Carmen G. de la Cueva o cómo montar una tribu feminista online y petarlo

divinity.es 30/03/2016 16:33

Este blog tiene el honor de entrevistar a Carmen G. de la Cueva, la creadora del jovencísimo proyecto digital latribudefrida.compor el que pasan más más de 20.000 navegadores únicos al mes. Normalmente este tipo de proyectos nicho (dirigido en este caso a mujeres cultas y sobradamente preparadas, mayoritariamente jóvenes o jovencísimas) se desarrollan con inversión, equipo y un business plan. Este caso es distinto: nace de la voluntad de una mujer sola y sin trabajo. Es una de esas noticias que no leemos en los 'mass media' pero que son milagros dignos de celebrar.

Edad: 30 años recién cumplidos

Sexo: Mujer

Móvil: Un iPhone 4S.

¿Angustias?

Muchas. La muerte es la más obvia de todas, pero tengo algunas más que podrían resumirse en una cita de Lena Dunham de No soy ese tipo de chica: 'Nunca llegaré a nada'.

¿Cómo nace La Tribu de Frida?

Fruto de una enorme frustración. La idea estuvo latente en mí durante mucho tiempo y empecé a darle forma en mayo de 2014, después de perder mi trabajo en la Casa del Libro de Sevilla. Había vivido cuatro años en el extranjero, había vuelto a España para empezar el doctorado sin beca y lo único que encontré en Sevilla fue un trabajo como dependienta en esa cadena de librerías. Setecientos euros, que era lo que me pagaban, tampoco daban para mucho y lo que quería desde antes de acabar la carrera era montar una editorial, pero nunca tenía dinero. Ni siquiera ahora lo tengo. Por eso pensé que si no podía crear algo físico, crearía algo virtual donde pudiera invertir mi formación, mis lecturas, mi necesidad de hacer cosas y así hacer que esa terrible vocecilla que me decía 'nunca llegarás a nada', se callase un poco.

Y entonces…

Sé que suena poco romántico, pero la idea se me ocurrió en el sofá un caluroso mediodía en el pueblo (no me puedo olvidar de mencionar que después de vivir con becas como una prometedora muchacha en cuatro países distintos, volví al pueblo, a mi cueva en el valle del Guadalquivir): crearía un blog para reunir las lecturas que iba haciendo, poetas y narradoras que muchas veces descubría azarosamente en bibliotecas y librerías de viejo o en antologías de hace décadas.

¿Qué fue lo primero que publicaste?

En un momento así de la vida, cuando estás en el pueblo de la infancia del que siempre quisiste escapar, con casi 30 años y, aparentemente, sin futuro, tenía la urgencia de encontrar a otras mujeres que hubieran pasado por un momento similar en sus vidas y lo hubieran contado. La primera de todas ellas fue Adrienne Rich que a sus 30 años comenzó a escribir sobre “el tumulto interior de la mujer que se rebela”, ese momento en que decides tomar las riendas y ser tú misma. Y así empecé a tirar del hilo y reunir a decenas de autoras para construir una genealogía propia de la que, de alguna manera, me sentía huérfana. Siempre tuve clara la idea de que si yo me sentía así —desarraigada, perdida, desesperada— habría muchas otras personas que en sus casas se sintieran igual de solas, de ahí la 'tribu': siempre he aspirado a reunir a mujeres de diferentes generaciones en torno a una pequeña hoguera para contarnos.

De una persona, una idea, hasta ¿cuántas?

La tribu de Frida recibe casi 20.000 visitas mensuales y el número no deja de crecer. Nuestros encuentros (Madrid, Barcelona, Sevilla…) reúnen centenares de personas y yo no puedo dejar de emocionarme sabiendo que esa idea que tuve en el sofá un mediodía cualquiera, haya conectado con tantas mujeres.

¿Qué espera en España a una mujer que decida emprender culturalmente? Los buenos trabajos, las buenas ideas ¿se pagan?

Puedo hablar abiertamente de que hasta ahora no he ganado nada con La tribu de Frida. Tengo abierta las donaciones y las que he recibido las he invertido de nuevo en la web (mantenimiento, mejora de la plantilla) y en el transporte para acudir a los eventos de La tribu en Madrid y Barcelona. No he ganado ni un solo euro, así que te diré que La tribu de Frida es una idea que funciona muy bien, a todo el mundo le encanta, pero no se gana dinero con ella. Desde hace seis meses soy autónoma, no sé por cuánto tiempo más porque ya se acaba la tarifa plana de los 53 euros, y mensualmente gano en torno a 500 euros. Durante todo este tiempo solo he facturado dinero por artículos periodísticos. Puedo decir que el haber creado La tribu me ha dado cierta visibilidad como periodista, pero por sí sola no genera dinero. Por eso hay que dar un paso más. En estos momentos estoy creando Los libros de la tribu, una editorial feminista que nacerá con la vocación de publicar poesía, ensayo y narrativa escrita por mujeres. Y así volveré a mi idea inicial de crear una editorial. Será como una casa, siempre me la imagino así: continuaremos con La tribu virtual, organizaremos más eventos y algunos talleres, y nacerán nuestros libros. Y no sabes las ganas que tengo de ponerme manos a la obra. Adelanto que no estaré sola en esta aventura editorial.

Nunca estoy segura de si puedo ya tirar esta pregunta a la basura. Sólo por si caso… ¿Es más difícil si eres mujer?

Aquí vuelvo a Dunham cuando dice que por mucho que hayamos trabajado y muy lejos que hayamos llegado, el patriarcado todavía conspira para decirle a las mujeres que nuestras preocupaciones son insignificantes, que nuestras opiniones no hacen falta, que carecemos de la seriedad necesaria para que nuestras historias importen. Siento que como mujer tengo que pelear más, que tengo varios frentes de batalla abiertos, pero hay que estar segura de una misma y confiar en que con mucho esfuerzo y constancia, creyendo en lo que se hace, las cosas acaban saliendo.

Cómo ves el panorama, así, en general...

¿El laboral? No lo veo nada claro. No sé si la gente tiene tantas dudas como yo, pero yo tengo muchas, muchas dudas. Siendo completamente honesta, no sé si quiero seguir aquí, alejada del centro de las cosas, con más tiempo y calma, o mudarme a Madrid. Cada vez me siento más segura de mi misma, con los años creo que he ganado en confianza, pero también tengo más tolerancia hacia mis propias contradicciones. ¿Tan malo es no saber qué hacer con tu vida? Siempre lo he tenido todo claro, tan claro que no había lugar para las dudas, pero volví a España y me sentí tan fracasada que comencé a padecer ansiedad, a odiarme a mí misma por no haber conseguido mis metas. Más tarde comprendí que no había nadie que estuviera pendiente de cuánto tiempo pasaba en la carrera, que la meta, en realidad, estaba en mí. Y algo en mi interior hizo clic, todo cobró sentido y dejé las prisas (por publicar, por ser alguien, por hacer que todo encajara). Ahora no siento que nada encaje del todo, pero sí cuando abro La tribu de Frida y leo al azar versos y reflexiones o cuando me llegan mails y mensajes de gente anónima diciéndome cosas como "descubrí su página y me sentí muy identificada. Les quería agradecer la oportunidad que brindan a todas las mujeres que encuentran en la literatura un espacio de conversación y confianza", es ahí cuando siento que estoy construyendo algo.

¿Tiene sentido un proyecto abiertamente feminista a estas alturas?

Creo que las mujeres debemos organizarnos en torno al feminismo. Hay todavía muchísimo trabajo por delante y sería poco honesto olvidar a todas esas mujeres que vinieron antes que nosotras y consiguieron cambios. Parece una obviedad, pero a veces se nos olvida pensar en ellas, en su esfuerzo y su lucha. Yo siempre tengo muy, muy presente a mi bisabuela Asunción. Nos cruzamos apenas unos días, ella murió poco después de que yo naciera, pero me conozco su historia como si fuera la mía. Cuando mi bisabuelo Pepe, alcalde republicano de mi pueblo, tuvo que huir ante el temor de las represalias franquistas, mi bisabuela se quedó al cargo de cinco hijos sola y los sacó adelante. No fue fácil porque tenía que luchar, además, con el estigma de ser la mujer de un rojo, pero nunca abandonó ni a sus hijos ni a sus principios. Recientemente, hemos abierto una sección nueva en La tribu que lleva por título 'Las maridas' para reivindicar a una generación de mujeres (la de mi bisabuela, precisamente), que ha sido silenciada y olvidada. La primera de las maridas es Emilia Pardo Bazán, seguiremos con Victoria Kent y Elena Fortún. Es importante saber que no estamos solas ni lo hemos estado nunca. Cuánto les debemos. Y así precisamente es como lo siento, como un deber de recuperar su memoria.

¿Feminismo de ahora o con efectos retroactivos?

En Barcelona, un periodista me preguntaba si los encuentros de La tribu son femeninos o feministas porque he reunido a algunas escritoras que, según él, no tienen un discurso feminista. No sé si para que te consideren feminista debes declararte como tal, hay escritoras y mujeres que le temen al término, pero no creo que sea el caso de todas las escritoras que hasta ahora han participado en La tribu. Y, ¿si el feminismo es, precisamente, algo que muchas escritoras practican sin ser del todo conscientes? Me gusta pensar que La tribu cumple esa función, por eso, cuando organizamos los encuentros de la tribu, vienen decenas de personas y nos ponemos a hablar, a contarnos. Lo que yo quiero conseguir es que se hable desde la experiencia, desde el encuentro con la otra. Creo que es el momento de que sean las mujeres las que sientan que deben hablar, que deben contar(se). Y quizá por ese silencio que hemos guardado durante tanto tiempo, La tribu conecte con miles de personas: las lectoras, mayoritariamente, me escriben y me confiesan sus cuitas y el alivio que supone encontrarse con la web. Es más, reclaman muchas de ellas un encuentro físico, un café, una reunión, una charla y esa es la magia de la tribu, al menos yo lo veo como algo mágico. La tribu consigue empatizar con las lectoras, cada una de ellas encuentra en el blog algo que necesitaba: un verso, una reflexión, una autora que desconocía, una referencia literaria, una amiga.

¿Qué apps tienes descargadas?

Instagram y poco más, intento no depender del móvil. Cuanto menos tiempo pasamos juntos, más libre y feliz me siento.

¿Cuánto pagas de alquiler?

En estos momentos vivo en una casa familiar en el pueblo y solo pago los gastos de mantenimiento (luz, agua, internet).