Felipe de Edimburgo, marido de Isabel II, ha muerto a los 99 años. El consorte de la Reina de Inglaterra y Duque de Edimburgo puede presumir de haber sido el royal más longevo del panorama actual europeo.
El Palacio de Windsor, ese en el que ha residido durante gran parte de su vida, ha sido el lugar en el que ha fallecido "pacíficamente" tras haber sido hospitalizado durante un mes. La casa real británica ha sido la encargada de comunicar la noticia: "Es con profundo pesar que Su Majestad la Reina ha anunciado la muerte de su amado esposo, Su Alteza Real el Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo".
Jubilado desde 2017, cuando anunció que se retiraba de la vida pública, ha padecido altibajos de salud durante la última década. Repasamos su apasionante biografía, con sus luces y sus sombras.
Felipe de Moutbatten, el hijo menor de Andrés de Grecia y Alicia de Battenberg -y por tanto pariente nuestra Reina Sofía-, conoció a la reina Isabel cuando esta tenía sólo 13 años y él era un apuesto joven cadete de 18 años, momento en el que la hija de Jorge VI quedó rendida a sus pies. Haciendo cuentas, llevarían juntos 81 años y 73 años de casados. Sin embargo, las biografías oficiosas hablan de una relación repleta de traiciones, complejos e infidelidades. Desde Susan Ferguson, la madre de Sarah, a Helene Cordet, con quien se dijo que tuvo un hijo: la lista de amantes es interminable
Los problemas comenzaron con el ascenso al trono de la Reina Isabel, que relegaron a su marido a un incómodo segundo plano. Felipe se vio obligado a renunciar a su carrera en la Marina y la situación de “hombre florero” le valieron más de algún berrinche público al consorte, quien se lamentó de no ser más que "una condenada ameba". Desde los años 50 los rumores sobre sus supuestas infidelidades han sido una constante. "Es una especie de un matrimonio de trabajo”, deslizan desde Buckhinham Palace.
A pesar de todo, esa sociedad permanece inalterable. La soberana inglesa y su marido, ambos vacunados de Coronavirus, han posado juntos en los últimos meses con motivo de eventos familiares tan emotivos como el 99 cumpleaños del duque o su 73 aniversario de bodas.
Si hay algo que caracteriza al príncipe Felipe es la torpeza social: son demasiadas las ocasiones en las que ha metido la pata públicamente. Expresiones inapropiadas, salidas de tono, escándalos… han salpicado su imagen durante décadas. Para los anales de la historia queda el día en el que en 1969 declaraba “inaugurado este asunto, sea lo que sea” durante una visita oficial a Canadá o cuando advertió a un grupo de estudiantes británicos en China en 1986 que “si os quedáis aquí mucho tiempo acabaréis con los ojos rasgados”. Visto con perspectiva, hasta tiene gracia en su incorrección.
A las del movimiento #MeToo les daría un ictus colectivo si recordamos cuando le preguntó a una deportista keniata en 1984 “Es usted una mujer, ¿verdad?”. En otra ocasión declaró: “Si ves que un hombre le abre la puerta del automóvil a su mujer, es que estrena coche o una nueva esposa”. Precisamente un coche fue el protagonista de su último escándalo público, en 2019: A sus 97 años tuvo un accidente de tráfico del que salió ileso.
El Duque, que llegó a ser el mejor aliado de Lady Di en palacio en los capítulos más amargos de su matrimonio, ha vivido con profundo pesar el alejamiento de su nieto Harry de la institución.
Felipe de Edimburgo fue hospitalizado a mediados de febrero tras sentirse mal por una infección que no fue especificada. A principios de año, tanto él como la reina Isabel II fueron vacunados de covid- 19, por lo que esa enfermedad quedaba descartada. Tras dos semanas en el hospital fue intervenido de una dolencia cardiana y finalmente se quedó ingresado durante 28 días. A su salida saludó a los medios que le esperaban en la puerta del hospital y aquella fue una de sus últimas apariciones públicas. Tres semanas después de abandonar el hospital, el marido de la reina Isabel II ha fallecido.
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