Una buena celeb, sobre todo una natural, debe conocer el contexto en el que se mueve. Adaptación al medio, que decía Darwin. El mundo suele acabar resultando hostil, así que observa y actúa: procura que la perspectiva de las cámaras con respecto a la posición del coche y la luz cuadren en una triple ecuación espacio-temporal sincronizada.
Todo el mundo lo sabe: hay un lado bueno y otra menos mejor. No solo en el rostro, también en las extremidades inferiores. Aparca el coche de modo que apoye primero tu pierna buena, colócala perpendicular al asiento y estila la espalda. Mucho. Pechos fuera.
Este paso es quizás el más complejo. Sobre todo por los peligros de golpes y tropiezos que pueden afear la fluidez del movimiento. Cuenta: 1, 2, 3… ¡Arriba!
Una vez culminada la ascensión, si ha sido limpia es momento de sonreir. Si ha habido colisiones o tropiezos, sonríe aún más.
Levanta la vista, estás a punto de contactar visualmente con los que te observan. Disimuladamente, asegúrate de que todo está en orden. Tócate el vestido por detrás con la mano libre, no vayas a estar enseñando la ropa interior.
Una vez que ropa y postura están listas para los flashes, toca el turno del peinado. Si llevas el pelo suelto, atusa la melena y el flequillo. Si ese día llevas coleta, haz que luzca bien dinámica dándole movimiento.
La guinda del pastel al colocarte la coleta es contonear cadera y torno al mismo tiempo. Recuérdalo.
Ha llegado el momento diez. El sumun, la cumbre, el instante decisivo. Tensa la espalda, gira sobre ti misma, agárrate con las dos manos a la puerta del coche y muestra, con sonrisa amplia, tu impecable trasero.
