Cuarenta y dos cañonazos anunciaban hace justo siete años en Mónaco el nacimiento de los hijos del príncipe Alberto II. La princesa Charlène, su esposa, daba a luz primero a una niña y dos minutos después un niño, el heredero al trono. Palacio daba a conocer los nombres de los mellizos mediante un comunicado oficial poco tiempo después: Gabriella Thérese Marie y Jacques Honoré Rainier. La madre de los pequeños, ingresada en una clínica en los Alpes recuperándose de “un estado de profunda fatiga general” que le llevó a retirarse temporalmente de la vida pública, ha reaparecido en redes para celebrar este aniversario tan especial.
“Feliz cumpleaños mis bebés. Gracias a Dios por bendecirme con unos niños tan maravillosos. Estoy realmente bendecida. Os amo, mamá”, les ha escrito esta dedicatoria tan cariñosa por redes. En la batería de fotografías inéditas compartidas por Charléne se ve a los protagonistas del día rodeados de globos, en pijama y posando junto a un delicioso pastel de cumpleaños. Se desconoce aún si ha viajado hasta Mónaco para estar al lado de los pequeños en esta fecha o si se trata de unas imágenes de la celebración que ha recibido a miles de kilómetros de su casa.
Los niños están echando en falta a su madre, así lo pudimos comprobar cuando en el Día Nacional de Mónaco, desde el balcón del Palacio Grimaldi, mostraron varios dibujos en los que se leían: “Te echamos de menos, mami” y “Te queremos, mamá”. Este último año no ha sido nada fácil para Gabriella y Jacques que han pasado muchos meses separados de su madre, primero por el viaje de Charlène a Sudáfrica para atender a su fundación y más tarde por los problemas de salud que le obligaron a pasar por quirófano hasta tres veces. Los médicos la prohibieron viajar de vuelta por lo perjudicial que sería el vuelo para su infección de oídos.
Una anómala situación que ha originado todo tipo de rumores sobre su verdadero estado de salud y ha puesto en duda la solidez de su matrimonio con Alberto de Mónaco, que tuvo que aclarar que su mujer actualmente se encuentra ingresada en un centro en Europa por voluntad propia debido a las secuelas de las operaciones a las que se sometió en su tierra natal: “Esto no es COVID y no está relacionado con un cáncer. No es una cuestión de relaciones personales y si queréis discutir sobre otra especulación, no está relacionado con la cirugía plástica”.