Así vivió “nuestra Crawford” su gran noche con Paris Hilton

Pepino Marino y Crawford 06/02/2013 13:06

Aunque vivimos juntos, Pepino ha sabido muy bien como guardar el secreto de que me había escrito una carta en "Hay una cosa que te quiero decir". Tanto que cuando vino el cartero del programa a darme la buena noticia estaba en pijama. Vintage, eso sí. A partir de ese momento todo fueron nervios y pesquisas casi policiales por saber quién estaba al otro lado de un sobre tan misterioso.

Mi madre me juraba que ella no era y mis amigos hacían lo mismo, incluido Pepino. "Jamás iría a un programa para decirte algo que podría decirte en casa", me dijo, y yo lo creí. Todo mentira. Él no paraba de organizar cada detalle por detrás, mientras yo ni dormía pensando quién podría ser. Incluso se encargó de la ropa, haciendo que David Delfín y Pelayo (millones de gracias) nos dejasen sus estupendas bikers para ir iguales, tal y como hacemos en los eventos que cubrimos La suya la trajo a casa escondida entre su propia ropa, para que yo no me enterase de nada absolutamente. ¡Menos mal que al final no me dio por cambiarme de look, que si no me mata!

Por fin llegó el gran día y, la verdad, que estaba menos nervioso de lo que me imaginaba. Pepino supuestamente tenía una cita ineludible con el médico y se marchó un rato antes de que viniese a recogerme el coche de producción. Como había estado un poco bajo de salud esos días (ahora ya sé que eran nervios), no me pareció nada extraño. El caso es que él se fue y yo me quedé en casa esperando a mi amigo Pedriño, que tuvo la amabilidad de acompañarme a la grabación.

Una vez en los pasillos de Telecinco, emocionado por estar en los escenarios que pisan a diario mis queridas María Teresa Campos o Lydia Lozano, todos me trataron como a un rey, pero como a un rey en la sombra. No podía ni oír ni ver nada, así que me "encerraron" en una sala vip cuajada de bocadillos de jamón, de los que no puede comer ni uno de lo nervioso que estaba. Sólo salí de allí para maquillarme. La artista, pues era una artista, que me maquilló lleva más de veinte años en plantilla en Telecinco y ha maquillado desde a Concha Velasco hasta Laura Valenzuela, así que tenía una perfecta idea de como dejarme estupendo para la ocasión.

Entonces sucedió la tragedia: la camisa que llevaba bajo la chaqueta se manchó de maquillaje. Le pregunté a medio mundo si se veía ese desastre, si la cámara lo captaría y se vería en la tele. Todos me decían que no, hasta que llegaron las chicas de vestuario y me dieron la mala noticia: sí, se iba a ver en la tele. Menos mal que allí hay de todo y pudieron traerme otra camisa blanca. Problema solucionado, volvía a estar perfecto.

La sala vip se iba llenando de los demás protagonistas de "Hay una cosa que te quiero decir", cada uno con sus nervios, sus dudas y sus historias. Unos tenían muy claro quien les había llevado hasta allí, otros como yo, no. Por supuesto que tenía mis candidatos, pero desde luego Pepino no estaba entre ellos. De hecho, le mandaba mensajes con fotos mientras esperaba mi turno en los que también le preguntaba que tal el médico. Fui muy inocente, la verdad.

De la sala vip al programa, donde antes de salir te plantan unos cascos con música heavy que te pone más nervioso de lo que ya vas. Y después, el plató, por fin. Lo que sucedió allí ya lo visteis todos: salude a Jorge Javier, levantaron el sobre con Pepino dentro, me emocioné mucho y entonces vi a Paris

Cuando salimos del plató con Paris (suena raro), su novio, el modelo español River Viiperi, se unió a nosotros y fuimos todos juntos a la sala que habían reservado para que Paris estuviese a gusto. Allí estuvimos con ella, haciéndonos fotos, y hablándole sobre nuestro trabajo en Divinity.es

Así descubrimos lo cercana, simpática y sencilla que es Paris Hilton. Todo fue amabilidad y cariño con Pepino y conmigo, incluso nos dijo que cuando volviera a España a dar una fiesta tendríamos que vernos por allí. Antes de despedirnos nos dedicó unas fotos que sacó de su propia maleta, una maleta que al día siguiente viajaría a Bruselas con su dueña, que no para de trabajar de continente a continente. Por eso es todavía más importante que sacase un hueco para sorprenderme, algo que ni Pepino ni yo olvidaremos nunca.