Aciertos y errores de la boda de Belén Écija y Jaime Sánchez
Ha sido un fin de semana de bodas, con más o menos visibilidad según el afán de privacidad (vía exclusiva) de sus protagonistas. La de Belén Écija, hija de Belén Rueda, con Jaime Sánchez, nos dejó las imágenes de una fiesta de campo en la divina Menorca. Qué faena, o no, cuando la madrina de una boda se convierte en la invitada perfecta eclipsando hasta a la mismísima novia
Aciertos
1. Pues esto sucedió con el look de la madrina, Elena Fernández de Valderrama, madre del novio. No podía estar más chic, diferente y tan apropiada para esta boda de verano en Menorca. En verde y azul Klein y con chal largo a un hombro. Chapó.
2. La novia. He leído en algún sitio que cómo podía ir así de desgreñada. Y lo iba. Pero cuando es una opción como la suya, perfectamente estudiada y tan ad hoc a su tipo de celebración no puede ser error sino acierto.
Llevaba la melena como es ella, natural, sin más atrezzo que pequeñas flores silvestres desperdigadas entre sus rizos. Su vestido tan boho como las Baleares, de Valenzuela, tampoco era clásico, ni formal y eso era precisamente lo que pretendía la novia, lo tengo claro.
3. Igual le pasó a la madre de la novia, Belén Rueda, con su melena salvaje recogida en una cola rústica. En su caso me gustaba menos y después comprenderéis por qué también la pongo en los errores. De momento, el acierto estaba en su Valenzuela midi en mostaza y ese tocado de fibra natural con un toque de burgundy. La encontré estupenda.
Errores
1. Un novio con chaqué es siempre acierto, porque es lo más apropiado para una ceremonia religiosa. Pero yo en esta boda tan de isla, tan mediterránea y con esta novia tan estudiadamente salvaje y rústica le habrá quitado esa formalidad al novio y a los testigos o invitados especiales para ponerles trajes más ligeros, simples y en azul marino. Habría tenido mucho más sentido.
2. Solo por rizar el rizo, y nunca mejor dicho, no entendí ese desgreñado natural en Belén Rueda a pesar de estar divina con su look. Con este tocado era perfecta una cola como la que llevaba pero sobre una melena menos desmandada. Tenía un punto que chirriaba, porque parecía que se le había deshecho antes incluso de comenzar la ceremonia.
3. Lo de quitarse el tocado después, por mucho que la vida avance y hasta se vulgarice, me sigue pareciendo un terror, en madrinas, en invitadas y en quien sea. Los tocados hay que elegirlos con mimo para que no sean un incordio porque nos acompañarán durante toda la velada. Nada hay más tosco que ver un tocado suelto en una mesa y a algunas invitadas como si las hubiesen tirado de los pelos en una reyerta infantil de patio de colegio.
Pues dicho queda una vez más