Astrid Klisans, casarte con el chico con el que llevaste forrada la carpeta

divinity.es 06/12/2012 14:19

Baute y ella estuvieron juntos en el colegio, allí fue su amor platónico. Luego él siguió su camino, se convirtió en cantante de éxito y ella fue su fan a muerte. Pasaron los años, siguió suspirando por su viejo compañero del cole hasta que, de repente, se encontraron en un aeropuerto en Miami. Podría haber sido un encuentro fortuito, un hombrecuántotiemposinverte de compromiso, pero no. Terminó en boda. Y ni siquiera eso: En dos bodas.

Algo tiene que tener una antigua compañera de estudios para que te la encuentres años después y surja semejante flechazo. En la apariencia, al menos, caben pocas dudas. Astrid es medio venezolana, medio letona. Sangre eslava en esa raza de mujeres que siempre quedan tan bien en Miss Universo. Pero encima hay mucho más.

Es arquitecta de formación. Aunque tal y como la describe Baute es cómo más se refleja ella en su Twitter y en las entrevistas. Es muy religiosa, pide rezos para las causas que le interesan, para los fallecidos cercanos, hasta llegó a pedir a sus seguidores que rezasen para que Chávez perdiera las elecciones en Venezuela, aunque al Señor no le debieron llegar ni las oraciones ni el retweet.

Su madre también es arquitecta y resulta curioso que Baute se fijara primero en ella cuando era pequeño, pues la conoció porque tenía amistad con su padre. Según reveló en Hola, cuando la vio, pensó que quería a una mujer así para él de mayor. La tuvo. Astrid entonces contaba sólo con nueve años y se debió quedar con la copla. A los 17 años le declaró su amor al cantante y él le dijo que se lo pasara bien, que esperara pacientemente, porque terminarían juntos. Como en un cuento lleno de azúcar se cumplió a rajatabla merced a que ella perdiera un vuelo.

La primera boda, la civil, tuvo lugar a orillas del río Daugava, en Letonia, donde sigue residiendo la mayor parte de su familia –sus padres escaparon del país-, y la religiosa fue en el El Escorial, a lo grande, como los Aznar, con quien, por cierto, compartió grada –con Alonso- en un concierto de Maná en Madrid.

Pero luego, al margen de ser tan multicultural, mezcla imposible báltico-caribeña, que tiene familiares hasta en Australia, curiosamente es una mujer más convencional en todo lo demás. Le encanta, por ejemplo, que le regalen flores. Y vive loca por la moda.

En una entrevista en Glamour dictó cuál era su manual de estilo. Un montón de chaquetas de cuero, para tener "un toque juvenil y desenfadado". También vestidos con leggins, abrigos largos para invierno. Y dos particularidades curiosas. Una, que no le gusta el escote porque, según dijo, "es bastante prudente". Y que le encantan los tacones. Hasta el punto de que, en sus palabras, sobre ellos "te cambia hasta la actitud".

Se deja ver en todos los eventos y saraos relacionados con la moda que le es posible. Compartió una fotografía con Armani, al que comparaba con alguien poco menos que cercano a la leyenda. Luego se ha dejado ver de turismo por Sevilla, nuestra pequeña 'ciudad eterna' y en actos culturales como el musical del Rey León, donde conocía a parte del elenco.

Por supuesto, está deseando tener hijos, pero por ahora sólo se conforma con uno más en la familia, es su pequeña perrita Lulú.

La parte extravagante parece que claramente la pone Baute en la relación. Le pidió la mano en un helicóptero y no le regaló un anillo, sino un reloj (¡) Más curioso todavía es que decidiera amenizar su boda religiosa gastándole una broma telefónica en un programa de radio advirtiéndole de que el salón de baile que habían alquilado estaba embarrado por la rotura de una tubería y que sus invitados, llegados de todo el mundo, tendrían que hacer sus necesidades en servicios portátiles. "Hijo de..." le gritó ella en antena, mientras él le advertía de que tuviera cuidado con la boca, que estaban en directo.

Y ojo a los que sufran diabetes, el último disco de Baute, 'Amarte bien', está dedicado a ella. Es el sueño dorado de cada fan, aunque también dice la sabiduría popular que mucho, mucho cuidado con los sueños, porque podrían cumplirse.