Aciertos y errores de la boda de Carmen Gómez Acebo y Borja Álvarez de Estrada

divinity.es 27/04/2024 11:49

Cuando algunos invitados a una boda despiertan más interés que los propios novios ya se intuye lo que importa del sarao. Y eso sin que este enlace tuviese el listado de invitados más celebrity del planeta. Pero el caso es que la mayor expectación de esta celebración la creaban los marqueses de Cubas, Álvaro Falcó e Isabelle Junot, dejando en un segundo plano a Borja Álvarez de Estrada y Carmen Gómez-Acebo, esos novios que contraían matrimonio en la iglesia de la Concepción Real de Calatrava.

Aciertos

1 La novia. Su vestido palabra de honor con tonos metálicos y mini mangas de tul lo firmaba Navascués.

2 El novio. Chaqué clásico y chaleco vainilla. Ceremonia pura con cero riesgo, pero estaba guapo.

3 Isabelle Junot y su Duyos damero con plumas. Los zapatones de terciopelo verde me sobraban, demasiado toscos para las sofisticaciones de Duyos.

4 Álvaro Falcó y su chaqué combinado en gris, tan inglés.

5 Ana Brito pensó que no haría tiempo invernal en la primavera de Madrid y se coló. Pero no le quitaré luz a su floral amarillo con zapatos fresa porque era ideal.

6 La madrina y su clásico buganvilla. Sin más.

7 La madre de la novia y su rojo caldero de gasa multicapa. Sin intentar ser protagonista, bien.

8 Me gustó que Katy Sainz adecuase su vestido al repentino frío de Madrid. Fan de las mantas buenas sobre vestidos ceremoniales si el tiempo cambia. Pero voy a dejar un detalle suyo para los errores.

Errores

1 Más que ser un error, el vestido con chaquetilla de Cristina Sainz no me gustaba nada. Ni el color, ni el tejido, ni el largo tubo.

2 No sé si era la humedad pero parecía que Katy Sainz no se había peinado.

3 Y que Andrés Burdett ni se había planchado la camisa. Bueno esto no es que lo pareciese, es que era una evidencia. O eso, o se revolcó en el parque con los niños de la boda.

4 No, tampoco entendí los modelitos de los niños de las arras, en blanco y rojo, con zapatos y calcetines colorados, como de un cuento distorsionado de Caperucita roja.

Quitando estos detalles, ni había nada como para tirar cohetes de gusto, ni tampoco errores de bulto. O lo que es lo mismo, que se quedó en una boda más, lejos de toda expectación.