Famosas envasadas al vacío: el gusto por llevar una talla menos de la que corresponde

Carlos Otero 05/03/2013 19:30

No contentas con su incapacidad de asumir su edad, las famosas parece que tampoco quieren ser conscientes de su talla. La tiranía de la talla 36 ha llegado a tal extremo que nuestras famosas se empecinan en entrar en ella “sí o sí”. Y claro, al final acaban embutidas en los vestidos que parecen morcillas de Burgos. Por lo que parece, las dependientas de sus tiendas ultraexclusivas no les dicen, como al resto de los mortales, eso de “te voy a traer una tallita más”. Y claro, pasa lo que pasa.

La exuberante Sofía Vergara, por ejemplo, consiguió el no va más del embutimiento: En la última gala de los Emmy su vestido dijo “no puedo más” y terminó rompiéndose. La raja de su falda dejó a la vista sus bragas. La actriz se lo tomó con humor y no dudó en subir las fotos de la vergüenza a Twitter.

No es la única que ha tenido que pasar por este bochorno: Ya le pasó antes a Kim Kardashian, que estuvo durante todo un evento con la cremallera rota precisamente por querer introducirse en un vestido XXS como si fuese la ropa que metemos a presión en la maleta de mano cuando viajamos en low cost.

Jennifer López, otra habitual de esta tendencia “abrocha como puedas”, acudió a un evento en Hollywood con un vestido que, de lo ceñido que era para su figura, requirió de varias puntadas en la parte trasera, justo donde se encontraba la cremallera, para evitar que ésta se rompiese. ¿No resulta menos bochornoso acudir a los eventos un poquito más holgadita?

Si hay una catedrática del embutimiento vestidil, ésa es Mariah Carey. La diva de la canción, generosa en curvas y con superávit de carnes tiene obsesión por entrar en los vestidos que lucen las modelos en las pasarelas y acaba pareciendo la salchicha-máscota de la “Semana de los productos alemanes” del supermercado. Lo mismo le da que sea una entrega de premios, un estreno o su propia boda: Mariah podría hacer un reality sólo de cómo es el momento en el que llega a casa y se intenta quitar el modeluqui.

En España tenemos el clásico ejemplo de Anita Obregón. La bióloga, guionista, empresaria, escritora, guionista, actriz y madre disfruta acudiendo a eventos de todo tipo en vestidos unas cuantas tallas menor de lo que le corresponde. “A más prieta, más sexy”, debe pensar la intérprete de la sintonía de ‘¿Qué Apostamos?’

Alaska siempre ha sido consciente de sus redondeces y sus formas pero eso para ella no es problema para meterse en unas mallas elásticas que llegan a su límite de tensión. Uno de los alicientes de los conciertos de Fangoria: además de las canciones y la escenografía está en ver en qué modelito ha conseguido meterse la musa de la modernidad en esta ocasión.