Este confinamiento ha marcado un antes y un después en la imagen pública de Cayetano Rivera. Tras toda una vida en un segundo plano mediático en la que había delegado en su hermano Fran el rol más beligerante del clan, el torero ha decidido dar un paso al frente y convertirse en el azote del gobierno, del cine y de parte de la opinión pública. Lo ha hecho a través de Twitter, red social en la que se ha aupado como uno de los portavoces oficiales del sector taurino. Incluso se ha pronunciado a favor de las manifestaciones contra la gestión del coronavirus por parte del ejecutivo de Pedro Sánchez. Pero tanta visibilidad ha tenido sus consecuencias.
Hace unas semanas, Cayetano denunciaba públicamente la supuesta censura por parte de Instagram de un post en el que plasmaba las amenazas recibidas durante estos casi tres meses de encierro. “Ten cuidado, a ver si el día de mañana vas a ver sufrir a algunas personas de tu familia”, se podía leer entre los comentarios de sus haters. “Borran mi post en el que doy a conocer los insultos y amenazas que recibimos mi familia y yo porque considera que soy YO el que incita al odio”, contaba indignado. “¿Dónde están los parámetros morales y éticos que rigen esta red social?”, planteaba, anunciando su decisión de tomar acciones legales al respecto.
Días más tarde, tal y como informa Semana, un nuevo ‘incidente’ provocó una situación incómoda tanto para el hijo de Carmina Ordóñez y de Paquirri como para Eva González, que han estado confinados en el pueblo sevillano de Mairena del Alcor junto a su hijo Cayetano. Al parecer, la presencia de un coche sospechoso en los alrededores de la vivienda comenzó a preocupar a la pareja. Con el precedente de las amenazas, la revista asegura que ambos sintieron miedo y se pusieron en contacto con la Guardia Civil para esclarecer la situación.
Finalmente, lejos de sus sospechas, el coche pertenecía a un paparazzi que estaba siguiendo sus pasos durante esta cuarentena. De hecho, a lo largo de este último mes hemos podido ser testigos de varias fotografías de la familia Rivera González durante el estado de alarma. Por una de ellas, portada de la revista Semana, precisamente, el matrimonio fue tachado de imprudente por salir a pasear dos adultos y un menos de catorce años, algo que por entonces, en la fase en la que se encontraba la localidad, no se podía llevar a cabo.