Invitada antisistema perfecta: todo lo que odio de las bodas y que hay que cambiar

divinity.es 19/07/2019 13:25

Antes de nada me gustaría aclarar algo: no tengo nada en contra de que la gente celebre el amor y su compromiso (¡allá ellos!). Lo único que no me gusta es que, si me invitan a formar parte de esa fiesta, tenga que gastarme una media de 600 euros. No sé, llamadme rara o, a partir de ahora, 'invitada antisistema perfecta'.

Este año tengo 4 bodas. Cuatro. C u a t r o. He de decir que me alegro mucho por todos los novios (en serio, no sois vosotros: soy yo) y, sinceramente, me lo he pasado divinamente en todas las que he estado, la verdad. Eso sí, según me iban invitando, y según veía que disminuían considerablemente mis pocos ahorros y mis opciones de pegarme un superviaje por vacaciones, mi alegría por el amor iba decayendo… ¡La enhorabuena me la tendrían que dar a mí y no a los novios!

Todo este tiempo hemos ido arrastrado un modelo de boda predominante basado en el exceso que, lejos de cambiar y adaptarse a los tiempos que corren (y a los bolsillos), ha ido a peor. Me explico: si antes el outfit, la peluquería y el dinero del sobre era en lo que se te iba gran parte del sueldo a la hora de ir a una boda (que ya es), ahora a eso hay que sumarle las despedidas de soltero/a, los regalos extra, el pedirte días para la preboda/postboda, el transporte y el hotel si el evento es fuera, etc. ¿Es que nadie piensa en los más débiles? ¿Qué pasa con los pobres invitados (dejadme que recalque la palabra POBRES)? De verdad, esto tiene que acabar y por eso mismo, me gustaría compartir todo lo que está mal de las bodas de hoy en día y que habría que cambiar ya mismo:

1. Pagar por una fiesta que no has elegido tú

De esto que tú creías que te iban a invitar a una fiesta sencilla y de repente abres la invitación y ves que la celebración es en Mugaritz. Pues mira oye, fenomenal, qué guay. Lo único que es que igual se me va un poco de presupuesto porque claro: ¿cuánto hay que dar de cubierto en un restaurante estrella Michelín?

El otro día en El País hablaron con expertos en protocolo sobre esto mismo y, básicamente, coincidían en la regla no escrita de los 150 euros si eres familiar lejano, amigo o compañero de trabajo. Eso sí, si eres familiar directo o mejor amiga/o de los novios como mínimo hay que dar 500 euros por pareja (socorro).

Es como si yo por mi cumpleaños, en vez de invitar a la gente y rascarme el bolsillo porque soy yo la que quiero celebrar, prefiero irme de cena, de fiesta y hacerme un viajecito y que me lo pague la gente (algo que por cierto se hace en Australia, donde al cumpleañero le invitan a todo).

Ojalá la gente dejase de hacer esos bodorrios (que encima seguro que a los novios les sale por un ojo de la cara y que no recuperan la pasta) en los que los invitados se ven en el compromiso de tener que pagar. Porque entre tú y yo: la frase “lo importante es que vengas bla bla bla pero oye, si quieres ayudarnos, puedes hacerlo aquí en este número de cuenta” lo dicen los novios con la boquita pequeña.

2. Las despedidas

Esto es lo peor que llevo y lo siguiente que me cargaría. Para empezar, el concepto “despedida de soltero/a” no me puede parecer más rancio en pleno 2019 ya que no tiene ningún sentido despedir la soltería ¡y más cuando seguramente los novios ya estén viviendo juntos (y por lo tanto ya saben lo que hay)!

Mención aparte merece la gente que se empeña en seguir llevando penes en la cabeza por medio de la ciudad, beber hasta morir y dar vergüenza ajena o acudir a espectáculos eróticos. Lo siento, no puedo. ¿Qué necesidad hay?

3. Los 1.001 regalos extra

Esa es otra, que no vale solo con el dinero del famoso sobre o con la transferencia para contribuir al banquete o al viaje, ni con la despedida. Por si fuera poco, también hay que dar otro detallito extra (una pulserita, una cámara de fotos polaroid para inmortalizar los mejores momentos de la noche, una cena en un sitio cuqui…). Pues eso, suma y sigue.

4. Tener que gastar días de vacaciones

Puedo llegar a entender estos añadidos si la boda es lejos y si así sirve, en cierto modo, para amortizar el viaje. Lo que no entiendo es que se convierta también en algo obligatorio en las bodas porque, además de tener que alargar más días de alojamiento, también implica tener que coger más días de vacaciones.

Lo peor es la gente que te lo intenta vender como unas “minivacaciones”, que ya me dirás tú qué tiene de especial un fin de semana en Serranillos del Valle siendo yo de pueblo, o una escapada a la una ciudad costera cuando ni siquiera puedo ir a la playa porque el plan es preboda + boda + postboda y no hay tiempo ni para una siesta.

5. Que te invite alguien por rellenar

Yo creía en la buena fe de la gente hasta que me enteré de que en muchas fincas/lugares de celebración obligan a tener un mínimo de invitados para poder reservar. Así que si te llama un amigo de la infancia del que hace mucho que no tienes ni idea para invitarte y del que no conoces ni a su pareja, desconfía.

Esto también sirve para los novios que estén pensando en invitar a “compromisos”: no hay necesidad, es vuestra boda y no pinta nada la amiga de tus padres que no soportas o tu tío de no sé dónde con el que ya no te hablas.

6. Los 15 días de vacaciones extra

Esto no es que lo quiera cambiar, es que lo quiero "democratizar". Si la gente que se casa tiene derecho a 15 días extra, también tendríamos que tener poder, al menos una vez en la vida, coger 15 días por otra causa: un tiempecito “sabático” para pensar qué hacer con la vida, los famosos asuntos propios, por estrés… Yo que sé. Que cada uno pudiese invertirlos como quiera.

7. La gente que se casa de nuevo y lo vuelve a celebrar

Esa gente que no ha aprendido nada y vuelve a hacer todo que he citado en esta lista y que odio. ¡OTRA VEZ! Vamos a ver: tenemos que hablar...