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Los tomates son una de esas verduras que más solemos utilizar en casa, sobre todo en los meses de verano. Esto se debe a que es uno de los ingredientes principales de alguna de las recetas más refrescantes como el gazpacho o el salmorejo. Pero eso sí, normalmente nos cuesta un poco encontrar tomates de calidad y que tengan sabor. Por eso, son muchas las personas que deciden cultivarlos en casa.
Lo primero que debes saber es que existe una infinidad de variedades de tomates. La elección de uno o de otro dependerá, sobre todo, de tus gustos. Así, nos encontramos con tomates determinados e indeterminados. Los primeros son aquellos que tienen más apariencia de arbusto, su crecimiento es limitado y son perfectos para su cultivo en maceta. Por su parte, los indeterminados son aquellos que crecen de manera ilimitada y su producción se produce de manera escalonada durante toda la temporada.
Aún así, lo más importante será elegir aquellas variedades que sean más resistentes a las distintas enfermedades que los tomates pueden sufrir. Uno de los más resistentes y los más conocidos son los tomates RAF.
Una vez que ya tenemos claro qué tomates elegir deberemos saber cómo empezar a cultivarlos. La siembra se puede producir a partir del mes de enero y si lo hacemos en esos meses de más frío se deberá hacer de forma protegida. Por eso, lo más recomendado será hacerlo en un semillero calefactado. Ya en el mes de marzo podremos hacer la siembra en un semillero desprotegido, aunque siempre será mejor hacer uso de un invernadero, que conservará mejor la humedad.
Una vez que ya hayan nacido las plantas de los tomates habrá que hacer el transplante. Para ello, habrá que incluir un poco de compost, cuidarla de las heladas y enterrar el tallo. Además, habrá que prestar atención a la separación entre los distintos cultivos y el volumen del sustrato.
En referente a los cuidados que necesita el tomate habrá que saber se instalará un riego profundo, que sea capaz de llegar a las capas más interiores del suelo. Además, tendrá que recibir luz constante, una media de seis horas de sol. También, será esencial una buena poda, quitando las pequeñas ramitas que empiezan a crecer entre el tallo y las ramas.
Y, aunque tengamos todos los cuidados posibles, esto, en la mayoría de ocasiones, no evitará que aparezcan plagas y enfermedades. Así, entre las más comunes, nos encontramos con el pulgón, la araña roja, las orugas del tomate, el oídio o mildiu.