¿Cuándo se le puede dar al niño leche de vaca y cómo se debe hacer la transición?

  • Desde los 6 meses de edad a los niños hay que completarles la alimentación basada en leche materna o de fórmula con alimentos de diferentes sabores y texturas

  • Para darles leche de vaca hay que esperar a que su organismo sea capaz de asimilar sus componentes

  • Cinco consejos para estimular la subida de leche tras el parto

Con el inicio de la alimentación complementaria son muchos los padres que comienzan a tener dudas sobre el momento en el que hay que introducir la leche de vaca en la dieta de los hijos. En este caso, la respuesta está en su desarrollo madurativo, ya que en sus primeros meses de vida, el organismo del bebé aún no está preparado para asimilar los componentes de la leche de vaca.

A partir de los 6 meses, aproximadamente, ya puede empezar a tomar alimentos complementarios, tanto sólidos como líquidos, distintos de la leche materna o de fórmula infantil, ya que sus necesidades nutricionales empiezan a ser más exigentes y no son cubiertas solo con leche materna o de fórmula. En cambio, todavía no es el turno de la leche de vaca.

En la Revista de gastroenterología y nutrición pediátrica un grupo de expertos del Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátricas (ESPGHAN) publicó un artículo de investigación en 2017 sobre la alimentación complementaria. En el estudio que llevaron a cabo, destacaron la importancia de incluir a partir de los 4/6 meses alimentos variados “con diferentes sabores y texturas, incluidas verduras de color verde de sabor amargo”. Tales alimentos deben tener un alto contenido en hierro, incluyendo los productos cárnicos, pero nunca se les debe añadir azúcar ni sal. Igualmente aconsejan “evitar los zumos de frutas o las bebidas azucaradas”.

A su vez, es vital “continuar con la lactancia materna” o de fórmula. También insisten en la “progresión oportuna hacia la alimentación con los dedos y la autoalimentación” de modo que se vayan retirando los purés para ir sustituyéndolos por alimentos con grumos entre los 8 y 10 meses. En cuanto a la leche de vaca, la recomendación es esperar a que cumplan el año, ya que para un bebé supone “una fuente pobre de hierro y proporciona un exceso de proteínas, grasas y energía cuando se usa en grandes cantidades”. Según la investigación, “los lactantes que consumen grandes volúmenes de leche de vaca tienen un mayor riesgo de sufrir deficiencia de hierro” y en consecuencia anemia. Además, ese exceso de proteínas “puede aumentar el riesgo de sobrepeso u obesidad posterior, especialmente en individuos predispuestos”.

Por otra parte, los nutricionistas señalan que la leche de vaca es más difícil de digerir, a lo que se añade que los riñones de los recién nacidos son muy inmaduros, por lo que no pueden filtrar sus nutrientes antes del año. Con todo ello, “la leche de vaca no debe utilizarse como bebida principal antes de los 12 meses de edad”, destacan en las conclusiones del estudio. Incluso subrayan que es momento de retirar el biberón y aprovechar para que empiecen a beber en taza o en un vaso de entrenamiento. El método de introducción es como el de cualquier alimento distinto a la leche materna. Cualquiera que sea nuevo se da a probar dejando entre tres y cuatro días para añadir otro diferente, antes de la comida, sin azúcar, en poca cantidad y sin forzar.

Cómo introducir la leche de vaca

  1. La leche de vaca tiene que ser entera a no ser que el pediatra recomiende otro tipo.
  2. Utilizar una taza o un vaso de entrenamiento, no un biberón.
  3. No azucararla ni endulzarla.
  4. Darla a probar antes de las comidas.
  5. No forzar ni obligar, tener paciencia hasta que se acostumbre al reciente y al nuevo sabor.
  6. Empezar con cantidades reducidas.

A partir de los 12 meses, la leche de vaca pasa a tener un peso significativo en la alimentación infantil. Es más, desde la Asociación Española de Pediatría insisten en que desde el año se debe añadir a la dieta entre 2 y 3 raciones diarias de leche entera y lácteos, ya sea yogur natural o queso fresco sin sal. De este modo, la leche de fórmula pasa a ser sustituida por la leche de vaca entera. En el caso de que el niño siga siendo amamantado, que suele ser antes y después de las comidas, no hay que complementar su dieta con leche de vaca hasta retirar la materna.

Otro punto es que esos lácteos tienen que ser naturales y prescindir de azúcares o aditivos al igual que se deben ofrecer entre horas. El mejor postre siempre es una fruta, que lleva vitamina C y fructosa, que potencian la absorción del hierro de los alimentos que se hayan consumido.

La leche es una fuente de proteínas de alto valor biológico (caseína), hidratos de carbono (lactosa), lípidos, yodo, fósforo, magnesio, zinc, vitaminas A, D, B12, riboflavina y calcio. Este último, junto a las proteínas y otros nutrientes, son necesarios para la formación de los huesos y los dientes. El calcio es el principal componente del hueso, interviene en la mineralización, y entre otras funciones participa en la coagulación de la sangre, la contracción y relajación de los músculos, la función cardíaca, la secreción de hormonas y el envío y recepción de señales nerviosas.

Por otra parte, la lactosa y la vitamina D de la leche favorecen la absorción del calcio y del magnesio, de modo que además de ser fuente de calcio, sus nutrientes favorecen su absorción.

Como puntualización, tanto en la infancia como en la adolescencia se aconseja tomar la leche entera, ya que “conserva la energía y la vitamina A ligadas a la grasa”. Desde las asociaciones de pediatría además destacan que no es necesario darles una leche especial para niños, de crecimiento o enriquecida. En su caso, será el pediatra quien aconseje si hubiera que darle otro tipo distinto a la entera.