Moto GP: Pilotos dentro y fuera del paddock

EL TRIUNFITO. Una vez se quitan el mono y el casco, los pilotos de Moto GP son como cualquier mortal... con sus aciertos y errores estilísticos. Las batifans adoran a Álvaro Bautista, y él se entrega a su público en los cientos de eventos a los que acude. Sus estilismos, poco trabajados y rendidos a tendencias de diez años atrás, recuerdan sospechosamente al David Bisbal recién llegado a la fama. Las mechas las llevaba Beckham también por aquella época.

EL PAPÁ TRANQUILO. El australiano Casey Stoner (a la derecha con su todavía novia Adriana, que ahora es esposa) viste como uno más cuando se quita el casco. Aunque a veces le guste convertirse en éxito adolescente y publicar imágenes sin camiseta para goce del personal femenino.

EL RETORNO. Dani Pedrosa vuelve a las mejores posiciones de la pista pero en su ropa off duty parece que prefiere coser aparatos inalámbricos para trampear sus permisos de patrón de yate. Es difícil verle con trajes de vestir, más bien acostúmbrense a verle con sudadera, como una extensión de su mono de trabajo. O lo que es lo mismo: un campechano.

EL PURA SANGRE. Andrea Dovizioso tiene pasión, empuje y muchas ganas de convertirse en el chico malo a una camiseta pegado del Moto GP. Afortunadamente para las jóvenas, también disfruta enseñando pectorales.

EL CASO ELEGANTE. Jorge Lorenzo, primero en el campeonato de Moto GP tiene estilo fuera de la pista. El joven, de 25 años, no es de los que van siempre con gorra a los eventos (aunque ha tenido sus momentos), sino que tiene estilo y una interesante predilección por los trajes negros.

CAMBIO RADICAL. Es curioso que esta foto y esta otra sean del mismo hombre. Héctor Barberá transita en los dos mundos como pez en el agua. Lo mismo se pone un traje ideal para una fiesta, que una camisetita ajustada, que le detienen ebrio. Solo hay una cosa clara: siempre piensa en ganar.

TRANSFORMERS. Valentino Rossi es, fuera de pista, como una estrella del rock. El escuálido piloto presume de melena (o pelo rapado, indistintamente) y su característico pendiente. Para vestirse, por mucho que se ponga un traje, siempre parece ir a contracorriente. Como un Pete Doherty a la italiana.