Para el 30% de la población femenina y el 7% de la masculina, la pesadilla del acné no acaba con la adolescencia. En unos casos se trata de un acné persistente, en otros, su aparición es tardía. En cualquier caso, es necesario encontrar las causas que lo desencadenan, que pueden ser hormonales, de origen bacteriano, generado por estrés o por la toma de algunos medicamentos, para dar con la solución más adecuada en cada caso.
En muchas ocasiones el acné adulto no aparece de manera repentina, surge en personas que tienen predisposición genética a padecerlo y que ya lo han sufrido durante la adolescencia. En estos casos, el origen suele estar en un exceso de producción de grasa de las glándulas sebáceas que obstruyen los poros y facilitan el anidamiento de bacterias.
Los cambios hormonales son, en la mayoría de los casos, los que provocan el acné en la pubertad. En el acné tardío es también una de las causas habituales, en los hombres por una mayor producción de andrógenos, y en las mujeres por alteraciones provocadas por la menstruación, el embarazo o la menopausia.
Es otro de los desencadenantes de acné en edad adulta. El estrés provoca ciertas reacciones en el cuerpo que afectan a nivel digestivo, al sueño, al metabolismo, al carácter y también a la piel. En este estado, el cuerpo segrega hormonas, neuropéptidos y citocinas que influyen en el comportamiento de las glándulas sebáceas. Además, el estado nervioso puede llevar a manipular las espinillas y granos, provocando la propagación de las bacterias y empeorando los síntomas de un acné leve.
Este tipo de acné se desencadena por la toma de fármacos que contienen litio, testosterona, corticoesteroides, en ocasiones por la toma de la píldora anticonceptiva, el abuso de ciertas vitaminas y por la aplicación de algunos cosméticos. Lo normal es que desaparezca cuando finaliza el tratamiento, no obstante, nunca se debe suspender sin consultar con tu especialista, que podrá sustituir el fármaco que ha provocado la aparición del acné o, de no ser posible, tratar adecuadamente las lesiones.
No le eches la culpa al chocolate porque no hay evidencias científicas que permitan relacionar el cacao con el acné. En cuanto a los lácteos, existen estudios contradictorios que afirman y niegan su relación con el acné.
En lo que sí coinciden numerosos trabajos de investigación es en que las sociedades rurales y no industrializadas con una dieta tradicional tienen menos casos de acné que la población de Occidente en la que se consumen alimentos con un índice glucémico alto que estimulan la producción de andrógenos que provocan la producción de sebo y la hiperqueratinización, que consiste en la producción excesiva de células que da lugar a un endurecimiento de la piel, provocando el bloqueo de las glándulas sebáceas.
La mayoría de los medicamentos para tratar el acné están diseñados para jóvenes, siendo menos efectivos en la piel adulta, por eso es tan importante acudir a tu especialista para que, una vez determinada la causa, pueda prescribir el tratamiento más adecuado.
En cuanto a las opciones, existen numerosas y dependerán del grado del brote: productos aplicados a la piel que mantienen el poro limpio, antibióticos para combatir la infección y anticonceptivos que regulen el funcionamiento hormonal en las mujeres, tratamientos. También ayuda a minimizar las lesiones algunos tratamientos de cabina ((siempre por personal autorizado) como el peeling químico, sesiones de IPL y radiofrecuencia.
Finalmente añadir que una correcta higiene, una alimentación equilibrada y respetar las horas de sueño son sin duda de gran ayuda para remitir los brotes de acné.