No fue una boda al uso. El enlace de Álvaro de Marichalar (49 años) y su novia rusa Ekaterina Anikyeva (23 años) fue de todo menos tradicional. Para empezar, la pareja se atrevió a desafiar a la mala suerte y decidió llegar junta a la iglesia en un coche conducido por él. Por si fuera poco, en el camino se deshicieron en besos y arrumacos.
Para seguir (con las curiosidades), la pareja tuvo que circular por caminos recónditos para llegar al Palacio sorinano de la familia Marichalar donde tuvo lugar el enlace. En esos caminos no faltaron los lugareños interesados por el evento.
Besos y también miraditas. Pues eso, que esta foto (y esta mirada de amor por parte de él) es sólo una de tantas de las que se pudieron hacer durante el enlace. No es para menos. Álvaro habían coseguido el objetivo que se marcó nada más conocer a Ekaterina: casarse con ella.
En total 110 invitados acudieron a este enlace, entre ellos Don Jaime de Marichalar. El ex marido de la Infanta Elena fue, vio y venció. Estuvo sólo en la ceremonia y no pisó el convite. Además tampoco llevó a sus hijos Froilán y Victoria Federica. Su madre y abuela de éstos, Concepción Saenz de Tejada y Fernández de Bobadilla, sí que se quedó hasta el final.
Hermanos más duraderos. Otros que se quedaron hasta el final fueron Ignacio de Marichalar y su mujer María Fernanda Fontcuberta.
La más atrevida. Y no lo decimos por el color claro de su traje (tan mal visto en las bodas), sino por su tocado. ¿Qué llevaba Pilar Medina Sidonia en la cabeza?
Presencia de los Alba. No hubo realeza (lógico desde el divorcio de los duques de Lugo), pero sí sangre azul (de la buena). Fernando Martínez de Irujo fue en representación de la Casa Alba.
De todos los países. Estaba claro que dada la nacionalidad de la novia iba a ser una boda internacional, pero sin duda la guinda la puso esta invitada.
No hubo brindis. Como dos buenos abstemios, Álvaro y Ekaterina decidieron pasar del alcohol en su boda. Especialmente de las bebidas duras. Sólo sirvieron vino, cerveza y sidra. Ni siquiera hubo cava para brindar.
Un beso de los de verdad. No debería ser raro, pero después de ver lo que hizo su hermano y los ex cuñados de éste en sus respectivas bodas, esto llama la atención. Claro que... ya lo dijimos antes: no pararon de besarse.
Y tras tanto arrumaco... llegó el momento de irse. La luna de miel la pasarán en la península rusa de Kamchatka, donde Álvaro comenzará su próxima expedición. El día 2 repetirán boda, esta vez por el rito ortodoxo.
