograba estilismos increíbles para las producciones de Interviú que yo le encargaba. Él y la Peyrí forman un tándem deseado por cualquier editor que quiera romper los clichés editoriales. Por todo ello admira que ahora ande como un chaval estrenando zapatos con esos bolsos que ha alumbrado.

"Son tendencia. Ajustados en precio", me confiesa, "y muy llevables". Y se han convertido en su nuevo afán. Le espío jugando con los modelos, encolando las piezas de piel y ensartando las cadenas, y me doy cuenta que ni siquiera sé su edad. Bien, esto también es Happy Aging. Olvidarnos de las etiquetas que nos sugieren qué hay que hacer en cada época de nuestro calendario.

Por ejemplo: ¿quién me va a quitar a mi la ilusión de llevar a Cupido en la cabeza?.