Una aristócrata diferente: los imprescindibles del estilo de Pitita Ridruejo que fueron icono
Tuve la suerte de conocerla, de entrevistarla en su casa y de compartir su buen gusto y su simpatía en varias ocasiones. Pitita Ridruejo era una anfitriona llena de historias y de anécdotas. La primera vez que nos encontramos cara a cara, hace ya una pila de años, me miró, sonrió y dijo: “Me encanta tu inteligente ironía, te he escuchado muchas veces en la radio, pero no te imaginaba tan joven, tan guapo y tan elegante”. Yo respondí: “O sea que me esperaba viejo, feo y chabacano”. Y ella apostilló: “Chabacano nunca”.
Y no hizo falta nada más. Me senté después de ella y la charla surgió sola, con toda la naturalidad del mundo a pesar de que yo era un pipiolo y ella un señora viajada y vivida con las maletas a reventar de aventuras y la lengua incansable.
Recuerdo con cariño aquella primera incursión en su salón palaciego, una tarde de hace 9 años, con las cámaras de mis ‘Divinas con Nacho Montes’ y mis preguntas para las que siempre tuvo respuestas ingeniosas y vitalistas. En la cocina de su casa, un museo de incalculable valor, me contó sus historias con Andy Warhol. Podríamos habernos pasado horas tirados sobre un onírico damero blanco y negro donde las sillas creciesen, como en los sueños de Oz, hasta hacerse gigantes.
En sus sofás impolutos, pomposos y cuajados de milimetrados cojines de mikados de sedas de medio mundo, hablamos de lo humano y lo divino, nunca mejor dicho.
Recuerdo además otros muchos encuentros en la vida social donde ella siempre tenía una sonrisa, una charla y una mano tendida de elegantísima amabilidad.
Hoy despedimos a esta aristócrata diferente, soriana de pro, sobrina del poeta Dionisio Ridruejo y viuda del embajador de Filipinas en España y Reino Unido, Mike Stilianopoulos. Y lo quiero hacer con una sonrisa y un guiño a ese estilo suyo tan particular a través de algunos de sus ‘imprescindibles’ más personales.
1. Su melena ahuecada, corta, perfectamente peinada día y noche es uno de los imprescindibles en la imagen histórica que tenemos en la retina de Pitita Ridruejo.
2. Su porte regio y erguido será siempre el perfume que recordemos de ella en el mundo de la moda. Tenía de manera natural una arquitectura altiva, pero con un temperamento y amabilidad cercanos y tremendamente cordiales y terrenales.
3. La grandes joyas en sus orejas y en su escote, son otras de las características inconfundibles de su clásico estilo.
4. Los vestidos y las líneas fluidas se convirtieron en un ‘must’ en sus noches de gala.
5. Los trajes de chaqueta, las blusas con falda y los pantalones, son otros de los imprescindibles en su armario para conformar ese estilo sastre clásico que ella convertía, en un golpe de joya y laca, en algo extremadamente femenino.
Descanse en paz, Doña Pitita Ridruejo, una señora estupenda.