Nos encanta Brasil, y su diseño, más: estos son los iconos de su mobiliario moderno

Houzz 10/09/2016 16:53

Silla Mole de Sérgio Rodrigues, 1957.

Foto: cortesía de R&Co.

En la introducción del libro de Aric Chen, Zesty Meyers, cofundador de la galería de diseño neoyorkina R&Co., explica por qué las piezas de mobiliario brasileñas son especiales. Asegura que una de las principales influencias que recibieron fue la inmigración y la combinación resultante de las técnicas de fabricación europeas de muebles con influencias indígenas y africanas, entre otras.

Silla Leve con estructura de madera de jacaranda, asiento y respaldo forrado de tela tejida a mano por Tara Chapas.

Foto: Sherry Griffin.

Silla Leve, 1942

Aric Chen, crítico de diseño y curador de arquitectura y diseño en el museo M+ de Hong Kong, incluye en su libro breves biografías de los diseñadores brasileños más importantes de muebles de mediados del siglo XX.

Uno de ellos, Joaquim Tenreiro (1906-1992), aprendió el arte de la carpintería con su padre en Portugal y, posteriormente, se mudó a Río en 1928. Al principio, trabajó para estudios especializados en mobiliario de casas de lujo al estilo tradicional europeo, como el que se veía en los hogares de Chippendale y Luis XVI. Convencido de que estas piezas de estilo recargado estaban fuera de lugar en su tropical país de adopción, empezó a experimentar con otras formas más sencillas.

En 1942, el trabajo de Joaquim Tenreiro llamó la atención del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, que decidió encargarle el mobiliario de una vivienda que estaba construyendo. Según Aric, esas piezas recibieron grandes influencias italianas, escandinavas y de la Bauhaus, y ese mismo año Joaquim Tenreiro creó lo que él mismo consideró su diseño más innovador: la silla Leve. Esta pieza destaca por sus cojines tapizados que flotan sobre una elegante estructura fabricada con madera de marfil (ivorywood), imbuia (similar a la del nogal) o jacaranda, y encarna el ideal de Joaquim Tenreiro sobre el mueble brasileño moderno: "Deben ser ligeros en su forma. Una ligereza que no tiene nada que ver con su peso, sino con la elegancia y la funcionalidad de los espacios".

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Foto: Sherry Griffin/R&Co.

Silla Três Pés (tres patas), 1947

"La historia del diseño en Brasil tiene su origen en la madera brasileña", sostiene Aric. En un principio, los colonizadores portugueses se interesaron especialmente por la especie Caesalpinia echinata, a la que denominaron pau brasil, debido al tinte de color rojo vivo que generaba ("pau" significa "palo" en portugués y "brasil" proviene supuestamente de "brasa"). Más tarde, se convirtió en una madera muy preciada por su resistencia y flexibilidad, especialmente en la fabricación de arcos de violín.

La silla Três Pés muestra lo que Aric describe como la destreza sin parangón de Tenreiro en el trabajo de ebanistería con maderas brasileñas de colores vivos y de grano fino. En esta versión, cinco tipos de madera noble dan forma al respaldo y asiento estriados, que reposan sobre tres patas inclinadas. Estas sillas eran piezas muy especiales para Joaquim, que, según un artículo publicado en la revista Cultured (en inglés), siempre las consideró un diseño original y las reservaba para aquellos que le asignaran encargos importantes.

Foto: Sherry Griffin

Silla Bola, 1951

Otro de los sellos distintivos del diseño brasileño es su actitud relajada. Aric señala, por ejemplo, que Joaquim reducía la altura de las mesas para que resultaran más cómodas. La arquitecta y diseñadora Lina Bo Bardi (1914-1992) pronto hizo su aparición estelar con la silla Bola: un trozo de cuero bien tensado y atado a una estructura de hierro coronada por dos orbes de latón. La creó expresamente para la Casa de Vidro, una residencia en São Paulo que diseñó para ella y su marido, el crítico de arte Pietro Maria Bardi.

La pareja se había mudado a Brasil desde una Italia devastada por la guerra, donde Lina había trabajado con Gio Ponti, en 1946. "Sentí que había aterrizado en un país increíble en el que todo parecía posible", recordaba de su llegada a Brasil. "Estaba feliz y Rio no estaba en ruinas".

Un año más tarde, Pietro Maria Bardi se convirtió en cofundador del Museo de Arte de São Paulo, que dirigiría durante las siguientes cinco décadas y cuyo edificio de vidrio y cemento diseño Bo Bardi.

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Foto: Marco Covi para Arper

La silla Bowl, 1951

Tanto en su arquitectura como en sus piezas de mobiliario, Lina Bo Bardi siempre buscó lo esencial, no solo a través de su pasión por las costumbres nativas, sino también de la importancia que otorgaba a la persona en la arquitectura. "Hasta que el hombre entra en un edificio, sube las escaleras y toma posesión del espacio en una 'aventura humana' que se desarrolla conforme avanza el tiempo, la arquitectura no existe", aclaró en una ocasión.

La revolucionaria silla Bowl, su pieza más conocida, fomenta la interacción. Su asiento tapizado con forma de media esfera encaja en un anillo de acero del que salen sus cuatro patas, de manera que puede reclinarse a voluntad del ocupante (e incluso extraerse). En aquel momento, Bo Bardi diseñó solo dos versiones: una en cuero negro que apareció en la portada de la revista Interiors de 1953 y otra en plástico transparente.

Lina no fue extensamente reconocida a lo largo de su vida –su primera gran exposición no tuvo lugar hasta 1989. Sin embargo, en los últimos años, la mujer que el crítico británico Rowan Moore considera 'la arquitecta más infravalorada de la era moderna' ha sido protagonista de varias exposiciones en museos y galerías de arte de Norteamérica y Europa. Además, en 2014, con motivo del centenario del nacimiento de Lina, Arper lanzó su serie limitada de 500 sillas Bowl, unas en cuero negro y otras tapizadas en siete colores. Los ingresos se destinaron al Instituto Lina Bo e P.M. Bardi en São Paulo.

Foto: Joe Kramm/R&Co.

Los taburetes Mocho, 1954

Aric Chen señala que la primera generación de diseñadores modernistas brasileños fabricaba muebles a nivel artesanal. Eso cambió con Sérgio Rodrigues (1927-2014), a quien califica como "probablemente el diseñador más brasileño de todos".

Nacido en Río y en el seno de una familia artística, Sérgio Rodrigues se inició en el arte de la fabricación de muebles gracias a su tío abuelo y, posteriormente, estudió Arquitectura en la universidad. Según Aric, en el Brasil de la época, el diseño de interiores era un campo en ciernes si lo comparamos con el de la arquitectura, y se convirtió en el foco de estudio de Sérgio. Su primera pieza fue el taburete Mocho, una simpática reproducción de un taburete tradicional que se empleaba para ordeñar. Su agujero y su forma bulbosa se convirtieron en su sello personal.

En 1955, Sérgio fundó la empresa de muebles Oca, cuyo nombre alude a una vivienda de paja indígena, reflejo de sus diseños y del estilo de vida relajado de Brasil. En su mejor momento, Oca contó con una enorme fábrica, tiendas por todo el país y una filial en Carmel, California.

Foto: cortesía de R&Co.

La silla Mole ("blanda"), 1957

Brasileña por excelencia en forma y materiales —además de extremadamente cómoda—, la silla Mole catapultó a Sérgio a la fama. Obtuvo el primer premio en el concurso internacional de muebles de 1961 en Italia, tras el cual se renombró silla Sheriff y empezó a fabricarse en Italia y distribuirse a nivel internacional. Esta pieza favoreció la aparición de otros muebles de gran tamaño y estilo bohemio y acabó ganándose un rincón en la colección permanente del Museo de Arte Moderno (MoMA) de NY.

"Mi propia casa está repleta de prototipos", dijo Sérgio en una ocasión durante una entrevista. "Me traigo sillas a casa para ver si funcionan bien –si a mí me parecen bien, si le gustan a mi mujer, si le gustan a mi perro… Porque, por ejemplo, durante la época de la Bauhaus, un gato se subía en las sillas y se caía al instante. Pero en mi casa, los gatos y los perros se sientan perfectamente bien".

La silla Mole se lanzó al mercado justo después de que Brasil abriera camino a su nueva capital, Brasilia, la primera ciudad en ser construida desde cero. Lúcio Costa fue el planificador y Niemeyer el arquitecto principal. Ambos quedaron impresionados por el trabajo de Sérgio Rodrigues y lo invitaron a contribuir con una gran cantidad de muebles para los nuevos edificios.

Fue una época muy estimulante para el país, que abarcaba un espíritu novedoso, creativo y nacionalista no solo en arquitectura, sino en todo el ámbito artístico. Según Aric, Sérgio encarnaba este espíritu y fomentó su progreso. Produjo más de 1.200 obras a lo largo de más de seis décadas.

Foto: Joe Kramm/R&Co.

Los sillones de Forma, décadas de 1950 y 1960

El inmigrante italiano Carlo Hauner (1927-1997) fue copropietario de una tienda de muebles junto con Sérgio Rodrigues durante un tiempo y adquirió una fábrica muebles en São Paulo que había pertenecido a Lina Bo Bardi y su marido. En 1955, él y el vienés Martin Eisler (1913-1977), que se había instalado en Buenos Aires, Argentina, fundaron Forma con el fin de vender sus propios diseños, así como piezas con licencia de Knoll International.

Explica Aric en su obra que, tras décadas aventurándose en la producción en masa y la comercialización internacional, la colaboración de ambos diseñadores dio frutos: piezas inspiradas en el diseño industrial que eran elegantes y accesibles. Hoy en día, la empresa sucesora de Forma, Interieur Forma, tiene su sede central en Argentina, pero sigue muy presente en Brasil.

A principios de la década de los 60, el país sufrió un intenso malestar social y agitación política. En 1964, un golpe de estado orquestado por la derecha brasileña instauró una dictadura militar que duraría hasta 1985. Un periodo subsiguiente de un extraordinario crecimiento económico, conocido como "el milagro brasileño", benefició a algunos diseñadores, como Ricardo Fasanello y Jean Gillon. Sin embargo, la restricción de las exportaciones y represión por parte de los militares provocó que otros se exiliaran.

Foto: cortesía de Atelier Ricardo Fasanello

La silla Esfera, 1968

Criado en el seno de una familia acomodada en São Paulo, a Ricardo Fasanello (1930-1993) le gustaban tanto los coches de carreras que aprendió a conducir con tan solo 11 años. Su pasión era tal, que pese a sufrir un grave accidente que le tuvo hospitalizado un año, su sueño era diseñarlos. En su lugar, acabó diseñando mobiliario que tomaba prestados detalles de los automóviles de lujo, como la costura de las tapicerías. Igual que gran parte de los diseños de Ricardo, la silla Esfera combina nuevos materiales (fibra de vidrio, resina de poliéster) con otros clásicos tradicionales como el cuero. Y según Aric Chen, cuando no encontraba el cuero que buscaba, lo colocaba el mismo en su patio trasero para darle el color deseado.

Foto: cortesía de Passado Composto Século XX, São Paulo

La silla Jangada (“balsa”), 1968

El arquitecto de origen rumano Jean Gillon (1919-2007) llegó a Brasil en 1956 y se inspiró en los materiales y artesanías nativas para sus diseños de interiores, proyectos hoteleros, tapices y muebles. La Jangada, su silla más conocida, es un guiño a las embarcaciones de vela brasileña, tanto por su nombre como por su forma y materiales: destaca por su red y su estructura de madera de jacaranda sobre la que reposa un asiento de cuero.

La calidez del mimbre reconquista la casa con su toque artesano

Una reedición de 2007 de la chaise longue Rio en cuero negro con una base de madera laminada. Foto: Sherry Griffin

La chaise longue Rio, 1971

En 1967, Oscar Niemeyer (1907-2012), comunista confeso, huyó de la dictadura de Brasil y se mudó a París. Allí, en 1971, comenzó a diseñar muebles, por primera vez, en colaboración con su hija, Anna Maria Niemeyer, que había supervisado interiores para la mayoría de los principales edificios de Brasilia. El asiento de mimbre tejido y la estructura de madera curvada de su chaise longue Rio evocan el sello característico de sus edificios: "Las curvas que encuentro en las montañas de mi país, en la sinuosidad de sus ríos, en las olas del océano y en el cuerpo de una mujer amada".

Aunque Oscar Niemeyer empezó tarde en el sector de los muebles –comenta Aric Chen–, sus diseños evolucionaron como una extensión de su arquitectura y reconoció que en sus diseños resultaba, en palabras del arquitecto, "complicado hallar una solución de comodidad y estética".

Foto: Joe Kramm

Sillas esculpidas en madera maciza, década de 1970

Durante los años 40 y 50, el autodidacta José Zanine Caldas (1918-2001) se distinguió por sus obras de diseño y construcción de muebles de contrachapado económico en São Paulo y residencias privadas en la nueva capital. El golpe de estado de 1964, sin embargo, le obligó a abandonar su puesto de profesor en la Universidad de Brasilia. Cuando regresó a Bahía, su estado natal, se horrorizó ante la descontrolada deforestación de la zona. Inspirado por los artesanos locales que construían barcos a partir de troncos caídos, empezó a tallar muebles de madera reciclada siempre que le era posible y, cuando no, plantaba árboles. Con lo que él mismo denominaba "muebles de protesta", logró despertar la conciencia sobre las destructivas prácticas contra el medio ambiente sobre las que se basaba la industria.

Actualmente, Zanini de Zanine, hijo de José Zanine Caldas y aprendiz de Sérgio Rodrigues, ha dado continuidad al legado de la fabricación de muebles de su padre, el uso de materiales y derivados industriales obtenidos en proyectos de demolición y reutilizados de forma innovadora. Maison & Objet Americas lo eligió diseñador del año 2015. Gracias a Zanini y sus contemporáneos, el diseño brasileño tiene el futuro asegurado.

Sillón Tónico (1963), de Sérgio Rodrigues, con tapicería original y cojín de cuero, destacado en la portada de Brazil Modern.

Foto: cortesía de The Monacelli Press

Mucho más que sillas

Brazil Modern, publicada junto con R&Co. en marzo, no se limita a destacar diseños de sillas, sino que ofrece un contexto histórico, información biográfica y más de 400 fotos de muebles del siglo XX.

"Brasil es quizás uno de los últimos grandes descubrimientos en mobiliario del siglo XX –si no el último", afirma Zesty Meyers en su introducción. Como bien desarrolla Aric posteriormente, el hecho de que los diseñadores brasileños de mediados de siglo no sean tan conocidos como Eames o Breuer, por ejemplo, se debe en gran parte a su aislamiento durante la dictadura, así como al nivel de producción, que se dio a una escala mucho inferior, y a las dificultades en materia de exportación de maderas tropicales, pues corrían el riesgo de deformarse en climas más secos, que además terminaron por escasear (un acuerdo de comercio internacional restringe la venta y el transporte de productos fabricados con maderas en peligro de extinción).

En los últimos años, empresas como Etel Interiores y LinBrasil han vuelto a poner varias piezas en producción, haciendo uso de maderas sostenibles siempre que el proyecto lo requiera. A principios de este año, Wade Terwilliger, presidente de Palm Beach Modern Auctions, informó que está creciendo el interés por el diseño brasileño. Asimismo, Espasso, una galería que acoge muebles brasileños tanto vintage como contemporáneos, abrió en mayo su cuarto espacio, esta vez en Miami (los otros tres se encuentran en Nueva York, Los Ángeles y Londres). Es posible, por tanto, que el mobiliario modernista de Brasil esté finalmente alcanzando el prestigio que ya tiene su arquitectura.