Nos vamos de viaje. Diez destinos de diez

Nacho Montes 14/10/2016 16:05

Que Mikonos, San Francisco, Londres, Berlín o Ámsterdam hayan sido desde hace años los destinos gays por excelencia no es un secreto, pero hay infinidad de lugares del mundo que han abierto sus puertas a un nuevo turismo que mueve libertades y economía. Muchos de esos lugares son grandes clásicos del turismo internacional donde no siempre estaba bien visto ver a dos chicos pasear cogidos de la mano por sus calles. Otros muchos, son nuevos destinos que suben puntos en la elección de nuestras vacaciones.

Buenos Aires. Se ha convertido en el destino estrella de América Latina no sólo por la calidez de sus habitantes sino por la diversidad de sus visitantes y la moderna apertura al mundo homosexual en la última década. ¿Sabías que tienen un famosísimo equipo de fútbol gay?

Tel Aviv. Que en tierra santa se despenalizase la homosexualidad hace más de dos décadas vaticinaba que Israel sería, mucho más allá de su Diva en Eurovisión, la María Magdalena del siglo XXI, un destino perfecto para descubrir historias y leyendas.

Roma. Ha sido durante años el talón de Aquiles de una comunidad, la gay, cada vez más internacional y plural. El motivo no era otro que su ‘no siempre’ tolerante sociedad con los derechos homosexuales. Hoy, la capital italiana es escenario de maravillosas historias que no hace tanto estaban relegadas al turismo convencional. ¿Nos subimos a la vespa de Audrey y Gregory aunque llevemos los dos barba?

Nueva York. Hace años que desbancó a San Francisco como destino favorito de los gays de todas las lenguas. Es la ciudad del mundo con mayúsculas. Decía un crítico neoyorquino con poco gusto ‘si eres feo en Nueva York ni te mirarán, si eres gay te besarán los pies y el billetero’. Si aún no has ido no te pierdas los barrios más populares gays de la ciudad, Chelsea y Greenwich Village, cuajados de pequeños y populosos restaurantes llenos de encanto y libertad.

Ciudad del Cabo. En la misteriosa y cerrada África hay un rincón de moda para el colectivo LGTB. Ese lugar es Ciudad del Cabo, un paraíso natural de playas vírgenes, compras e intensa vida nocturna. Ay Meryl Streep cómo han cambiado las Memorias…

Helsinki. Los nórdicos adoran a la gente, sea de donde sea. No hay mejor definición de un destino perfecto. Coge el abrigo, aunque sea verano, y lánzate a sus cálidas gentes. Ellos te acogerán, te besen o no, como si fueses de casa.

Estocolmo. Como Finlandia, la integración social es tan ancestral que convierte a Suecia en un estupendo destino. Que la ciudad es preciosa es obvio. No habrá país más gay en su iconografía musical y artística que Suecia. Si un sueco te mira, todo les parece perfecto, será con buenas intenciones. Así que devuélvele una buena mirada.

La Valeta. Cuando yo viajé de luna de miel a Malta, allá por el año 98, era un territorio poco avanzado y libre para un colectivo menos convencional. Hoy, como tantos lugares estancados en su libertad social por su historia ultracatólica, parece que la Isla ve la luz a un nuevo turismo que puede poner el nombre de sus tierras en el mundo, más allá de sus arcaicos Caballeros de Malta. Mi Roger, fue elegido Mister gay World en esa misma Bahía de San Julián donde yo pasé 20 años atrás mi luna de miel. Cosas de la vida.

Lisboa. El encanto de su decadencia y su gente, cálida y amigable, es el reclamo fundamental para los turistas de muchos lugares del mundo. Si a eso le sumamos que lo que antes no estaba bien visto en las calles, un beso, un paseo abrazados, una declaración de amor callejero… hoy es un símbolo de libertad de la nueva sociedad portuguesa, pues hay poco más que decir. En el Castillo de San Jorge se roban besos los novios.

París. La capital de ese país que grita al mundo la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad ha sido, sigue siendo y será, un lugar del planeta donde amar libremente sin que nadie te pose un ojo en el hombro. No siempre su sociedad institucional ha sido tan libre como prometían sus batallas y sus himnos, pero sí han sido libres sus calles y sus gentes. Es un destino tan clásico que ya ni sale en los listados de las recomendaciones de viajes, será porque se da por hecho. Mete en tu maleta todo el romanticismo, porque ya sabes que siempre, siempre, siempre… nos quedará París.