Dolores Redondo, escritora superventas española: "El premio Planeta apenas me cambió, vivo en un pueblo"
La autora de 'La trilogía del Baztán' confiesa que no tuvo un inicio fácil en el mundo literario'. Además, confiesa que estudió cocina con Arzak y, algo supersticiosa, reconoce que lo celebra todo en la vida “por si no vuelve a pasar, o si luego viene alguna cosa mala”
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La escritora Dolores Redondo tiene mucho que celebrar este verano. Entre otras cosas, el lanzamiento de uno de sus bestsellers, ‘Esperando al diluvio’, como formato de ficción sonora en Audible. Esta novela cuenta la historia de del asesino en serie John Biblia, que acabó con la vida de tres mujeres en Glasgow en los años 60, y que acaba en Bilbao. Se ha tardado tres años en transformar este fascinante libro a formato sonoro: trece episodios con diálogos y sonidos que incluyen novedades respecto al original.
Ambas versiones tienen la misma fuerza que caracteriza el estilo de Redondo. Personajes bien dibujados y una acción que hace que te comas las uñas de nervios. La escritora se encuentra dando vida al tercer libro de la tetralogía ‘Los valles tranquilos’. Señala que su vida es muy tranquila, “incluso aburrida, diría”, dice con una sonrisa. De paseo por Bilbao, nos cuenta cómo fueron sus difíciles inicios en el mundo literario. “Me devolvieron muchos de los manuscritos que enviaba a las editoriales muchas veces”, asegura. También cuenta que “el Planeta no me cambió la vida, pero me abrió otros públicos”.
¿En qué cambió tu vida personal y profesional tras ganar el Premio Planeta?
Apenas me cambió nada. Ya era una autora que tenía muchísimo éxito, que venía de vender millones con 'La trilogía del Baztán', pero lo más llamativo del Premio Planeta fue que lo gané con una novela completamente distinta. Ganarlo hizo que algunos lectores que no se habrían acercado a mis libros porque eran de novela negra, lo leyeran. Este premio tiene eso, que muchos se acercan. Para muchas personas, ganarlo es una garantía de que te puedas acercar a esa novela.
O sea, que además del dineral que supone este premio, te hizo ganar más aún…
Sí, me dio nuevos lectores, todavía más gente se sumó a leerme. También me hizo trabajar muchísimo porque tuve que viajar un montón. Aunque ya lo estaba haciendo con las anteriores novelas, o sea que tampoco cambió tanto… Siempre me he sentido privilegiada simplemente por poder dedicarme a esto y ganarme la vida con lo que más amo, que es esto. Pero sí, el Planeta fue el trampolín a que hubiera otros lectores que no se iban a acercar a mis novelas. Eso fue lo mejor. Y luego, a los dos años, gané el Premio Bancarella en Italia, otro premio importantísimo.
Dolores Redondo: "Soy partidaria de que cada cosa buena que pasa toca celebrarla, por si acaso no vuelve a ocurrir o por si luego viene alguna mala"
¿Qué significó para ti la publicación de "La trilogía del Baztán"?
Un éxito arrollador y mucha felicidad. Y eso hay que celebrarlo. En esa época estaba todo el día celebrando porque prácticamente cada quince días estábamos reeditando. Además soy partidaria de que cada cosa buena que pasa toca celebrarla, por si acaso no vuelve a ocurrir o por si luego viene alguna mala. En este momento llevamos más de 250 reediciones de la trilogía entera, en 40 idiomas. Y todavía cada vez que llega una reedición lo celebro muchísimo, porque sé cuánto me costó llegar hasta ahí.
¿Imaginabas que iba a tener tanto éxito?
No, yo no tuve un inicio muy fácil en el mundo literario. De hecho, ahora apoyo muchísimo a otros escritores que están empezando y les ayudo en todo lo que puedo. Les aconsejo, y aliento, porque sé lo duro que son esos inicios y las dudas que tienes. Pero, repito, cada paso del camino que des lo tienes que celebrar, porque tampoco sabes si habrá otro después.
¿Cómo llevas ser una de las escritoras más vendidas en España?
No lo pienso, lo llevo con normalidad. No hay nada que me distinga, llevo una vida muy normal, incluso diría que aburrida. Lo que importa es que tú tengas tu castillo, tu fortaleza, ese lugar donde estás a salvo. Y en él no puedes ser un escritor que vende mucho, sino una madre, una esposa, una hija, una hermana, una amiga…, lo que eres en realidad. Si piensas de ti de otro modo, probablemente te estés equivocando. Yo vivo completamente enfocada en lo que trabajo cada día. Eso te da claridad mental y te ayuda a disfrutar de la vida.
¿Cómo gestionas la presión de ser una figura pública?
No hay presión, en serio. Yo gestiono mi vida siempre de la misma manera, trabajando. Recuerda que trabajo sola, metida todo el día en una habitación. Vivo en un pueblo que tiene 8.000 habitantes. Veo pasar a alguna persona haciendo deporte, pero vivo en la tranquilidad. Salgo a pasear, me puedo cruzar con tres o cuatro vecinos y nada más. Luego voy a mi casa a escribir. Tienes que intentar tener los pies en la tierra, y para ello tienes que estar preocupado por cosas de tu propio mundo. Eso enriquece lo que terminas escribiendo. La inspiración siempre viene de lo cotidiano.
Preparando esta entrevista me ha sorprendido ver que estudiaste cocina. ¿Cómo acaba una escritora en ciernes estudiando cocina con Arzak?
Soy donostiarra, cocinar te sale del corazón, es parte de la vida. Está muy integrado en la cultura. Encima, cuando yo era muy joven, había una nueva cocina vasca con un montón de jóvenes cocineros muy punteros que hacían cosas muy interesantes. Entonces es algo que siempre me ha encantado y decidí estudiarlo. La experiencia de trabajar para Arzak, que es muy exigente porque la alta cocina lo es, lo hizo maravilloso.
¿Te inspira la cocina en tu obra literaria?
En todas mis novelas hay recetas, hay alguien que cocina porque creo que la gastronomía es una muestra enorme de cultura. Os recomendaría salir al casco viejo de Bilbao. Y no tiene tanta importancia dónde comáis, porque todo está muy bueno y muy bien elaborado, sino la experiencia. Hay gente de todas las edades, probando las cosas especiales de cada bar y esa tradición tan bilbaína de cantar en la calle. Los que cantan son ´txikiteros´ y hace un año me nombraron ´txikitera´ de honor de Bilbao.
Sobre tu nueva ficción sonora en Audible, 'Esperando al diluvio', ¿qué podemos esperar de este proyecto?
Ha sido emocionante, y largo. Es muy bonito ver cómo se va sumando gente que además ya conozco, de otra adaptación que hicieron de una de mis anteriores novelas, 'Todo esto te daré'. Confío muchísimo en ellos porque ya fue un éxito. Una ficción sonora aporta algo que en ocasiones los lectores tienen miedo de perder si una novela les ha gustado mucho. Muchos me dicen ‘no sé si ver la película, o la serie, porque no quiero que me destruyan el modo en el que ya lo imaginaba’. El audiolibro aporta esos sonidos de ese Bilbao de 1983, el ruido de los bares, de la gente, la lluvia. Pero a tu imaginación no le roba nada.
Claro, sigues viendo a los personajes en tu cabeza…
Exacto. Esto bebe de la esencia pura de la radionovela, de aquello que escuchaban nuestros abuelos y bisabuelos, y sigue dejando mucho espacio a la imaginación. Para mucha gente es la mejor forma, a veces por falta de tiempo.
¿Cómo ves el éxito de las mujeres en el ámbito literario?
Me parece una suerte, sobre todo para cerrar bocas, porque hace unos años parecía que se acababa la literatura, que nuestros jóvenes no leían. Esto está completamente desmentido. Hay una generación extraordinaria de creadores y creadoras. Y es verdad que muchas voces femeninas, haciendo además todo tipo de géneros y con la fuerza de cuando estás empezando. A veces no está suficientemente pulido porque les falta oficio, pero sí tienen novedad porque te están hablando de algo propio y eso siempre es fresco.
Y por último, ¿hay algo que te preocupe actualmente en la sociedad?
A nivel literario, la pérdida de la narrativa, la prisa el buscar producto de consumo rápido y también leer sesgado, que no profundicemos. Cuando pierdes la capacidad de leer, pierdes también la capacidad de tu propia narrativa, de contarte a ti mismo quién eres y qué te está ocurriendo. Esa es la queja de nuestra sociedad ahora mismo. La gente que está sufriendo más dice “no entiendo lo que está pasando”. Para entender tienes que leer y tener esa narrativa interna. Esto es lo único que me preocupa. Que la prisa nos lleve a no profundizar en lo que estamos sintiendo, en no saber contarnos a nosotros mismos qué nos está pasando.