Benidorm también es Divinity

Carlos Otero 25/07/2013 19:59

¿Benidorm capital del movimiento indie? ¿La ciudad de los jubilados británicos tomada por 'hipsters' y 'groupies'? ¿Las canciones de Portishead, Lori Meyers, Fangoria o Dorian sonando en lugar de 'Los Pajaritos'? Algo está cambiando en Benidrom. Este fin de semana tiene lugar en esta localidad alicantina el Low Cost Festival, el relevo generacional del FIB, que ya es para treitañeros y cuarentones. ¡Si hasta va la Princesa Letizia!

Benidorm es territorio de otra princesa (la del pueblo, Belén Esteban) y de la nueva hornada de 'modernuquis' independientes (Moderna de pueblo disecciona por tipologías en la viñeta de abajo) que ven a los Fiberos como una pandilla de viejos descolgados de otra generación festivalera. Pero, ¿por qué Benidorm se ha tornado en el enclave más 'cool' de la costa española? Analizamos por qué esta ciudad, destino de guiris bebidos o enclave vacacional de las clases más populares de la meseta, ha mutado en el destino favorito del moderneo patrio. De buenas a primeras... Benidorm es Divinity.

La razón principal es que lo 'kistch' está de moda y precisamente Benidorm lo simboliza a la perfección. Su paradójica artificialidad natural representada en sus rascacielos, neones y metacrilatos así lo evidencia. El encanto de esta ciudad pasa por la belleza de lo barato y lo excesivo: Benidorm concentra en su idiosincrasia muchas dosis de costumbrismo en el que se encuentra, por un lado, el atractivo de la horterada castiza y, por otra parte y en perfecto equilibrio, la hipnótica fascinación por los elementos más vulgares de la sociedad anglosajona. Un fascinante cóctel en el que se mezclan el barrio de la serie Aída y Geordie Shore.

Por todo esto, la ciudad bien puede entenderse como una revisión mediterránea de Las Vegas gracias a elementos como su exagerado 'skyline', su derroche de luz artificial y fosforita o enclaves como sus los parques acuáticos y, sobre todo, el 'Benidorm Palace': Una sala de fiestas a la antigua usanza con espectáculo de revista y vedettes.

Alaska, siempre sabia, lleva años reivindicando Benidorm y su significado (repitamos, de nuevo, como un mantra eso de “solo tienes que pensar que lo estrafalario brilla más que lo normal”). Y es que el triunfo de Benidorm es el éxito de lo grotesco y lo zafio sin tener que excusarse por ello. Simplemente porque mola y sin más prejuicios: Porque no sólo nos gusta Benidorm sino que además nos encanta 'Gandía Shore', disfrutamos del culebrón de Rosa Benito y Amador Mohedano y Norma Duval nos parece un personaje tan importante en la cultura española como el cine de Buñuel. ¿Pasa algo?

Por todo esto no es casual que la metrópoli donde la intérprete de 'Los Pajaritos' ha sobrevivido como ha podido durante los últimos tiempos cantando su hit a los jubilados británicos acoja un festival súper cool que además la toma como musa.

Eso sí, para seguir molando, Benidorm tiene que seguir manteniendo este encanto inconsciente. Lo que mola es su encanto 'kistch' y sus tiendas multiprecio de colchonetas y souvenires abiertas 24 horas. Precisamente los festivales indies, la invasión de modernas fasciandas o este mismo artículo que acabas de leer abocan a Benidorm al 'postureo'. Pido perdón por ello pero si no lo analizaba yo, lo analizaba otro.